viernes, 23 de enero de 2015

Clima, vascos y Urgencias. Un popurrí

Es conocido que el clima, de alguna manera, condiciona el comportamiento de las personas. Y esta evidencia, creo, nos perjudica seriamente a los mediterráneos en general y a los andaluces en particular, al menos en nuestra capacidad productiva. Si aquí, como ocurre, por ejemplo, en San Sebastián, lloviese casi a diario, un día lluvia, el otro galerna, aumentaría nuestra productividad de manera notable. Hace unos cinco o seis años estuve en Donosti por motivos de trabajo durante los meses de mayo y junio. Meses que aquí son ya de calor, color y aromas callejeros, allí salió el sol solamente  dos días, uno por mes. "¡Qué guay! -me animaban mis compañeros del Valme-, vas a poder bañarte en la Concha y todo!" . ¡Bañarme en la Concha...! Me bañaba a diario en plena calle porque, eso sí, allí hay que salir a la calle manque las olas de la Zurriola inunden por completo el paseo marítimo, oye, que no son bilbaínos, pero son vascos. ¿Y qué pasó? Pues lo propio, que llevaba todas mis tareas de aprendizaje al día, cosa que me encargaban, cosa hecha sobre la marcha. Y se mofaban mis colegas de allí: "¡Anda ahora, pa que digan que los andaluces son unos vagos...! "Vamos a probar a la inversa -les azuzaba yo-, veniros a Sevilla conmigo ahora a la vuelta, pa Julio estaría bien, a ver cómo os las apañáis, so enteraíllos".
Si la cosa es clara, hombre. Ayer, sábado, día espléndido de sol, de luz, de animación callejera, de bares y terrazas a tope contradiciendo erre que erre la teoría general de la crisis, de tías güeñas  paseando con sus mallas ajustadísimas y prietas... ¿quién es el bonito que se queda en casa trabajando o escribiendo? Por contra, hoy, domingo, día tristísimo, feo, lluvioso y ventoso, ¿quién va a salir a la calle? Naiden opá. Pues eso. Este artículo que estoy escribiendo debería haberlo empezado ayer. Pues nada, ayer, paseo con los amigos y comida fuera. Hoy, a escribir. Es lógico. Es lo que pide el cuerpo. Es lo natural.
Pero bueno, poco o nada que ver tiene todo esto con el propósito de este artículo. Lo que quiero expresar en este escrito me da pena, me produce tristeza, de verdad. Aunque pueda parecer que me ensaño con alguien no es mi objetivo. Quiero desahogarme con vosotros ante esta frustración que no cesa, año tras año, invierno tras invierno. Las urgencias dichosas. Las dichosas urgencias.
En esta estación gripal son muchas menos las urgencias injustificadas. Ninguna urgencia lo es, protestaréis algunos; bueno, eso es, al menos, discutible ¿verdad?. Los que trabajamos en el sector y, por tanto, conocemos el paño sabemos que hay gente que usa las urgencias como su centro de atención primaria. De manera que durante el resto del año una parte del mal funcionamiento de las Urgencias, al menos las hospitalarias, puede ser achacado al uso inadecuado que hace la población. Una parte. De esto ya hemos hablado en anteriores ocasiones. Pero ahora, en invierno, no es así. La gente que viene a los hospitales suele acudir mu malita. Más gente y muy mala. Hace una semana en Valme se superó un record histórico: se registraron más de 500 urgencias en 24 horas. Para que os hagáis una idea, la media anual es de unas trescientas personas diarias. En estos días, ésa es la aplastante realidad, una tremenda sobrecarga. Cuando esto ocurre rozamos la indignidad, de verdad. Mirad que en la puerta de Urgencias, en primera línea de fuego, trabajan nueve médicos, seis de ellos residentes de primer año. Hablaré sólo de los médicos, es lo que mejor conozco. Pero es extensivo al resto del personal de Urgencias  En muchas de esas guardias, los residentes no comen ni descansan un rato, no les llega el pijama al cuerpo. Los espacios comunes se vuelven intransitables, hay cola de hasta una hora para hacer la clasificación, camillas y carritos ocupan los pasillos con los enfermos y sus familiares esperando resignados su turno sin atisbo alguno de intimidad o privacidad. En fin, un espectáculo muy poco edificante impropio de una sociedad moderna y civilizada,  lo más parecido a los hospitales de campaña que vemos en las películas de guerra. Cuando yo era residente de guardia en el Reina Sofía era noticia si alguno de nosotros, principalmente José Miguel Laín, el más despabilado de todos, había alcanzado una cifra de 20 criaturas en una guardia. Y eran entonces tiempos heroicos. ¿Qué pasa, que vamos para atrás?. Por supuesto que sí. La Medicina es mucho más cara; la sociedad, más exigente; las expectativas de la gente, casi infinitas; los recursos, finitos; el personal, muy quemado, muy poco implicado, metámonos todos y sálvese quien pueda... Para alguien como servidor de ustedes que ha vivido en primera persona el auge de nuestra orgullosa medicina hospitalaria de los años 80-90, resulta especialmente frustrante ver hacia donde vamos, tener que aceptar la decadencia... "Han muerto tres personas en los pasillos de las Urgencias sin haber sido atendidas" -se alarman los medios. Demasiadas pocas cosas pasan para el caos que viven en estos días los pacientes, los familiares y el personal hospitalario. Aún siendo agnóstico confeso, yo creo ciegamente, a pies juntillas, en el Ángel de la Guarda. Es la única persona celestial en quien creo y confío. De no ser por Él, día sí, día también, estaríamos en los noticieros televisivos.
Pero que no cunda el pánico, aquí no pasa nada. Mientras las imágenes de la pequeña pantalla nos muestran el colapso -qué palabra más mona, ¿no?- de las Urgencias en Canarias, Galicia, Asturias, Cataluña o el resto de España, en Andalucía todo va como la seda. Sale en la tele la insigne Susana Díaz, nuestra presidenta fontanera, dando lecciones a las demás comunidades, que ella ha contratado a 300 personas para apoyo en el plan de alta frecuentación... y pelillos a la mar. A nosotros, en Medicina Interna, nos han tocado 2 de esos 300 contratos. Bienvenidos sean. Justos y necesarios que son. Muchas gracias, Susana. Que Dios te lo pague. En Urgencias también ha habido una pedrea que no ha consistido  en contratos nuevos, sino solamente en cubrir las bajas. Tiene cojones la cosa. Vale, de acuerdo, se agradece, mejor algo que nada. Desde luego que es muy importante aumentar el número de trabajadores para un reparto más razonable del trabajo, claro que sí. Pero el problema no se acaba ahí. Si solo hay 9 consultas físicas ¿dónde se ponen a trabajar los contratos recién llegados? Si la sala de espera tiene una capacidad máxima para 100 personas, pongamos por caso, ¿dónde espera el personal excedente? ?en los pasillos?, ¿mejor en la calle?. Si no disponemos nada más que de dos zonas de triaje ¿cómo coño vamos a conseguir demoras aceptables para la visita médica? Decía nuestra consejera de sanidad, sin rubor, que ningún paciente esperaría en la zona de triaje (clasificación por prioridades) más de diez minutos. En Valme, esos diez minutos van ya por una hora en muchos de estos días. En fin, hay cuestiones puramente estructurales que no se arreglan con el azucarillo de varios contratos de personal. Es posible que cosas como éstas sean las responsables de tener al personal tan desmotivado. Es posible.
Bien, y esto es realmente lo que me cabrea de los políticos, la falsedad a conciencia. Podría también cabrearme la ignorancia de la situación o el pasotismo de la realidad cruda. Pues no, eso no me cabrea tanto. Me asquea la mentira a conciencia, sabiendo que están mintiendo. Eso no lo soporto. A uno, pobre inocente que no se ha criado en las cuevas de Alí Babá ni ha sido debidamente adoctrinado por Chaves o por Griñán, personas tan honorables, le parece lo más normal del mundo decir las cosas medianamente claras. Hoy mismo leo en los periódicos unas declaraciones de Felipe González diciendo que si él ahora volviese a sus años mozos, aquellos irrepetibles años de los picnics bucólicos en Surenes,  no sería de Podemos. Y aclara que no lo sería porque no tienen un proyecto de gobierno. Y yo me pregunto, en otros tiempos estimado Felipe, de qué coño hablas, qué proyecto tienen los otros partidos que no sea gobernar para ellos mismos y los suyos, engañar a todo Dios y ocultar el engaño, de qué me vale un proyecto engañoso. Ahora mismo, en las actuales circunstancias políticas y sociales de nuestro país, prefiero lo bueno por conocer antes que lo malo conocido. Merecería toda mi confianza un líder político que saliera a la palestra  diciendo la verdad. Por ejemplo: "Queridos paisanos, este nuevo año que se nos avecina va a ser especialmente duro. Se vaticina por los expertos una epidemia de gripe muy activa y generalizada para finales de Enero-principios de Febrero. Como cada año, va afectar de manera mucho más virulenta a las personas mayores y a aquéllas que padezcan del corazón y de los bronquios. Por desgracia, ni siquiera podemos garantizar inmunidad completa a todos los que se hayan vacunado de la gripe. Los hospitales van a sufrir una sobrecarga descomunal, mayor, si cabe, que en años anteriores. Esta va a ser, pues, la realidad. Todos debemos estar alerta y preparados. Vosotros, los ciudadanos, cuidando vuestros buenos hábitos de no fumar, acondicionando vuestras viviendas para el frío, manteniendo apropiadas medidas de higiene, vacunándose... Nosotros, como gobierno, vamos a poner ya manos a la obra, hemos acordado ya la implementación de un plan de alta frecuentación dotado con tantos millones de euros para acometer nuevos contratos de personal y para subsanar deficiencias estructurales en las Urgencias... Con todo, somos conscientes de que no será suficiente. Tengo que reconocer, y lo hago con resignación y con total franqueza, que no estamos preparados, a día de hoy, para afrontar con garantías de éxito, el gran problema que se nos viene encima. Es la verdad. Pero no es nada nuevo ni extraordinario, es lo de cada año, quizás un poco más exacerbado. Os pido a todos la máxima colaboración. Agradezco de antemano el enorme esfuerzo que van a tener que soportar gallardamente todos los profesionales sanitarios y no sanitarios en los centros de salud y en los hospitales de toda nuestra Andalucía. Sin su desinteresada implicación el caos sería ingobernable..."
No sé, a lo mejor queda muy alarmista. Con un mensaje así, no la votarían ni en su propia familia. Bien, a lo mejor algo más dulcificado, vale. Pero que digan la verdad, coño, que no mientan con tanto descaro, que liaron una cosa desproporcionada por un solo caso de Ébola, que al final se ha descubierto el pastel que todos los médicos sabíamos, y ahora, con muertos en los pasillos, con tres horas de demora para ser vistos los pacientes, con días enteros de espera para ingresar... nos vengan con que no pasa nada porque hemos hecho 300 contratos. Joder que no, que nos tratan como a tontos.
Haznos un favor, Susana. ¡Dedícate a lo tuyo, mujer! ¡Vete a soldar  tuberías!

Con todos mis respetos, de verdad.

4 comentarios:

  1. Cuanta razón tienes amigo Fili.
    Gracias por estos relatos.

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  2. Que conste, amigo Paco, que me apetece muchomás escribir sobre mis pacientes que sobre los políticos. Lo que pasa es que en ocasiones tiene uno que desahogarse.

    Un abrazo.

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  3. Querido José Maria que bien nos ha venido a todos un domingo lluvioso, a tí para despacharte a gusto ante la mentira e hipocresía de los políticos que nos gobiernan y a nosotros para leer de primera mano una verdad como un templo. Como médicos sabemos que para solucionar un problema lo primero es hacer un diagnostico correcto, lamentablemente la ignorancia y/o hipocresia de estas personas les impiden aceptar la cruda realidad y consecuentemente solucionarla.Ayer apareció una brizna de esperanza en Grecia con el triunfo electoral de Syriza y hoy en nuestra comunidad los intereses personales y partidistas de la fontanera Susana nos emplazan a una cita electoral precipitada, esperemos que los andaluces sepan reaccionar y le salga el tiro por la culata al apoyar a quienes puedan representar una Syriza andaluza, dandoles la espalda al bipartidismo actual.

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  4. Oye Antonio, que todavía no ha comenzado la campaña electoral. Jajaja. Pero estoy contigo.

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