jueves, 3 de agosto de 2023

¿Machismo encubierto?

Ayer al mediodía, en la rotonda del cruce de Villanueva de Algaidas, la que rodeamos para tomar la carretera a San Benito y al pueblo, vimos un coche averiado. El capó levantado y una chica joven hurgando en las tripas del vehículo.

Regresábamos de Antequera, mi hermano Frasco y yo, de nuestra partida de golf matutino. Y, sin pensarlo mucho, me paré con la intención de ayudarla. Ni siquiera nos bajamos. Por la ventanilla abierta, mi hermano le preguntó si necesitaba ayuda. La chica, con bastante desparpajo, nos dio las gracias y nos dijo que no, que era un problema del radiador que pierde agua, que cada cincuenta kilómetros se para para darle de beber. 

-¡Con Dios!!! - nos despedimos y continuamos para el pueblo.

-¿Por qué te has parado, Sema? -me pregunta, curioso, mi hermano-. ¿Habrías hecho lo mismo si hubiese sido un muchacho el averiado?

Y charlamos sobre ello. No voy a negar que la chica, vista desde cierta distancia, me pareciera bonita y tiposa, ni que llevara una falda cortita que, al inclinarse sobre el capó, dejara al aire unos muslos apetitosos. Para que veáis lo bien y acertadamente que los hombres calientes sabemos enfocar el objetivo. Pero no. Sinceramente, creo que no paré por ese motivo. Cierto que, de haber sido un joven el afectado, servidor no hubiese parado. Casi seguro que no. Pero si reflexiono un poco más allá de la simple apariencia, encuentro que no, que la verdadera razón por la que mi intuición decidió que parase fue otra. Y seguramente, peor que la primera. Veamos.

La mayor parte de las decisiones rápidas que tomamos en nuestra vida diaria no obedecen al discurso de la razón, no son pensadas, sino intuidas. Nos inclinamos de una manera casi automática movidos por una tendencia. Y dicha tendencia es mucho más precoz en el tiempo que el razonamiento lógico. Un segundo. Luego, usamos nuestro entendimiento racional para justificar o criticar nuestra conducta. Así es como actuamos casi en cualquiera de nuestras decisiones. No sólo las rápidas, también las reflexionadas. Lo primero es la intuición, la emoción, la querencia. Y luego, la razón. Primero actuamos y luego reflexionamos. Diréis que no, que eso puede valer para actuaciones "reflejas", que vosotros pensáis antes de actuar, que ante decisiones difíciles escribís en un papel los pros y los contras... Vale. Pero aún en esos casos la intuición hace que pongáis más carga positiva en aquello que "ella" desea. 

Bueno, pues mi verdad repensada es que paré de una manera intuitiva al considerar, sobre la marcha, que una chica no entiende de coches y que no iba a saber salir del problema. De haber sido un chico, ni me lo hubiese planteado. Machismo descarnado. Lo reconozco.

Por mucha formación sociológica que poseamos, por mucha matraca que nos den nuestras hijas, por mucho que creamos tener superado el problema, la verdad verdadera es que los hombres de mi edad no acabamos de desterrar el machismo. Aunque sea bien intencionado, pero machismo. 

-Y los que no somos de tu edad, tampoco -apostilla mi hermano-. A mí todavía me produce turbación ver a una chica joven de camionera, tractorista o conductora de autobuses.

¡¡Estamos apañaos!!!


5 comentarios:

  1. Sí señor, asinascomoes.
    Todo un caballero.

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  2. Nunca es tarde para el descubrimiento y la conversión. En ello estamos.

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  3. Yo creo que hay otra razón. El hombre quiere aydar pero es temeroso. Ante un posible peligro o trampa ante una mujer cree q saldrá mejor parado

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