No es que esté borracho. O puede que sí. Pero no de vino ni de aguardiente. Si acaso, de borrachuelos de miel y de café con leche. No recuerdo haberme sentido tan excitado durante toda una mañana, como la de hoy de Jueves Santo. No estoy acostumbrado al café, eso ha debido de ser.
Luego, pasado el ardor guerrero, en el duermevela de mi siesta he visualizado las emociones de una mañana muy movida: un escenario diez o doce veces repetido. Las dianas a los jefes de la Centuria. La primera, en casa de Manolo Pirreño, a las ocho y media de la madrugada. Con el estómago vacío suena más intenso el retumbar de los tambores y los chirridos de las cornetas, como gritos desgarrados de plañideras histéricas ante la muerte que se nos avecina mañana mismo.
Terminada la primera diana, charlo animadamente con Cristóbal, con Rafael, con Cipriano...mientras delecto con gusto mi primer rosco frito mojado en café con leche y un borrachuelo benjamín entre cuyos pliegues se esconde una almendra frita. Y vamos a la siguiente.
Como cada año, la diana en casa de Frasqui de Blas se alarga hasta las tantas. Josefina de Blas y Rafi del Chiqüelín se las apañan como nadie para organizar declamaciones de poemas sagrados y populares y simulacros de Los Pregones, como si ya estuviésemos todos los presentes entrando en la segunda fase de la embriaguez colectiva, la de los cánticos regionales. Me hicieron ( y yo me dejé con gusto) cantar el pregón de La Sentencia, que lo bordé, las cosas como son. Y luego siguieron Mari Gracia, Antonio Castro, Manolín Pinto y Ángel con otros pregones y una saeta, con desigual suerte. Se conoce que no lo tienen tan trillado como servidor.
En la diana de José Manuel "El Pichi" me encontré con Manolo Cañete, un amigo de la infancia, hijo de guardia civil, que abandonó el pueblo a los catorce años, pero que vuelve cada año por estas fechas "porque esta Semana Santa" es mía, es la mía, la que llevo grabada a fuego. En esta misma calle jugábamos a la pelota y de esta puerta de aquí salía Mari Gracia la de Aurelio a quitárnosla para que no le diéramos pelotazos a su fachada, ¿te acuerdas?"...
Y por fin, la ceremonia que culmina la mañana: la recogida de la bandera de la Centuria. Es una liturgia laica que aglutina a todo un pueblo en la calle de Carmencita de Santiago, arropando con sus aplausos encendidos el marcial desfile de los soldados hasta la Casa Grande de los Santiagos donde se custodia la bandera. Un ritual de más de un siglo de vida que simboliza mejor que ningún otro la identidad religiosa y festiva de nuestra gente.
Y uno irremediablemente regresa al pasado. La Semana Santa es para nosotros los viejos una vuelta a los orígenes, a la emoción tierna y fresca de una infancia nostálgica que nos retumba en el estómago con cada golpe de tambor; al monaguillo que no apuraba las vinajeras porque -decía- sabían a sangre -la sangre de Cristo-; al "niño, tira paentro, que te vas a librar hoy por ser el día que es" (abuela dixit); a los mantecosos y borrachuelos; a mi chacho Antonio Hurtado, el cabo gastador más divertido e indisciplinado que haya desfilado en la Centuria; a las saetas de Navarrillo; a la seriedad jerárquica de Antonio Juanito y del Chiqüelín; a Manolo Porrera, imponente paseando la bandera; al nazareno con su cruz que desde El Berrinche bendecía olivares y pujares; al púlpito severo de un cura ladino que señalaba con su dedo; a la turbación del seminarista de primer año ante los muslos, desnudos por el viento, de su musa de adolescente, tan carnosos, tan fugaces...
Sin querer, sin poderlo remediar, como cuando canturreo conduciendo, como una cosa que fuese automática, me sorprendo marcando el paso en mi sitio, en la puerta de la Casa Grande, casi casi mentalmente: la izquierda, al redoble del tambor.
Y mañana, Las Siete Palabras.
Te olvidas del pregonero. Jose el de Grabiel.
ResponderEliminarQue comienza su pregón diciendo: En Palenciana nací y romano soy, ….
Hablo del Jueves Santo de ayer y me vuelvo al de hace cincuenta años, cuando José Gabriel era un mocoso. Jajajaja.
EliminarNo se puede escribir un poema con más gracia en su primer verso.
ResponderEliminarJajajaja
EliminarMe encanta q bien lo describes puñetero 😘
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