miércoles, 30 de octubre de 2013

La gitana conversa

No tengo catalanofobia ni mucho menos. Me gusta Cataluña, conozco Barcelona, Tarragona y Lérida, he disfrutado los encantos naturales de la Costa Brava, no te digo nada del Pirineo  y me he sentido muy bien tratado por el personal siempre que he viajado allí. Lo de ahora, lo de la independencia, es un cuento de los políticos, pero también  un sentimiento emotivo y sincero de muchos catalanes, quizás engañados o desinformados. Ahora bien, una cosa no quita la otra: al Barsa lo tengo "atragantao", nene. Hago esta aclaración por lo que viene.

Esta mujer de la consulta es de pura raza calé. Es de mi edad, más o menos, esbelta, gitana y bien plantá.

-Usted no puede negar la pinta, eh.
-Vaya que no, a muncha honra.

Viene sola, no necesita a nadie, se basta y se sobra. Tal es su genio y desparpajo que no le cabe en su cuerpo tanto poderío y se le sale en forma de hipertensión arterial. La tiene por las nubes, "Mire doctor, ayer mismo la tenía en 26 y 12 (260/120), y tan pancha".

La exploro, le pido la analítica y las pruebas pertinentes y le modifico el tratamiento. Estaré muy pendiente de ella a través del teléfono por ver cómo va respondiendo. "Sí, doctor, haga usted el favor que cualquier día de éstos me da un jamacuco que me quedo en el sitio".

-Pues a lo que usted me decía antes... mi madre se queja de que estamos perdiendo nuestra raza.
-¿Y eso?
-Pues que mis hijos ya no parecen gitanos, se han casado con gente de vosotros, con payos... y tengo dos nietecitos que da gloria verlos, morenitos sí, pero no son gitanos.
-No pasa nada, mujer, todos mezclados es mejor, en la variedad está el gusto. Mire, desde el punto de vista de la naturaleza, cuanto más mezcla de sangres, más riqueza.
-Yaaaa... yo no tengo ningún problema. En mi familia, y no es porque yo lo diga, eh, somos hermosos y altos, gente guapa, vaya.
-Es que los gitanos españoles no son como los gitanos rumanos -me pongo yo a dar coba.
-Ni mucho menos, no hay color. Y lo de la mezcla es verdad, pa que usted vea, yo misma me casé con un payo y además catalán.

Oye, me salió del alma, de pronto, se me escapó:

-Joer, un catalán... eso es peor que ser gitano.

No sabía cómo salir de la imprudencia. Nos echamos todos a reír y ya está.

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