martes, 16 de junio de 2015

¿Cambiamos las personas?

Acallado un poco el bullicio de los últimos días por los cambios de cromos de las nuevas alcaldías y autonomías, y con una ligera esperanza de una política más social al ver bastante rojo sobre el azul monótono de nuestro mapa político, me voy a enfrascar con vosotros en un tema más ameno y menos apasionado. ¿Cambiamos las personas a lo largo de nuestra vida, o somos siempre los mismos?
 
Ha sido éste uno de los últimos temas de debate de "baja temperatura" en las reuniones de sobremesa con mis amigos, aquí en Sevilla. Naturalmente, hay opiniones para todos los gustos. Pero son eso mismo: opiniones. Nada de razones meditadas. Ideas que se te suben a la cabeza encendidas por el calor del ambiente y avivadas por el Rioja y el Ibérico de bellota de Los Pedroches. En lugar de estar durmiendo la siesta, que sería lo suyo. 
 
Está el bloque determinista -podemos llamarlo así-, que sostiene que las personas no cambiamos, aquello de que es imposible luchar contra el destino, que el que nace lechón muere cochino. Esta gente opina que nuestra personalidad se mantiene idéntica y que los cambios que podamos observar en las conductas son simples estrategias adaptativas. Pero que en el fondo somos siempre lo mismo. Echan mano a ejemplos de la naturaleza o aluden a teorías genéticas, como que los árboles son idénticos con follaje que desnudos, lo mismo que los ríos, los montes o los animales, a los que los factores climáticos les mudan el semblante pero no su propia naturaleza, el perro manso lo será toda su vida y el arisco, también. Genio y figura.
 
Yo me alineo con el otro bloque -podemos llamarlo existencialista o evolucionista-. Pensamos nosotros que las personas podemos cambiar y que, de hecho, cambiamos. ¿Qué es eso tan grandilocuente de la personalidad inmutable? La personalidad -o el carácter, si queréis- es una cualidad de las personas, que es intangible. Sabemos de la personalidad de alguien a través de su conducta -por sus hechos les conoceréis-. La personalidad la integran muchos elementos que tienen que ver con nuestra capacidad de relacionarnos: gestos, mirada, actitudes corporales y vivenciales, lenguaje verbal y extra verbal, y muy condicionada por las vivencias propias y el entorno. Y todo ello se materializa y exterioriza mediante el comportamiento. Si las personas cambiamos es porque tenemos la capacidad de modificar nuestra conducta. Y yo afirmo que sí, que cambiamos. ¿Que son cambios adaptativos? Vale. Me da igual. En la naturaleza las cosas funcionan así, nada cambia porque sí, el cambio obedece a una adaptación al medio cambiante. Es así. Camarón que se duerme se lo lleva la corriente. Mi amigo Pintor, experto en neuro-biología del comportamiento, me podrá corregir: el factor ambiental, el entorno en el que una persona vive, el medio, es tan importante para la vida celular como lo es el propio núcleo de la célula. Tanto que incluso la actividad bioquímica de un determinado gen puede verse modificada por factores ambientales. La llamada penetrancia de un gen, esto es, su expresión real y actual -no la potencial- en la síntesis proteica está fuertemente condicionada por factores del ambiente. Dicho de otra manera: el entorno modifica  la genética. Y ya sabemos todos que cuando hablamos de entorno nos estamos refiriendo a alimentación, clima, higiene, trabajo, vivienda, estilos de vida, tabaco y  vicios varios.
 
Y luego tenemos los ejemplos reales y personalísimos. Vamos a ver, hombre, ¿acaso alguien puede dudar del cambio de personalidad efectuado en nuestro amigo Juan Francisco en los últimos diez años? Ciego será quien no lo vea. "Es que ha sufrido varios batacazos de no te menees" -dicen a modo de explicación. Naturalmente. Nuestras vivencias y experiencia también nos hacen cambiar. Mirémonos a nosotros mismos. En las reuniones anuales de ex seminaristas nos mentimos piadosamente cada año con la misma cantinela, "tío estás igual". Una po... como una olla, hombre. Estamos cambiadísimos, claro está. Salvo a cuatro o cinco, al resto lo ves por la calle y jamás lo reconocerías. Bien y si aceptamos el cambio en lo físico ¿por qué no en  lo espiritual?. Vuelvo a repetirlo: el entorno condiciona nuestra conducta. Y nuestro físico es nuestro entorno más inmediato. Mi mujer, la Peque, con unas piernas chulísimas, bien torneadas y sin hoyitos, impropias de sus años, ya no se pone falda corta, con lo que me gusta, porque dice que ya no tiene edad para ello, que le han salido "venillas". En fin...
 
Un servidor de ustedes ha sido de siempre un ratón de biblioteca, un empollón, un residente del hospital, en el Reina Sofía y luego aquí en Valme, una de esas personas que casi sólo viven para su trabajo olvidando otras obligaciones domésticas y personales en pro de la Ciencia y de la Humanidad. Hasta que un día bendito, su mujer le plantó las cuarenta en las narices: "O te montas en nuestro carro o te quedas más solo que la una". Pude, afortunadamente, conciliar ambas partes, pero el cambio fue radical. Y entonces tuve amigos, tuve familia, tuve mujer y tuve a mi Meli. Y hubo lugar también para el Hospital, pero no todo. ¿Cambio adaptativo? Desde luego que sí. Pero yo no soy quien era.
¿Y la edad? Pues también creo que los años dulcifican unas cosas y enrocan otras. Yo me he vuelto más intransigente y gruñón con mis compañeros e incluso con mis propios pacientes. Y, sin embargo, más flexible y tolerante con "mis eternos enemigos" culés. Este año ni me he enfadado siquiera porque lo hayan ganado todo. ¿Es posible mayor cambio?

3 comentarios:

  1. En los veinte y pocos años que he ejercido como psicólogo, fundamentalmente en conflictos matrimoniales, las mujeres que acudían a mi despacho profesional me decían, y esto es algo especifico de ellas, que cuando veían las inconsistencias en la conducta del marido, sus primeros fallos en la convivencia, solían pensar que estos problemas se debían a la falta de rodaje en esa convivencia y que ellas acabarían cambiando esas conductas disruptivas,las mujeres creen tener un poder taumatúrgico para estas cosas, yo solía decirles: cambiara, pero lo hará a peor, solemos ser, más que la suma de nuestras virtudes, el acopio de nuestros defectos y errores. Puede ser un punto de vista cínico, pero así lo veo.
    Con un fuerte abrazo.

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  2. Querido Cesar: en mi caso concreto las influencias ejercidas por mi madre y mi mujer han sido decisivas. Y para bien. Eso creo.
    Además que esos hombres de los que hablas no han pasado por el seminario. Seguro que no. Jajaja.
    Un abrazo.

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  3. Querido Fili. Acabo de leer tu nueva entrada y coincido contigo en el cambio de las personas, pues independientemente de lo que entendamos por "personalidad" ésta se localiza y fundamenta en el cerebro, del que sabemos que una de sus propiedades es la plasticidad, de manera que no solo está cambiando permanentemente en función de nuevos estímulos sino que es capaz de cambiarse a sí mismo, reforzando o debilitando las sinapsis y creando nuevas. Pienso que la memoria y la conciencia nos hacen caer en la ilusión de permanencia y de ser siempre los mismos, aunque estemos continuamente cambiando. Por cierto estoy esperando tu comentario a mi ultimo articulo en el que puedes encontrar argumentos para tu posición. Un abrazo

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