domingo, 27 de septiembre de 2015

Accesibilidad

A esta mujer de 70 años la he visto en mi consulta por un problema renal de escasa importancia. Se ha resuelto en la segunda visita. Pero no puedo darle el alta a su médico de cabecera porque descubro que presenta, además, una insuficiencia cardiaca severa. Le pongo tratamiento adecuado, le solicito un estudio de coronariografías y la derivo a su cardiólogo de zona para que él haga el seguimiento oportuno.
Éste es el protocolo habitual, lo que hacemos normalmente cuando detectas un nuevo problema no conocido previamente. Si la mujer tuviese más enfermedades o fuese mucho más mayor no la derivaría a ninguna parte sino que yo mismo me haría cargo de todos sus procesos.
Vale. Hasta ahí, todo correcto.
La sorpresa es cuando me entero de que la cita para el cardiólogo es para septiembre de 2016, es decir, un año de demora.
 
Éste es uno de nuestros grandes males, las demoras en las citas.
 
¿Por qué ocurre esto?
 
Hay un decreto  que prioriza las citas para los especialistas cuando las peticiones provienen desde el médico de cabecera. Tienen que estar antes de 60 días. Muy bien. Con ello se pretende y se consigue apoyar en lo posible al médico de atención primaria. Muy bien. Incluso, 60 días me parece un plazo muy largo.
¿Qué pasa entonces? Pues que no quedan huecos disponibles para las peticiones que hacemos los otros especialistas. Nosotros no tenemos prioridad, la cita puede demorarse al infinito. No hay decreto que regularice esto. Por otra parte, las solicitudes de interconsulta no pasan previamente por los médicos especialistas para darles así una mayor o menor prioridad sino que las citan directamente las manos asépticas de un administrativo que, sin conocimientos médicos, se limita a rellenar la agenda. Por aquí vamos, pues por aquí. Da lo mismo que sea un año que dos.

Como vemos, este problema, tan corriente, atenta con dos grandes principios de la calidad: la accesibilidad y la equidad.
 
Solución: no pedir nosotros ninguna interconsulta a otros especialistas sino que las pida el médico de cabecera. Si lo hacemos así, éste, el médico de cabecera, nos puede tachar de vagos, que no queremos hacer nuestro trabajo.
O bien, personarte tú mesmo en cita previa y "pelearte" con el administrativo de turno para obtener una cita más favorable a costa de otro paciente sufridor que no ha tenido padrino.
O lo que suele hacer el personal por lo común: irse a Urgencias.

Yo animo a la gente a que proteste y reclame en el sitio adecuado. Que no abronque al administrativo de cita previa que poco puede hacer. Que no escriba en el pliego de las reclamaciones, eso no sirve pa ná. Que vaya directamente al despacho de la dirección del centro que corresponda y que allí, con mesura y educación, exponga al director el problema. Si el pasillo de las direcciones médicas de los distintos centros estuviese toda la mañana atiborrado de personal descontento la cosa sería muy distinta.

Pero no. Es más rápido y está más a la mano irse a las urgencias de los hospitales por problemas de salud que, sin ser urgentes, tampoco pueden esperar meses y meses. La gente, astuta, ¿cómo no?, ha aprendido que, aún con el inconveniente de aguantar luengas y pesadas horas en manos de médicos novatos e inexpertos, al final consigue el propósito de adelantar en mucho la cita con el especialista. Y encima este fenómeno social de crudísima realidad ejerce en la población un efecto llamada de primer orden. Venir a las urgencias del hospital sale a cuenta. Así tenemos las Urgencias: congestionadas hasta reventar.

Y no deja de resultar paradójico que los gerentes conocen esto perfectamente. Si no hubiese la indecente demora para las visitas a los especialistas caería en picado la afluencia de las gentes a las urgencias. Como la leche recién hervida. Parece que ponen mucho empeño en descongestionar las urgencias, pero no es así. Todo es simulacro. Si fuese de verdad, entonces se reforzarían las urgencias hospitalarias con personal cualificado y no con residentes de primer año, se controlaría mejor el nivel de derivaciones desde atención primaria, se exigiría a los distintos jefes de servicio una respuesta mucho más rápida y adecuada en los centros periféricos de especialidades, se procuraría dotar de troncalidad a los mismos para evitar tanta dispersión y fragmentación en la asistencia, esto es, que un anciano no tenga necesidad de visitar a cuatro especialistas sino a uno solo. Por ejemplo.

Para ello se necesita la voz clara y decidida de la población. No en los mostradores, no en las consultas ni en los pasillos, sino en los despachos de los directores. O en la prensa. Por desgracia, nuestra gente, vosotros mis queridos lectores y amigos, yo mismo, todos, se conforma con poder ir a las urgencias cuando le dé la real gana. Y de eso, de esa displicencia, se aprovechan los gestores.

En fin... yo aquí con estas lamentaciones, que parezco un Jeremías hospitalario, y allá arriba los catalinos con sus votos y sus bravuconadas. ¡Que el Señor nos coja confesados!

20 comentarios:

  1. Fili, gracias por alzar la voz de forma clara y contundente. Muchas gracias.

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  2. Antonio Estepa Romero29 de septiembre de 2015, 10:42

    Si los Ministros de Sanidad tuvieran la mitad de humanidad que tú, querido José María, el sistema, aunque bueno, mejoraría muchísimo más, Necesitamos dirigentes con cabeza y sobre todo con corazón. Mandar es servir. Eso lo aprendimos desde muy pequeños, pero hay muchos caraduras que lo utilizan para provecho propio. Un abrazo.

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  3. Gracias muchachos. Pero esto es muy complejo. Somos muchos los actores en el mundo sanitario, con intereses encontrados, con sectarismos y partidismos. La Medicina cada vez más cara, más fraccionada, más difícil. La sociedad, envejecida, necesitada y exigente. Muchos profesionales nos encontramos ya viejos y cansados, en la esquina de la jubilación, y tenemos la impresión -ojalá errónea- de que el relevo generacional no alcance; no por formación, sino por recursos personales suficientes. Y luego está lo de siempre: todo lo que lo toca la política... ya se sabe.

    Un abrazo a todos.

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  4. Pues que, sin temor a ser lírico, que me duele España.

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  5. Pues que, sin temor a ser lírico, que me duele España.

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  6. ¡Qué gracioso el César! Pero es así. Nos duele España. Por ésta y otras muchas cuestiones.

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  7. Gracias, José María por el artículo. Voy a comentar tu respuesta a los dos primeros comentarios. Dices: "esto es muy complejo". Esa es la clave. Esta mañana he tenido que hacer una gestión parecida a la que cuentas. Me ha salido bien. Pero hay una persona en Palenciana con cáncer ya diagnosticado esperando para radioterapia esperando que lo llamen de oncología. En abril o mayo le pidieron un tac y otras pruebas. Se las hizo en Agosto. LLamó y le dijeron que cuando les llegara el informe lo llamarían. Todavía no lo han llamado. He llegado a la conclusión que las personas estamos en manos de grandes corporaciones, sean éstas un banco, una compañía telefónica o eléctrica, un ayuntamiento, una institución pública, el catastro, el registro, un hospital, etc. etc. Las pagamos todas. Los de las ventanillas son unos mandados ("el ordenador no me deja", "Déjeme un teléfono ya le llamaremos. ¿Su dirección es ésta?". "Lo siento mucho pero no está en mi mano", respuestas así que te dejan con cara de tonto). Los verdaderos responsables, según qué institución ganan siete, quince, ochenta veces más que tú. Y si es un banco ni te cuento los sueldo de millones anuales con dinero de los impositores y de los pobres hipotecados. Llevan traje y corbata y se esconden. No tratan con la plebe. Eso es todo. Y lo consentimos y en el caso de los políticos les damos nuestras representación. Sí. Nos duele España. Y en la Universidad de Granada una investigación prometedora contra el cáncer atacando células madre que producen la metástasis esperando un millón de euros para pasar de ratones a humanos y no hay manera a pesar de 167.341 firmas (hasta ahora) en change.org por iniciativa del Dr. Sebastián Martín Recio, un médico creo que de atención primaria. Mientras los millones se van a chorros para cosas banales o peor, como todo el mundo sabe.

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  8. ¡Qué fuerte y duro lo que dices! Pero es la cruda realidad. Me sigue doliendo España. No entro en macro política o en macro economía porque me pierdo. Pero sí entiendo mucho del cara a cara, del face to face, de lo que sí podemos hacer los que atendemos la ventanilla al público y, sin embargo, no hacemos. El que quiere y está comprometido con su trabajo y con las personas, ése sí que llama al teléfono, ése sí se queda con la cita pendiente apuntada en su agenda, incluso su agenda personal, para que no se le pase; ése sí que escribe a mano cuando el ordenador se para... en suma, ése presta el servicio para el que está encomendado. Y en muchas ocasiones, ese último pase es el decisivo. Y nunca llega.
    No conozco el caso del enfermo de Palenciana que desespera por la cita de radioterapia. Pero conozco muchos similares. Están amontonados en una pila de informes esperando que haya hueco en las agendas respectivas de los respectivos especialistas. Los administrativos de turno van rellenando los huecos con la única prioridad del tiempo que llevan esperando. No hay prioridad clínica, sólo cronológica.

    En fin... no me tiréis más de la lengua. Mi deseo es que conozcáis de primera mano nuestras múltiples deficiencias, pero ha de ser a pequeña dosis, poco a poco. Si no, esto os va a parecer más desastre aún de lo que es.
    También hay ocasión y motivo para el orgullo y la enhorabuena. ¡Qué duda cabe! Pero nos duele lo que no carbura pudiendo funcionar.
    Un abrazo.

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  9. Tan real como la vida misma. Excelente reflexión a partir de un caso concreto. Sin entrar en profundidades ante una situación tan compleja es cierto que si cada uno de los actores se implicase para solucionar el problema en vez de limitarse a seguir las instrucciones, las cosas serian diferentes. Lo malo es que los directivos de la empresa están consiguiendo que cada vez sean menos los profesionales implicados en ofrecer soluciones y mas los que se limitan a registrar los datos por los que son evaluados y premiados aunque nada tengan que ver con la realidad pues a nadie le interesa hacer una auditoria de los mismos. En fin querido amigo como siempre has dado en el blanco. Un abrazo

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  10. Deseo ser justo, positivo y agradecido. Es cierto que escribí con un poco de rabia y parece que esa es mi posición definitiva. Podría contar más anécdotas en que todo sale bien más que lo contrario. Si estoy vivo se lo debo a médicos de la seguridad social. Si la oncología tiene algunos problemas como el mencionado está mejor que lo que ofrecen las compañías privadas. En Córdoba el año pasado se reunieron más de 25000 firmas para que Muface defendiera a sus mutualistas frente a las privadas. Al final, un grupo tuvo que pasarse a la Seguridad Social. Así es que conste mi agradecimiento al buen hacer de muchos médicos y demás sanitarios de la Seguridad Social. Que sean ustedes autocríticos está muy bien. Que sean conscientes de las disfunciones del sistema y que les duela está mejor. Pero que conozcan cuántos pacientes estamos satisfechos del trato y del tratamiento les debe reconfortar. Es lo que deseo.

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  11. Es cierto Pepe. En eso estamos. La mayoría de nuestras satisfacciones provienen del agradecimiento de nuestros pacientes y de la reconfortante sensación del trabajo que uno cree bien hecho. De acuerdo. Comprendemos que hay deficiencias prácticamente insalvables. No queremos la perfección. Errare humanum est. Lo que deseamos es tan sencillo -y tan difícil- como hacer las cosas lo mejor posible.

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  12. Ayer acompañé al hospital al paciente de prostata de Palenvoans diagnosticado en enero pasado. En abril gammagrafia. En agosto TAC. Hoy le han dado la primera sesion de radio. ¿Un malentendido? Si una negligencia no, desde luego diligencia tampoco. La amable señorita que lo atendió negó que su máquina tuviera lista de espera. Antes de media hora de salir del hospital lo llamaron al móvil y lo citaron para hoy. Ya ha llegado al pueblo de vuelta. Todavía le falta que lo informen de los resultados del TAC hecho en agosto. Todo se andará. Pero al menos ya esta en radioterapia.

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  13. Ayer acompañé al hospital al paciente de prostata de Palenvoans diagnosticado en enero pasado. En abril gammagrafia. En agosto TAC. Hoy le han dado la primera sesion de radio. ¿Un malentendido? Si una negligencia no, desde luego diligencia tampoco. La amable señorita que lo atendió negó que su máquina tuviera lista de espera. Antes de media hora de salir del hospital lo llamaron al móvil y lo citaron para hoy. Ya ha llegado al pueblo de vuelta. Todavía le falta que lo informen de los resultados del TAC hecho en agosto. Todo se andará. Pero al menos ya esta en radioterapia.

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  14. José María reconforta notar en los profesionales de la medicina esa evaluación desde dentro, reconociendo las carencias y la burocratización del sistema sanitario en nuestro país.
    Vaya por delante que a mi me salvaron la vida en una ocasión actuando con celeridad e inmediatez, y dejándome encarrilado.
    Pero en otras ocasiones he de confesar que después de recibir una cita con un médico especialista para dentro de tres meses, decidí irme por lo privado y recibir tratamiento de un día para otro.
    Eso, es algo que casa con lo que se cuenta cuando se dice la coletilla de que lo que tocan los políticos se estropea. Porque las miras de rentabilidad con las que confeccionan los servicios públicos siempre tienen ese doble fondo que piensa primero en la ganancia inmediata, y luego en el rebote del sistema y de la gente.
    Si el gasto que se presenta es demasiado alto y no se puede derivar empieza el baile y las dilaciones.
    Entiendo tu comentario, y comprendo que cada ocasión es un mundo por las personas que intervienen en cada sitio y en cada caso.
    Reclamar por conducto reglamentario está bien, y ponerlo ante la opinión pública también, para que los responsables políticos se vean retratados, pues los impuestos se siguen pagando puntualmente.
    Por la mayoría ciudadana.
    Un abrazo.
    Juan Martín.


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  15. En fin... es lo que hay. Si a mí me preguntan cual es el verdadero talón de Aquiles de nuestra sanidad pública yo contesto que las demoras. De ninguna de las maneras es concebible para nadie que una persona se diagnostique de un cáncer en enero y reciba su primer tratamiento en octubre. Los médicos sabemos que, en ausencia de metástasis, el cáncer de próstata camina muy lentamente y que posiblemente esta demora no afecte a la vida del paciente. Pero éste y sus familiares, con toda lógica, se desesperan por la angustia de la espera. Se nos debería caer la cara de vergüenza.

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  16. Seamos justos. No es su primer tratamiento. Le han puesto 1 inyección por trimestre y toma unas pastillas no sé con qué periodicidad. Ha habido un retraso en citarlo para la radioterapia y para informarle del TAC hecho en agosto.
    Mantengo que con estas lagunas la sanidad pública se ocupa de los pacientes de cáncer en todos los casos y hasta el final de la enfermedad mientras que la privada, si puede, se los quita de enmedio. Conozco un caso de obligar a una paciente de Córdoba a ir a operarse de mama a Pamplona. Se operó aquí. Le denegaron la factura. Como su hija era abogada logró que se le pagaran y la Dirección G. De la Seguridad Social le mandó un escrito señalando a la compañía todas las obligaciones subsiguientes. A otro operado de próstata le negaban ampliar el número de sesiones de fisioterapia que creo que son habituales en estos casos. Yo mismo me he dado de baja en una póliza privada que mantenía por algo similar. Además, el delegado médico se ha negado a recibirme. Una señorita me indicó que el Sr. Delegado estaba en un nivel supermega. Vamos que no recibe a los simples mortales. El señor de atención al cliente me dijo: "eso es mu difísil".Así es que, si comparamos, aunque en todas partes se cuecen habas yo prefiero la sanidad pública en la que estoy, siendo de los afortunados que puedo elegir como cada enero podemos hacer los funcionarios. Creo que cabe pensar que una parte importante de los que eligen la sanidad pública son enfermos crónicos o más graves que encuentran mejor atención en la pública que en la privada.
    Si alguno de mis mensajes anteriores ha dado pie a pensar que el paciente de Palenciana que fue diagnosticado en enero no tenía ningún tratamiento, pido excusas. Repito, ha habido demora en la información del TAC y en la cita de radioterapia. Tenía un tratamiento consistente en 1 inyección trimestral y comprimidos.

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  17. DE acuerdo, Pepe. Comprendido todo. Mi intención no es desde luego comparar la sanidad pública con la privada. Ganamos por goleada. Sobre todo en coberturas y garantías, que no en confortabilidad o intimidad. Mi propósito es la mejora en nuestra calidad asistencial. Mi idea es que aún lo podemos y debemos hacer mejor; que tenemos recursos para que un paciente y su familia no estén tres meses esperando el resultado de un TAC, por ejemplo.
    Y la cosa sería mucho más factible y satisfactoria para todos, personal sanitario y pacientes, con algo tan simple como aquella arenga de Nelson a sus marinos y marineros ante el formidable envite de Trafalgar: "sólo espero que cada cual cumpla con su deber".

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  18. De acuerdo en todo, José María, aunque me crea bastantes dudas lo de controlar lo del nivel de derivaciones desde Atención Primaria. Si es en la cantidad, como sabes se ha venido haciendo, dando lugar a efectos perversos que puedes suponer; lo de la calidad de la derivación lo veo muy complejo de llevar a cabo:¿qué criterios? y ¿quién lo realizaría? y luego está el contexto en el que nos movemos de sociedad medicalizada y consumo de Medicina en general, que implica mucho sentado delante del paciente.
    Por lo demás, enhorabuena por tu blog; es una alegría reencontrarte.
    Un abrazo

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  19. Queridos todos: Juan Tormo es un amigo mío de los tiempos de Facultad y del Reina Sofía. Después de 30 años nos hemos reencontrado vía e mail. Trabaja en Granada en un centro de salud. Al igual que el Pintor, es un médico de Atención Primaria, médico de cabecera comprometido con su oficio y con su gente. Aparte de la inmensa alegría que ha supuesto para la Peque y para mí este reencuentro, sus opiniones poseen mucho valor para mí por provenir d e un hombre íntegro que trabaja en el otro lado de la misma frontera.

    Un abrazo, Juan.

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