Debo confesaros que me resulta algo descorazonador que después de luengos años de reuniones, asambleas, congresos, intervenciones en algunas universidades y en cadenas de radio alternativas, el mensaje del laicismo no haya calado en la ciudadanía todo lo que debiera. Así pues, no es de extrañar que ningún partido político se faje en este asunto, algo que para la sociedad ni siquiera existe. Lástima, pero es así.
-¿Y vosotros qué es lo que predicáis? -nos pregunta el dueño del hostal donde nos alojamos este finde pasado con motivo de un encuentro laicista.
Y después de que María Victoria le explicase a grandes rasgos el propósito de nuestra organización, "Andalucía Laica", el buen parroquiano va y nos contesta, sobrado:
-¡Ya! Entonces vosotros sois una cosa así como los testigos de Jehová ¿no?
Es como para haber cogido el petate y volverse uno a su casa.
Cuando uno habla de laicismo con la gente de la calle, paisanos del pueblo, incluso con algunos amigos y familiares, lo toman por cosa propia de ateos y anticlericales. No es nada raro que identifiquen laicismo con ateísmo. Y no es así. Desde luego que cualquier ateo es laicista, claro está, pero entendemos nosotros que cualquier persona que vive en una sociedad democrática debe ser laicista, incluso los más fervientes creyentes. El laicismo es un valor inherente a la democracia, de manera que no puede entenderse una democracia que sea confesional de cualquiera de las religiones existentes. La propia Constitución Española en su artículo 16.3 proclama que ninguna religión tendrá un carácter estatal y que España se declara como un Estado aconfesional.
Mucha gente de izquierdas, entre la que me incluyo, pretende equiparar los términos de aconfesionalidad y laicidad. Se trata de una cuestión semántica que ni siquiera la Real Academia de la Lengua ha logrado aclarar. Pero, siendo ecuánimes y estrictos, admiten cierto grado de distinción conceptual. La aconfesionalidad es una declaración de intenciones; la laicidad, el camino a seguir para lograr el principal objetivo: la separación de Iglesia y Estado.
El laicismo es una doctrina o línea de pensamiento que defiende y promueve la independencia del Estado respecto de cualquier organización o confesión religiosa: la secularización del Estado. Por tanto, más que ser laicos, queremos ser laicos, deseamos ir desbrozando la farragosa maleza del nacional catolicismo incrustado en nuestra mente por tantos años de adoctrinamiento y abrir la senda que nos conduzca a la verdadera libertad de pensamiento y de conciencia. En el ámbito de lo privado, cada cual con su conciencia y sus creencias; en el ámbito de lo público no tiene cabida ninguna ideología religiosa: todos iguales.
El laicismo es un valor democrático por cuanto que apoya la libertad y el respeto a las distintas religiones y creencias. La misma libertad y respeto que para quienes carecen de aquéllas. Están en un error quienes piensan que los laicistas somos unos antireligión, unos anticlericales, unos quemaiglesias. Nada de eso. Es verdad que denunciamos a la Iglesia jerárquica (nunca a la de base) por los exagerados e injustificados privilegios que le concede el dichoso Concordato del Estado español con La Santa Sede (1953), Concordato con más atributos favorables a la Iglesia que ningún otro Estado en el mundo. Y por si fuese poco, favorecido por aquella malhadada normativa del gobierno Aznar por la que los obispos pueden ejercer de notarios e inmatricular para la Iglesia propiedades de dominio público.
Nada deben temer de nosotros las personas creyentes. No somos bichos raros ni estamos condenados. Somos gente corriente que creemos en las libertades individuales y en la concordia de las personas fundada en lo que nos une y no en aquello que nos separa. Ningún derecho individual ha de ser amenazado por un Estado laico. Propugnamos una real separación del Estado respecto de las distintas instituciones religiosas, es decir, la neutralidad del Estado. Naturalmente, dicha neutralidad lleva aparejadas una serie de restricciones en los actuales privilegios de los que goza graciosamente la Iglesia, tales como el sostenimiento económico, las obligaciones fiscales y el mantenimiento de los bienes inmuebles, así como otros de índole social, tales como la presencia de simbología religiosa en las instituciones públicas, la asignatura de religión en la escuela o la participación en actos religiosos, principalmente procesiones, de representantes de los poderes públicos como tales.
Un ejemplo práctico: en mi pueblo el próximo verano se va a proceder a un acto religioso que se prevé multitudinario consistente en la coronación canónica de nuestra Virgen del Carmen. Yo, como ciudadano ateo, respetaré el llanto, la emoción y la devoción de tantos creyentes fervorosos que esperan con ansia tan magno acontecimiento. Yo, como laicista, me sentiré muy frustrado en el caso de que la Corporación Municipal, en cuanto que tal, participe en los actos y, sobre todo, sufrague parte del elevado gasto que tal acontecimiento va a suponer.
Cualquier creyente puede seguir siéndolo y, al mismo tiempo, abrazar su laicidad. Nada tiene que perder. El mismo Jesucristo fue el primer creyente laico: Dad al César lo del César y a Dios lo de Dios, dijo.
Pues eso.
Qué tiene que ver la iglesia y los creyentes con el nacional catolicismo?
ResponderEliminarAcaso podemos acusar a nuestros poderes por los abusos de otros tiempos?
Acaso la iglesia católica no es quizás la primera en la asistencia social?
Cuando alguien tiene un problema por su pobreza, va a una asociación de laicado o va al cura o a caritas?
Y si hoy disfrutamos de una sociedad democrática, se puede olvidar la aportación de las sacristías y los movimientos cristianos?
Además y no es arrogancia, el ser creyente en la palabra de Jesús, humaniza al hombre.
Las Bienaventuranzas están muy por encima de la declaración de derechos.
Ya hablaremos.
Me llamo Ardino.
Ardino, lo primero que he hablado ha sido de respeto por creencias y religiones. No soy creyente, pero respeto a quienes son y a sus creencias. Lo que exigimos, desde el marco constitucional, es una separación de Iglesia y Estado.
EliminarLa Iglesia debe autofinanciarse como cualquiera otra Organización no gubernamental. La Iglesia debe pagar impuestos. Toda mi consideración y respeto por la iglesia de base. Es la Iglesia jerárquica la que debe abandonar sus privilegios.
Pues eso, el Laicismo en España seguirá siendo un a utopía?
ResponderEliminarEn esta vida hay gustos para todos .lo que importan son las cualidades humanas de las personas ,no llevar la etiqueta solamente,lo fundamntal es la esencia , no la apariencia
ResponderEliminarDe acuerdo. Esencia de personas con pensamiento abierto y crítico.
EliminarBuen articulo y con temas a abiertos aún en el laicismo. Efectivamente los creyentes tienen espacio en el laicismo. Hay creyentes en Europa Laica. Pero resulta que los creyentes son un tercio solo de la población española, a mí me preocupa más esa cantidad de población absolutamente secularizada y que no existe acercamiento alguno al laicismo. No sabemos explicar su sentido y la población no tiene interés en el tema.
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo.
EliminarHace poco leí este cuento.
ResponderEliminarUn pez abuelo advertía a su nieto pez de los peligros que hay en el mar. El pez pequeño preguntó: Abuelo, ¿qué es el. mar?
¿No nos pasará a nosotros, peces pequeños, que desconocemos que vivimos bajo poderes económicos y religiosos y por eso ni nos damos cuenta ni tenemos capacidad de crítica ante ellos. Abuelo, ¿qué es el mar?
Por eso es hora de que los que ya somos abuelos expliquemos a los jóvenes dónde es donde vivimos.
EliminarÉste es un muy buen tema para pensar amigo José María, porque desde mi parecer, nos hace reflexionar sobre lo que ha sido nuestra sociedad a lo largo de la historia. Una radiografía que nos retrata como un cuerpo vivo, que nace muy ceporro, y que andando el tiempo se va perfilando.
ResponderEliminarAlgunas cosas como la religión aportaron valores que han
ayudado a hacer el camino humano más llevadero. Y luego esta nuestra condición humana de supervivencia animal, que intenta sacar tajada de todo lo que se mueve.
Un abrazo
Juan Martín
Pues muy bien explicado Fili, habría que aclarar a Ardino que La Declaración Universal de Derechos Humanos no se hizo pensando en ninguna religión, ni contra ninguna, decir que las Bienaventuranzas está por encima de esa Declaración, sencillamente sobra.
ResponderEliminarBienaventurados los pobres porque de ellos es el reino de los cielos. Por ello la Iglesia jerárquica es pobre. Jajaja. Los pobres de España no quieren para nada el reino de los cielos, una entelequia, quieren vivir dignamente en el reino de la tierra.
EliminarEl tema, muy bien tratado por ti, Fili, diría yo que te lo inspiraron o instigaron José Antonio Naz y Mari Carmen.
ResponderEliminarLas corridas de toros que las paguen los aficionados taurinos, y el culto católico los católicos, tal como hacen en España el resto de confesiones religiosas, además de pagar impuestos, cosa que la católica soslaya hábilmente proclamando que sus templos están abiertos al público.
En cuanto a la tolerancia para el adoctrinamiento católico en centros de enseñanza públicos volvemos a lo mismo. Padres católicos que lleven sus hijos a catequesis y no paguemos a los numerosísimos religiosos católicos con el dinero público.
La catoliquísima está sobreviviendo con el apoyo económico del Estado y adueñándose que cuanto puede rapiñar, como la Mezquita de Córdoba con las inmatriculaciones.
Caritas no la subvencionan los obispos sino los creyentes.
Jajajaja. Ha sido idea mía, no del Naz. Por lo demás, totalmente de acuerdo contigo. Un abrazo.
ResponderEliminarOh, próceres, lo que se advierte es que únicamente os dirigís contra los católicos. Sin embargo, todas estas bienaventuranzas laicas y ateas que predicáis no eliminarán la religiosidad de la población, sino que la desplazarán hacia otras confesiones. Valga de ejemplo el del buen parroquiano, que enseguida llena con otra cosa el hueco que le deja la ausencia de su religión materna. Valga de ejemplo el mismo que pone el autor, que para manifestar su laicismo nos confiesa su frustración ante el gasto económico de la ceremonia católica (¿por qué no otros gastos?). Tanta propaganda anticatólica atenta contra nuestra Historia, ¿o es que la Historia no sirve más que para justificar separatismos?
ResponderEliminarEl laicismo no se dirige contra los católicos ni contra ninguna otra confesión religiosa. Su principal y casi único objetivo es la separación de Iglesia y Estado. En el movimiento laicista tienen cabida todas las personas que se sientan democráticas, incluidas, por supuesto, las personas católicas. De hecho, hay personas creyentes dentro de nuestro grupo de Andalucía laica. He aquí el principal escollo que yo encuentro en la divulgación del laicismo: no hemos sido capaces de convencer a la ciudadanía de que no vamos contra nadie. Que lo único que queremos es una separación real y efectiva entre Iglesia y Estado. Para nosotros, la Iglesia Católica merece todo nuestro respeto, como cualquiera otra confesión religiosa. Queremos que, como otras, se autofinancie con sus feligreses creyentes y con determinadas subvenciones y donaciones, y no dependa del dinero público. Un saludo.
EliminarLa iglesia católica, metida en mil fregados y corruptelas (inquisición, exterminio de los cátaros, pederastia, papas criminales, etc.) se mantiene con una estructura jerárquica muy controlada y con un régimen de posesiones no hereditario, ya que los curas al morir legan el patrimonio que administran a la misma iglesia, que como las poderosas familias sionistas mantiene y acrecienta sus bienes endogámicamente.
ResponderEliminarPor si fallara el invento, se ha asegurado que nuestros impuestos mantenga a toda su tropa mientras hacen propaganda de sus valores y programan a los ciudadanos desde la infancia para que se respeten sin oposición sus privilegios.
¿Podemos prescindir de procesiones, boatos y ceremonias con que marcan los momentos estelares de nuestras vidas?
Muchos, no, yo, sí.
La historia de la iglesia católica es una historia tan infumable que tuvo que venir un dictador genocida en España, llamado Franco, a reivindicarla a cambio de que los curas, frailes y monjes resetearan sus atropellos renombrándolos Santa Cruzada y llevarle bajo palio a las catedrales rindiéndole honores papales.
Yo he dejado la iglesia católica y no he necesitado reengancharme en ninguna otra; no me van los espectáculos de rituales ceremoniales ni las verdades únicas, fuera de las cuales no existe salvación.
Querido Pedro: aunque yo pueda estar de acuerdo contigo en mucho de lo que dices, creo que ése de la confrontación no es el camino. El pasado, pasado está, aunque nos pese. Creo que el camino es de conciliación, concordia y respeto mutuo. Soy ateo, no comparto ni apruebo los privilegios que goza la Iglesia católica en España, trabajo por la libertad de conciencia y por la separación de Iglesia Y Estado, pero respeto las creencias de los demás y procuro no ofender a nadie que vaya por la vida de buena fe. Ése es uno d elos gandes problemas con que nos enfrentamos los laicos: la gente creyente se cree que vamos contra ellos. No podemos alimentar eso.
EliminarCritico a la iglesia católica como institución porque es una entidad satánica, que ha pervertido todo el mensaje de Jesucristo y sobrevive entre impunidades (ahora algo menos), mentiras, pactos económico-políticos y privilegios.
ResponderEliminarOtra cosa son los creyentes, que la alimentan inconscientemente. Mi respeto a todos ellos porque siguen la fe que recibieron sin conocimiento de la manipulación a la que están sometidos desde el bautizo.
Las reivindicaciones han de ser justas, razonables y realistas. Decir "Que lo único que queremos es una separación real y efectiva entre Iglesia y Estado" es confrontar directa y exclusivamente a la Iglesia, excluyendo a cualquier otra organización confesional , y además, hacerlo como si actualmente estuviera confundida con el Estado y entrambos formasen un único organismo; lo que supone la injusticia de una discriminación y la sinrazón de una irrealidad.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo. En muchas ocasiones no escogemos de forma adecuada las palabras ni los conceptos. Pido disculpas por ello. Cuando digo Iglesia, por extensión, no me refiero sólo a la Católica, sino a todas las confesiones. Pero en España, la Católica es, sin duda alguna, la más privilegiada. En cuanto a lo otro, esto es la penetración de la Iglesia en los asuntos del Estado y viceversa, no hay más que asomarse a cualquier pueblo, independientemente del color de su gobierno municipal, para comprobarlo: alcaldes que, como tales, acompañan y presiden procesiones, nombran a las Vírgenes alcaldesas perpetuas, publicitan en las páginas web del ayuntamiento noticias y eventos religiosos... El otro día, en el desfile militar por la Hispanidad, un cura con su pecho lleno de medallas posaba en fotos oficiales junto a la plana mayor del Ejército. En la Diputación de Córdoba hay una iglesia donde se dice misa diaria... En fin...
Eliminar¿Y qué quiere usted? ¿Acaso no están los asuntos públicos bien penetrados y compenetrados con otros muchos poderes de pelaje tan dudoso como indómito, y mucho peores que lo que critica? En este mundo ya no son válidas las teorías sobre la división de poderes; lo único que podemos esperar es que por su abundancia se controlen recíprocamente, y por su sobreabundancia fragmenten todo lo posible la corrupción que el poder implica. Y para bien o para mal los españoles nacemos con la Iglesia de Cristo plantada en el corazón, que para eso es la verdadera; y lo que tenemos que hacer es defenderla, y utilizar sus valores sagrados y su fe misericordiosa para oponerla a todas las maldades de este siglo.
ResponderEliminarAmén.
EliminarSólo añadir unos detalles a este debate-tabú.
ResponderEliminarA mi humilde entender las sociedades se regulan por dos criterios antagónicos: Justicia y Tiranía.
Justicia implica verdad, igualdad, respeto mutuo y acuerdos sociales con rendición de cuentas.
Tiranía implica imposiciónes desde la desigualdad, manipulación, opresión y mentiras.
Las maldades de estos tiempos (tiranía desde el poder económico), que deberíamos combatir con los valores sagrados de la religión católica, única verdadera, es una opción interesante. El problema estriba en que ya no es la iglesia de Cristo sino la iglesia de los cardinales corruptos (pederastia, prostitución, poder y riqueza...), de igual modo que el régimen político que "disfrutamos" no es democrático más allá de la fachada; en fin tiranías con montajes maniqueos bien urdidos.
La otra teoría, la esperanza en el control mutuo entre tiranos, hace aguas por la simple razón de que la desigualdad (ricos y pobres) aumenta desorbitadamente y la agenda 20-30, los chentrails, las radiaciones electromagnéticas, los impuestos, las vacunaciones etc., no los contrarresta ninguna institución.
El dinero es el rey del mundo, estado e iglesias, actualmente, están a su servicio. Es mi humilde opinión, insisto, tan respetable como la suya.