No sin ciertas dificultades mi vieja carrocería ha pasado al fin la revisión técnica.
Como sabéis, la Peque y yo hemos pasado una mala racha por mor de la arritmia cardíaca que me amenazaba de continuo. Sin duda, de haber sido yo profano en la materia e ignorante de los potenciales peligros de la patología, lo habríamos sobrellevado mucho mejor, con otro distinto temple. Para según qué cosas, la ignorancia da seguridad y el conocimiento solo te ofrece dudas.
En fin... Gracias a Dios ya ha pasado todo, y con bien.
Aunque soy un crítico, educado y razonable, de la excesiva atomización de la asistencia clínica, y he apostado siempre -y así seguiré- por un poquito de troncalidad, que primero se es médico y luego se puede ser cardiólogo o cirujano o cualquier otro especialista, no tengo más remedio que reconocer la excelencia de estos profesionales en lo tocante a la materia que dominan.
Lo que han hecho con mi pobre corazón, sin más herida que un pinchazo en la ingle, es una obra de arte, en serio. Son artistas, nuevos artistas, gente que se ha hecho médico por tradición familiar, por gusto, por faldar o por verdadera vocación, pero que han descubierto luego, dentro de la medicina, un campo nuevo e inesperado donde explayar su verdadera afición. Es un nuevo concepto del arte médico, no ya del viejo y eterno arte de la interrelación afectuosa y empática con el paciente, sino de "manipularlo" por dentro -o por fuera, fijaros si no en los cirujanos estéticos- con la sola y sabia intención de curarlo, mejorarlo o ponerlo a punto.
Para que lo entendáis mejor, podemos decir que a mi corazón le han hecho como una especie de cambio de bujías. O del delco, que yo entiendo poco de eso, pero con el motor en marcha, a ver qué mecánico es capaz de hacer eso en un coche.
Es la Medicina que nos espera, la de la tecnología de cables, muelles y microchips. Sin apenas darnos cuenta estamos entrando en el futuro, en la ciencia ficción que se hace realidad.
Bienvenidos seamos todos.
Un abrazo.