martes, 13 de septiembre de 2016

En la piscina

Bueno, pues ya de vuelta de mis vacaciones os contaré una de éstas mis primeras anécdotas de jubilado. Por cierto, he descubierto que en el status de jubilado las vacaciones -al uso de antes- se hacen más duras y sufridas que cuando estaba uno en activo. Será que ahora ya no se cogen con las mismas ganas, claro, como estamos siempre tan descansados...

Como todo buen jubilado que se precie, por las mañanas tengo gimnasio, programado y ordenado por mi señora. No hay más que hablar: gimnasio. Incluye bici estática, pilates, aquayim y piscina, que se ha enterado ella que esas cosas son lo mejor para mis caderas. Creo que lo más adecuado en este nuevo estado de vida es dejarse hacer, dejarse llevar. Y yo así lo vengo haciendo.

En la sala de máquinas está uno más entretenido. Mientras pedaleas a tu ritmo te pierdes un poco y te distraes entre las noticias de las pantallas televisivas y los culos apretaos de las gachises -y señoras, eh- que se te ponen por delante.

La piscina es más aburrida. En mi hora no hay más que tullidos, calvorotas renqueantes (como servidor) y mujeres mayores acartonadas, amojamadas. Con todo, muchas de estas personas aparentemente limitadas nadan bastante más aprisa que yo. Naturalmente, me pongo siempre en el carril de lentos para no molestar. Allí tengo un rinconcito donde me refugio para realizar mis ejercicios en solitario: saltitos, flexiones de caderas, extensiones y abducciones, bicicletas... en fin, todo lo que me dicen.

Hoy, mientras me encontraba afanado en ello, una mujer, de éstas que digo mayores, me pide permiso para pasar a mi calle.
-¿Puedo pasar?
-Por favor, claro que sí, adelante -le respondo yo todo solícito y amable.
-No, lo decía -se pone la pobre- por si usted se pusiese a nadar, que no me pillara por medio.
-Ah, ¿por eso? No, mujer. Ya no es como antes. Aunque me tirara a nadar y le cayera encima hace tiempo que dejé de ser un hombre peligroso.

Y la mujer se echó a reír.
-Nunca se sabe - me decía mientras se iba para el Aquagym-. Con los hombres nunca se sabe.

1 comentario:

  1. Amigo José María cuanto tiempo haciéndote de menos por estos lares, pero claro las vacaciones son siempre una cosa sagrada y por lo tanto la dispensa es de obligado cumplimiento.
    Yo al menos, ya hace días que notaba la falta de tu ágil pluma haciéndonos pensar, dibujando ante nosotros ideas interesantes y razones honorables.
    Amigo José María ve con ojo, por lo que cuentas en la piscina pareciera que te estaban tirando los tejos con sutil diplomacia sibilina.
    Piensa querido amigo, que la psicología del alma femenina camina por delante de nosotros la mayoría de veces, tres o cuatro metros como mínimo.
    Me alegro de leerte como siempre.
    Un fuerte abrazo.
    Juan Martín.

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