jueves, 19 de septiembre de 2019

Desde pequeñito igual que su agüelico.

Muy cercano a los cinco años, mi nieto mayor, Lucas, es capaz de mantener una charla más o menos entretenida con cualquiera. Y más con su abuelo. En general, pienso que los niños se hallan más sueltos de lengua, de gestos y de actos con los abuelos que con los padres, siempre éstos con la censura y la amenaza por delante.
Mientras mi hija está con el pequeño Daniel en la piscina de niños, Lucas y yo hacemos tiempo paseando por el parque. Un reventaero, porque no para: que si en el tobogán grande, que si en este columpio, que si una carrera con su amigo Javi... Enfilando ya para la piscina al encuentro con su madre nos topamos con una pareja que llevaba tres cachorros de pastor alemán en la reata. Tan animalista como mi hija, Lucas se pone a juguetear con ellos, y los perritos se vuelven locos de contentos con saltos y cabriolas a su alrededor. "¡Venga ya, Lucas, que no llegamos"! Y con toda la inocencia del mundo, le pregunto una vez tranquilizado:

-¿Lucas, te acuerdas de los cachorritos que tuvo la Pelu?
-Sí -me responde pero con poca convicción, como por salir del paso.
-Fueron ocho perritos la mar de graciosos ¿te acuerdas?
-Y jugaban mucho, ya me acuerdo. Y la abuela les reñía porque se cagaban por toas las partes... -Y se pone a reírse, el tío.
-Y la Pegui, sí, sí, la Pegui, tu perrita, también se hacía la niña para poder jugar con ellos, qué cosas, eh, Lucas...

Se queda mi nieto como un poco pensativo antes de decirlo:
-Abuelo, y la Pegui por qué no ha tenido perritos?
-Puuuff, ¿Yo qué sé? La Pegui es una perrita muy especial, muy rara. Date cuenta de lo arisca que es, le ladra a to dios.
-¿Y eso qué tiene que ver?
-Pues sí tiene que ver. Porque nunca se ha dejado montar por un perrito -le digo yo, a ver cómo cuela eso.
-¿Qué es montar, abuelo, que se suben los dos perritos en un coche?
Y me tengo que reír, a ver... Y es que, además, se me está reproduciendo mentalmente una escena casi idéntica que tuve con su madre, cuando tenía ella la edad de Lucas, al observar mi hija a su perrita Candy holgando con otro perro en el césped de nuestro patio. Y con todo tipo de subterfugios y artimañas le tuve que explicar, a tan tierna edad, el secreto de la vida. Pues ahora, lo mismo.
-No, Lucas. Montar un perrito a una perrita es una cosa que hacen los perros para poder tener hijitos. Verás, el perro se pone por detrás de la perrita, le echa las patas encima, se juntan los culos... y ya está... Y así la perrita se queda embarazada.
-¡Aahhh! -Se queda dubitativo-. ¿Y por qué no lo intentamos con la Pegui?
-Buahh, lo hemos intentado muchas veces. Pero no hay manera, que no se deja, que no quiere. Se pone a ladrarle al perrito hasta que lo aburre. Y te digo una cosa, Lucas: si una perrita no quiere, no hay ná que hacer. Tiene que ser que ella quiera, si no, nanai -y ahora es cuando sin querer meto yo la gamba, sin querer, eh-. Pasa lo mismo que con las mujeres: si una mujer dice no, es que no. No hay más que hablar.
-Abuelo, ¿pero las mujeres también se montan?
A ver cómo salgo de esta. La madre que me parió...
-Sí, claro -intento aparentar serenidad y seguridad-. Para tener hijitos todos los animales y también las personas tienen que hacer eso de montarse.
Y ahora, la repanocha:
-¿Y la abuela también se monta? -me pregunta el tío mirándome con una sonrisita provocadora.
-Poco, Lucas, muy poco. Es dura de pelar, como la Pegui.

Y dí gracias a Dios de que de repente el chaval se distrajera con otro amigo y dejara de interesarse por tan escabroso tema.

5 comentarios:

  1. José María me has recordado a Antonio Gala en su libro charlas con Trillo, pero... ¡qué cosas te pasan y se te ocurren!!! Tan reales como la vida misma, cómo las vives y con tus publicaciones las disfrutamos todos. La felicidad de un abuelo, supongo
    Esperando la próxima entrega . Gracias y un abrazo

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  2. Así es. Ya te enterarás cuando te toque.

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  3. Me repito, Fili, la verdadera patria del hombre es la infancia y si tienes en esa infancia un compañero fetén mejor que mejor, enhorabuena a Lucas por ese compañero que tiene y a ti por tener a Lucas. Un abrazo

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  4. José María no me extraña que no encuentres tiempo en el verano para atender tu blog... Está claro que disfrutas a tope de tus nietos y este Lucas te tiene muy entretenido. La verdad es que ellos son la sal de nuestras vidas, en su falta somos sosos y aburridos.
    Recibe un abrazo fuerte.

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