"He andado muchos caminos/he abierto muchas veredas... Y en todas partes he visto/ mala gente que camina/ y va apestando la tierra... (Antonio Machado)
Homo erectus, posiblemente nuestro ancestro común, habitó la Tierra en un periodo de alrededor de 1.500.000 años. Nosotros, los sapiens, llevamos en el mundo no más de 200.000 años. Y creemos que nuestra especie va a ser infinita, que nunca nos vamos a extinguir. Posiblemente, también lo creyeron los homo erectus y otras especies de homo que lo siguieron. De manera que, sin entrar en el debate de guerras o cambios climáticos, desde un punto de vista puramente evolutivo, estamos abocados a extinguirnos como especie. Y que venga la siguiente. Naturalmente, nosotros no seremos testigos de ese fenómeno, por desgracia. Y digo por desgracia, porque va siendo hora de un cambio de talante, de un cambio de personas, de un cambio de especie. La nuestra, la de sapiens, se ha agotado. O eso creo yo.
Había
un hombre en mi pueblo que, ante cualquier desavenencia o desencuentro con
otros paisanos o ante cualquier desgracia personal o colectiva, sentenciaba con
laconismo cordobés: ¡¡Mundo malo!!
Quizás
siempre hemos sido malos los hombres, los unos para con los otros; tal vez la
competitividad, la envidia, incluso la violencia, hayan sido herramientas de
progreso, sin las cuales, a lo mejor, ya nos hubiésemos extinguido. No lo sé.
Desde los tiempos remotos en que Caín mató a su hermano Abel por envidia, el
hombre ha sido malo: homo homini lupus, el hombre es un lobo para el
hombre. No hay más que tirar de hemeroteca, como se estila decir ahora.
Mundo
malo, qué gran verdad. Pero el mundo no tiene conciencia, somos nosotros los
que hacemos malo al mundo. Unos más que otros, claro. Cuanto más poderoso se
es, más posibilidad de hacer el bien o el mal. Y parece que nos tienta más el
mal que el bien. La paradoja es que a medida que el hombre gana en inteligencia
y en civismo debe ir dejando atrás la tozudez, el egoísmo, la avaricia, la
arrogancia, el sectarismo y tienda a abrazar la solidaridad, el diálogo, la
empatía y otros valores que favorecen la convivencia. Pues nada. Más bien al
contrario. Parece ser que homo erectus se extinguió al ser engullido
(léase masacrado) por otra especie de homo, de manera similar a cómo los neandertales
fueron suplantados por los sapiens. Y seguramente, nosotros no necesitaremos a
nadie que nos extinga: lo haremos solitos. Por nuestro propio egoísmo. Por
nuestra propia estupidez. O, a lo mejor, sólo por la estupidez de unos pocos.
Porque
una cosa es ser malo en el sentido doméstico y coloquial de la palabra, un sieso,
un egoísta, un desaborío, un desalmao… Y otra muy distinta es ser MALO con
mayúsculas.
Y
esos MALOS tienen en sus manos la llave de nuestra extinción como especie. Los
MALOS que promueven guerras y genocidios en una civilización como la nuestra
que ya creía superadas estas catástrofes; los MALOS que esquilman los recursos
naturales a mansalva sin más consideración que el negocio y el crecimiento; los
MALOS que permiten, consienten, y favorecen el hambre y la pobreza en el mundo
para sacar provecho propio. La evolución natural no conoce la ética, en lugar
de ofrecernos una nueva criatura con un código genético solidario y pacifista,
entrega el destino de nuestra especie a hombres MALOS. Ella sabrá lo que hace.
Y mientras todo esto acontece ¿qué se supone que debemos hacer aquéllos, que somos mayoría, que nos consideramos buenos? Porque los MALOS hacen muy bien su trabajo, cumplen con su cometido. A la vista están los resultados. Pero ¿y nosotros? ¡Ah bueno! sí, hombre. Nosotros asistimos a conferencias, nos enfrascamos y participamos como nuestras en las luchas intestinas de políticos y adláteres, nos encomendamos al diablo si hace falta para que pierda el Barça y gane el Madrid, contemplamos en la tele las terribles imágenes de niños asesinados con parecida emoción a como vemos la crecida del Guadalquivir por el puente de Ibn Firnas y lloramos a moco tendido si llueve en Semana Santa. ¿Qué otra cosa podemos hacer?
Caramba, José María. Acabo de ver un vídeo en YouTube titulado Krishnamurti en las Naciones Unidas sub español. Dura 1hora y 6 minutos. Está en inglés pero con subtítulos en español bien legibles. Habla de lo que tú hablas y merece la pena verlo una vez. Yo lo he visto ya dos veces. Desde una perspectiva de un indio cultísimo, un gran maestro.
ResponderEliminarCultísimo de estudiarse a sí mismo. Y saber que el cambio necesario para acabar con las guerras y otros males sólo lo puede hacer uno mismo y no esperarlo de los hombres malos. Ellos y tú y yo somos la misma humanidad que debe cambiar. Si no lo hacemos, el futuro será como es hoy, guerras, odio y siempre lo mismo. Interesante.
Un abrazo
El sapiens es el único hominini, los demás han desaparecido.
ResponderEliminarVeo en tu discurso un negativismo propio de personas mayores y desesperanzados.
Somos mayores y debemos contemplar el mundo con más optimismo.
No estamos en los “treinta” del siglo pasado.
Hay mucha solidaridad y muchísima gente que hace el bien.
La cultura continuamente nos mejora y creo que el número de los buenos supera en muchos miles de millones a unos cuantos perversos.
En efecto. Pero el poder de hacer el mal unos cuantos supera en mucho al numeroso ejército de los buenos.
EliminarNo me considero pesimista ni desesperado. Solamente decepcionado de este mundo que tenemos.
Entristece el panorama y nos cuesta aceptar nuestra poca o mucha responsabilidad en este MUNDO MALO. Cierto que no provocamos guerras ni pegamos fuego al monte, pero limpios del todo, algún lavaillo nos hace falta.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo amigo José María, en pleno siglo XXI estamos como a final de curso que nos hacían un examen. Se supone que a estas alturas los humanos ya debemos haber aprendido algo. Un abrazo
ResponderEliminarMuy bien José Maria, esta vida que vivimos, toda llena de ilusiones, dónde cada uno hace, lo que le sale de los pantalones,
ResponderEliminarAunque tengas muchos haberes, tengas mucha hacienda, lo que está demostrado, es que no tiene enmienda la jodienda,
PURA BROMA,
Cómo somos de Palenciana, cerca de Benameji, nos reiremos un poco antes de sucunvir
Lo malo es que no es broma.
EliminarLamentarnos o quejarnos poco soluciona.
ResponderEliminarLos poderes fácticos (élites oscuras) dominan la humanidad con el poder del dinero, a quien todos más o menos servimos.
Mienten, traicionan y exterminan no sólo gracias a al tecnología, control mental (mediático y político) y armas biológicas y bélicas, sino sobre todo a la indolencia, individualismo y codicia del resto de los mortales.
Me sumo a la opinión de Krisnamurti: el cambio sólo puede provenir de cada uno de nosotros, reconociendo nuestra sombra y viviendo en la máxima honestidad posible.
Gracias a todos los participantes por integrar este espacio de comunicación.