viernes, 13 de noviembre de 2020

De lenguas y otros vicios

Me gusta nuestra lengua, el Español. No le encuentro parangón posible con ninguna otra. La única que se le acerca, a mi parecer, es el Francés, por su musicalidad y por su gramática tan parecida. Siento una merecida sensación de engreimiento por hablarla, más aun a nuestro modo andaluz, y cierto disgusto cuando no la encuentro en los carteles informativos en el extranjero.

Y no es mi orgullo de hispanoparlante por el hecho de ser el Español una lengua universal; porque la hablen millones de criaturas; porque haya sido el idioma de Cervantes, Pérez Galdós, García Márquez, Neruda o Federico; ni porque sea la lengua oficial del Estado. No. Amo el Español porque con él balbuceé mama y papa; y abuela; y caca, culo y picha; y luego dije huevos fritos, tortilla y chocolate; y tejeringos, juncos y río; y más tarde, caligrafía con don Luis y álgebra con don José... Con él, he aprendido a leer y a escribir, he estudiado y he sido medio cura y médico entero. En definitiva, amo nuestro idioma porque ha sido, es y será mi lengua materna. Lo amaría igual si solo se hablase Español en Palenciana. Porque mi mama y mi abuela lo hablaban. Ya está.

Ahora imaginemos por un momento que mi padre se hubiese llamado Joan Ribera i Velasc, y que mi madre hubiese sido Josepa Civic i Creu; y que, en lugar de en Palenciana, yo hubiese nacido y crecido en Castellfollit de la Roca, en la Girona más profunda. Hubiese sido, igualmente, monaguillo, seminarista y médico. La misma persona que soy, con mis cosas buenas y con las menos buenas... Y español y catalán. O catalán sólo (¡Ay!, sin la Peque).  Y madridista, eso seguro. Pero mi lengua amada sería el Catalán, la de mis padres y mis abuelos. Así de simple.

Creo que todo lo demás es política pendenciera. Política que lee la parte de la Constitución que interesa. Política que pretende hacer de un derecho (el uso del castellano) un deber. Un derecho otorga, no obliga. O al revés, en la otra parte, que quiera eludir el deber de conocerlo (el castellano). Si yo amo mi lengua, ¿qué me impide aceptar que otros amen la suya? ¿Por qué ese empeño tan nuestro de imponer a los demás nuestra verdad, la única posible? 

Intento explicarme a mí mismo el por qué de la aversión de tantos españoles hacia el catalán como idioma (y como catalán). Y veo que pueden ser varios los motivos: identificamos -mal hecho- el catalán con el nacionalismo. Devolvemos con nuestro desprecio la idea de supuesta supremacía que al parecer ellos se atribuyen como pueblo. Y -creo- aún permanece entre nosotros aquel rancio espíritu imperialista de "Una Nación, una Lengua". Supongamos ahora que el andaluz se postulara como lengua cooficial. Un poner. Seguramente no suscitaría rechazo entre el resto de los españoles, porque los andaluces, por lo general, no somos independentistas. Fueraparte de que no hay color entre la riqueza expresiva y la simpatía de lo nuestro. Perdón por la inmodestia.

Y también quisiera conocer el por qué del sentimiento antiespañol en muchos catalanes. Esto me parece más fácil: durante la dictadura, mimados en lo económico, se han sentido, sin embargo, machacados en lo social y cultural. Y esas vivencias de represión linguística se han ido transmitiendo de manera amplificada y tergiversada a las nuevas generaciones de catalanes.

Cataluña acaso sea la comunidad autónoma que más diversidad de españoles acoge como suyos y los convierte en catalanes. Muy bien. Buena parte de ellos, sin embargo, mantiene su lengua materna, el Español. Y ese hecho trascendente merece una respuesta adecuada, proporcional a la generosidad de sus gentes y sus pueblos. Y esa respuesta es posible. ¿Por qué no ha de ser viable la coexistencia pacífica y simbiótica de ambas lenguas? Se me ocurre algo tan sencillo como olvidarse de ideologías e ir a lo práctico. Doble idioma en documentación, papaleo y cartelería. "¿Cómo prefiere usted el informe médico en español o en catalán? Ahí lo tiene". Una cosa parecida a lo del libro de instrucciones de uso de cualquier electrodoméstico, que viene en catorce idiomas. ¿Y en la calle? Pues libertad absoluta, que cada cual hable como quiera. ¿Y en los comercios? Doble idioma. ¿Y en las escuelas? ¿Cuál será el famoso idioma vehicular? Pues mire usted, depende. Podrá variar según la prevalencia local o regional de la lengua. A lo mejor en grandes ciudades será el Español, y en los pueblos, el Catalán. No creo que sea tan complicado. Somos las criaturas las que complicamos las cosas con nuestros prejuicios y nuestro maldito sectarismo. Y los políticos, más. 

España posee un tesoro inigualable en patrimonio, que es su diversidad cultural e idiomática. Y a la cabeza, sin discusión posible para mi, el Español. Se trata de un bien universal. Un BIEN  con mayúsculas, intrínsecamente bueno. Bueno, en sí mismo. No necesita imposiciones, todo el mundo lo abraza. Y si hay grupos de personas que no lo hacen, habrá que darles tiempo, ya caerán; y habrá también que respetar lo suyo, lo que ellos consideran lo más valioso. La imposición genera rebeldía. El respeto produce respeto. 

 ¡Jóder, vaya manera de desahogarme!

Hoy, desde aquí, permitidme que apele a la libertad, la tolerancia y la empatía.

 

13 comentarios:

  1. Un aplauso grande amigo José María. Entendimiento y respeto es lo importante. Yo siempre hablé en correcto castellano, y nunca encontré a nadie que no quisiera atenderme.
    También en el País Vasco, respeto y educación es la llave. Un saludo amigo José María

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    1. Gracias, Juan Martín. Necesitamos libertad de pensamiento y respeto. Un abrazo.

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  2. Parlant se entiende the people, cuando se quiere entender.
    El resentimiento catalán contra lo español se entiende perfectamente por dos motivos: la represión franquista contra su lengua y el favoritismo arbitral a favor del Real Madrid, por ser el equipo del pequeño dictador.
    Y la reacción del independentismo actual la tienen Pujol, "aquí solament furto jo" y Más: "la crisi rega aqui no aplega".
    Ah, y el rey, que se empeña en que España sea monárquica, no sé por qué.

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    1. Lo del favoritismo arbitral para el Madrid fue un asunto de Estado durante la dictadura. Posiblemente. Luego, creo, se cambiaron las tornas. Léase "La teoría general del Villarato". Jajja.

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  3. No estoy muy ducho en el tema futbolero, por culpa de tus regates en el patio de cemento, estando en Preu.
    Mi mujer me ilustra sobre Ángel María Villar. Dice que fue presidente de la federación de fútbol y corrupto. Infiero de tu comentario que además era del Barça.
    A mí el antifranquismo me venía de serie, pero lo de ganar las ligas de fútbol por la cara me hizo antimadridista.
    Ahora ya todo me da igual, mientras no manden a todos los políticos españoles y estranjeros a Marte para que los demás podamos vivir en paz. (Desahogo, que no comentario político).

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  4. Como dice nuestro amigo Pedro Calle,el idioma es la manera que tenemos los humanos para poder entendernos,yo mas bien diria para comunicarnos,lo de entendernos es otra cosa,no olvidemos que esto de los idiomas es una maldicion Biblica
    Por otra parte,querido amigo Fili escribes un articulo cargado de sensatez y sentido comun dos buenos ingredientes juntos con el verbo,con la palabra para cocinar un buen entendimiento.
    Un abrazo amigo Fili

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    1. Muchas gracias, Rafael. A veces me da por pensar lo fácil que debería ser aceptarnos todos tal como somos. La culpa de nuestra intolerancia la tienen los primeros sapiens, que creyeron ver en la formación de grupos una herramienta de supervivencia. Hoy, nos está fastidiando. Un abrazo.

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  5. Querido amigo, un desahogo muy bien hilvanado y profundamente argumentado. Comparto plenamente tus reflexiones excepto en lo del fútbol que como bien sabes o tengo ni idea. Solo he ido una vez en mi vida a ver un partido y fue porque me llevastes a la fuerza en Valencia. Un abrazo

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    1. Jajaja, qué risa. Me acuerdo. Quizá fuese un Valencia- Betis. Pues prepárate, porque mi siguiente artículo, ya en el horno, va de fútbol. Pero te gustará.

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  6. Una reflexión muy ajustada y profunda con sus pequeños tintes de humor también. Simplemente la riqueza de la diversidad de este suelo patrio es un valor y sus lenguas tambuen. Habría que hacérsela escuchar a algunos cerriles que se sientan en la bancada. Ahora lo del R de Madrid sobra y es superfluo lo que les importará, excepto cuando pitan los arbitros a su favor, que es Siempre😜😜

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  7. La lengua era muy importante para pegar un sello, saborear una tortilla de papas y hasta dar un buen beso.
    Los pobres nacionalistas, en su miseria y cortedad de miras, quieren expulsar de sus bocas el inmenso castellano, solo porque es español. El bilingüismo es una forma más de riqueza, el monolitismo lingüístico un empobrecimiento más de los nacionalismos.
    Hace muchos años, cuando mis hormonas me podían, en el cine de verano había una muchacha de mi edad. Me miraba y me sacaba la lengua, era como si se relamiera después de un pastel. Yo me indignaba con ella. Luego al mucho tiempo me enteré que era una señal de otra cosa. Aquí se ve la importancia de ser un ignorante de la lengua. Mis hormonas siguieron hirviendo sin que nada las aplacara.

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  8. Estoy de acuerdo contigo en algunas cosas, no en que Cataluña sienta supremacía como pueblo y no mimados en lo económico. Al contrario, siempre ha aportado mucho más de lo recibido.
    Yo nací en Palencia a, me crié en un pueblo de Lérida y en aquel tiempo estaba prohibido el catalán en la escuela, ni se enseñaba ni se hablaba, la gente lo hablaba en casa y en la calle y si te dirigidas a ellos en castellano te contestaban en castellano. Eso es la sumersión linguistica, sin presencia alguna de la primera lengua del estudiante, con el objetivo de asimilación de la lengua mayoritaria y la pérdida de la propia lengua y cultura. Los catalanes de mi edad, yo nací en el 60,mayoritariamente no saben escribir bien el catalán, a no ser que como yo hayan hecho cursos en Normalización lingüística, gracias a eso soy funcionaria, es normal que una persona que trabaje en la administración pública tenga competencias en las dos lenguas, castellano y catalán, es un derecho de la ciudadania, ser atendido en su lengua, por otro lado hay muchos médicos sudamericanos que no hablan catalán en la Sanidad Pública.
    Estudiar en catalán como lengua vehicular garantiza el conocimiento del catalán aunque los alumnos hablen otra lengua fuera de la escuela.
    Yo si me dirijo en castellano no tengo ningún problema, nunca lo he tenido.
    Mi hijo vino de Rusia con 2'5 años y empezó a ir a la escuela, enseguida habló catalán, yo me quejaba a la escuela de que se le enseñaba poco castellano, dos horas a la semana. Para mi también es mi lengua, me expreso mejor y es de las más habladas en el mundo. Respeto la tierra que me acogió y me molesta que desde fuera de Cataluña se nos ataque. Después de llevar al Constitucional el Estatuto por cosas que otros estatutos tienen y fue recortado, mucha gente que no era independentista se hizo. En mi opinión Cataluña no es ni mejor ni peor que otras partes de España, solo pide respeto por su diferencia.
    Aquí se habla mucho en castellano, sin problemas. Yo no escojo entre Andalucia y Cataluña. Son maravillosas las dos.

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  9. No puse mi nombre. Soy Joana Pedrosa Gámez, nacida en Palenciana y prima de Toñi.

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