sábado, 21 de noviembre de 2020

Fuga de médicos

Se veía venir desde hace tiempo. Desde la crisis del 2008, con los recortes. No era normal que médicos rondando los sesenta años tuviésemos más carga de trabajo que cuando fuimos residentes. Así de claro. Tanto en los hospitales como en Atención Primaria. Desde entonces, la enorme sobrecarga para los profesionales de la salud ha corrido paralela a la racanería y precariedad en los contratos. Las administraciones públicas (en este caso, el SAS y Hacienda) no han visto más allá de sus propias narices y no han sido capaces de prevenir un futuro muy inmediato. O no han podido. Mucho antes de la irrupción del Covid, buena parte del colectivo médico andaluz padecía del burntout ése de los cojones. Achicharrados. Muchos médicos se han sentido maltratados por el sistema. Al cansancio de los veteranos se le añadió el desánimo de los bisoños, hasta los cataplines de contratos basura. Muchos especialistas primerizos han soportado contratos de miseria, de vergüenza. Primero, fueron contratos prolongados, pero del 75%; luego, del 50, del 25... Yo he vivido esa época. No en mis carnes, pero sí en la de otros. Y también en las mías, claro, porque las ausencias de compañeros había que cubrirlas, exigían al resto. Y he sido testigo de mala praxis médica por mor de esas ausencias. A un enfermo no puede verlo un médico distinto cada día. Al menos, a uno de medicina interna. Año tras año, la gerencia del SAS proponía un Contrato Programa cada vez más exigente; cada nuevo gerente de Área nos ilusionaba con proyectos innovadores la mar de ambiciosos, la mar de bonitos, pero sin pan bajo el brazo. "Lola, nos parece extraordinario tu proyecto, pero suponemos que con recursos añadidos, ¿no?". "Imposible. Hay que trabajar con lo que tenemos". Así siempre. Los médicos que ahora nos estamos jubilando hemos tenido la impresión de que la sanidad pública no ha sido nunca una prioridad para el gobierno eterno del PSOE. La ciudadanía no percibía tal cosa porque el trabajo iba saliendo, pero a costa de una vocación mal entendida que los gerentes tomaron por el sucedáneo de una moderna esclavitud. Y ya el colmo han sido los muy recientes contratos temporales por semanas, por días e incluso por horas. No es cachondeo, no. Insisto, todo esto mucho antes del Covid. Arrastramos los sanitarios penurias calladas y ahogadas desde mucho tiempo atrás.

Y ha sucedido lo que tenía que pasar. La gente ha buscado alternativas. Y mucho más, ahora, con el miedo al Covid. Lógico. El sistema público, aquel emblema que hemos defendido y admirado con orgullo, se nos viene abajo. Nos hemos quedado sin relevos. En el Córdoba de ayer, 20N, aparece en portada una noticia no por sabida, menos inquietante: "Fuga de médicos". De 24 residentes de Familia que han terminado este año la especialidad en la provincia, sólo 7 han permanecido en Andalucía. El resto se ha marchado fuera o se ha ido a la privada. Manda bemoles la cosa. Pero es lógico. Nos quedamos sin gente. La medicina hospitalaria enferma de gravedad, la Atención Primaria agoniza.

La respuesta miope del gobierno andaluz actual no se ha hecho esperar: igualar los honorarios de todos sus médicos, pero no al alza, sino concediendo el complemento de exclusividad a aquéllos que también trabajan en la privada. Insuficiente, a todas luces. Y, a mi criterio, una medida oportunista, pero inadecuada. Dicho complemento es un aditivo de quinientos y pico euros brutos mensuales que el SAS paga a los médicos que solo trabajan en lo público. Complemento que ha sido largamente criticado desde el otro bando, que ha entendido siempre este asunto como una medida injusta y discriminatoria. Sus proclamas han sido claras: "Al mismo trabajo, mismo sueldo"; o esta otra: "En mi tiempo libre puedo hacer lo que me plazca". Veamos:

Los médicos andaluces están mal pagados. Quizá, los últimos en el ranking de médicos españoles. Por lo tanto, todo lo que sea aumentar sus honorarios me parecerá bien. Con unos sueldos decentes y ajustados al trabajo y a la responsabilidad que conlleva nuestro oficio, sería posible que muchos más médicos optaran solo por lo público. Jamás me he quejado por mi sueldo, a lo mejor porque también he contado con el de la Peque. Pero si la mujer no trabaja, muchos médicos se agarran a las guardias como solución forzosa para poder tirar palante. Incluso en edades prohibitivas. No debería ser así. Con sueldos y condiciones laborales dignos, las cosas serían muy distintas.

Así mismo, considero que el SAS, como empresa, está en su derecho (y en el deber) de premiar a un determinado colectivo que le fidelice y cumpla determinados requisitos. Es verdad el eslogan de "al mismo trabajo, mismo sueldo". Y, en realidad, es así. Los sueldos son los mismos. La exclusividad es un complemento opcional. En cuanto a lo de que "en mi tiempo libre puedo hacer lo que me plazca", sí, pero no. La actividad privada puede generar -y de hecho genera- conflicto de intereses con lo público. Es algo parecido a como si alguien trabaja para una empresa concreta por la mañana, y para la competencia por las tardes. Si esa empresa permite tal cosa, también está en su derecho de premiar la fidelidad de los exclusivos.

Mi idea futurista de todo este asunto va por el camino de la disgregación absoluta. El médico debe elegir: medicina pública o privada. Y el SAS debería exigir exclusividad a todo el personal sanitario. Se acabó el problema. La actividad privada en un médico público puede vulnerar la equidad en cuanto a la accesibilidad por parte de los usuarios. Cierto que en los momentos actuales no estamos en condiciones de descapitalizar lo público, claro. No sería recomendable ni posible. Pero en un futuro sí creo que el sistema público de salud exijiera a las nuevas incorporaciones el compromiso de trabajar en exclusiva para lo público. Como dije antes, con unas condiciones laborales decentes y un sueldo apropiado se podría evitar la fuga de médicos hacia la sanidad privada o hacia otros lugares más favorables. 

Amén.


 

9 comentarios:

  1. Un síntoma más de un país divido entre el bien común y el bien privado, medicina pública y medicina privada, enseñanza pública enseñanza privada, salvar vidas, salvar negocios... Y dos concepciones políticas una para cada bando, con sus excepciones y matices... Un país polarizado lo llaman ahora como USA, Trump y Biden.

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    1. Una lástima, sí. Pero lo de la escasez de médicos en Andalucía podría haberse evitado, joer. Los jóvenes especialistas han sido muy mal tratados.

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  2. Totalmente de acuerdo. En Andalucía vivimos una importante transformación de la sanidad pública y mejoró muchísimo en las primeras décadas de la democracia. Posteriormente se ha ido cediendo a los intereses económicos de la privada,con sus puertas giratorias funcionando eficazmente, y eliminando de la gestión a quienes estaban en la defensa de la pública. Un desastre que sigue su curso y con los nuevos gobernantes sin disimulo. País de...

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    1. Como sabes, el enfrentamiento amistoso con la gerencia del hospital me costó el puesto de jefe de sección. Me vino de perlas.

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  3. ¿Te has parado a pensar en los que trabajan en las empresas privadas, no solo profedionales de la medicina, sino de cualquier tipo de actividad. Esos nunca pueden trabajar para dos o más, porque si se entera la empresa principal están en la puta calle por competencia desleal.

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    1. En efecto. Ya lo pongo. No parece razonable que un médico trabaje una jornada para una empresa, y otra para la competencia. Ahora mismo, sería imposible acabar con esto. Pero lo digo como idea de futuro.

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  4. Muy penoso para una profesión tan necesaria,y de la que tanta gente dependemos. Habiendo pagado los impuestos para ser atendidos correctamente. La política de partidos a veces, no mejora los servicios públicos.
    Un saludo amigo José María

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  5. Me parece muy acertado tu análisis del tema, efectivamente en los últimos años de vida laboral hemos ido sufriendo el deterioro de la sanidad publica por causa de una Administración ( en nuestra Comunidad ) que colocando a muchos gestores cuyo interés era “ hacer carrera” han ido sofocando las justas reivindicaciones de unos profesionales, que por otra parte no tenían capacidad de presionar ( como lo iban a hacer a costa del sufrimiento del enfermo) Al final mala atención al asegurado y proliferación de compañías privadas que han visto negocio ante el deterioro de la sanidad pública, a las que acogían muchos que podían permitirselo, donde se están dando cuenta que tampoco se le resuelven sus problemas.
    Las soluciones son muy complejas. Lo que está claro es que la única forma de que mejorase es con una mayor inversion , donde se le dé el trato adecuado a los profesionales y a la adecuación de las infraextructuras, algo que hoy por hoy me parece utópico dada la voluntad de la clase política y sus prioridades.

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    1. Pienso igual que tú, amigo. Los dos hemos vivido las mismas experiencias profesionales. Un abrazo.

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