lunes, 1 de agosto de 2022

Civismo

"Enseñar civismo es una obligación familiar y comunal" (Stephen Carter)


Hace unas fechas, un amigo se me quejaba por wassapt de lo sucia que está Triana. Para mí no es algo ajeno. He vivido allí unos años y he conocido sus calles tachonadas de cacas de perros y regadas con sus meadas. Otro amigo, más sensible todavía, se ausenta por meses de Sevilla porque no soporta la suciedad y abandono de sus calles ni el talante incívico de alguna de sus gentes. En una carta al director, un ciudadano cualquiera protesta en el periódico que el ayuntamiento sólo se ocupa de la zona monumental. En facebook leo estos días a distintos usuarios cordobeses quejarse de la dejadez de los servicios municipales de la limpieza... Y, qué curioso, todas las críticas miran a los ayuntamientos. Algo -o mucho- habrá de verdad, claro.

Sin embargo, en ésta y otras cuestiones de asuntos públicos, yo prefiero mirar hacia nosotros, los ciudadanos, y ser autocrítico. ¿Qué podemos hacer las gentes corrientes para mejorar tal o cual cosa? Y la respuesta siempre es la misma: ser personas cívicas.

Desde hace tiempo he creído que más que la confrontación política tan polarizada hoy en día, la falta de civismo es, quizás, el hándicap principal en el comportamiento social de los españoles en general, y de los andaluces en particular. Siempre me he sentido -y me siento- orgulloso de mi españolidad, pero siempre también he echado en falta ese punto de civismo que uno contempla en otros ciudadanos cuando viaja por Europa. Es una pena, porque vivimos en el mejor país posible. Y ya sería la repera si fuésemos un pelín más educados. Yo mismo, que me tengo por persona cívica, he tenido dudas en agacharme a recoger la caca de mi perrita cuando en la calle no se ve un alma.

¿Qué es el civismo? Pues es la capacidad de las personas de saber vivir en sociedad respetando y considerando al resto de individuos que componen la misma. Civismo y buena educación suelen ir de la mano. El comportamiento cívico respeta la propiedad privada y el patrimonio público; evita actos que puedan ser nocivos o molestos para los conciudadanos; se ocupa de cuidar -o al menos no deteriorar- lo que es de todos; muestra empatía hacia los asuntos de los demás. Por poner ejemplos generales. Decía con su guasa personal José Luís Coll que el colmo del civismo sería si en España se pudiese jugar un partido de fútbol sin árbitro. Pues eso. No queremos el colmo, nos conformamos con un culillo.

En algún sitio he leído que en las escuelas se enseña a los niños, y que en las casas se les educa. Yo voy más allá: la educación es una tarea que compete a toda la tribu, a todo el pueblo, maestros, familia y hasta vecinos. Y todos a una, de poco vale predicar buenas prácticas a los niños si luego te ven echar las cáscaras de pipas al suelo teniendo una papelera al lado. Y debe ser así porque de una buena educación de nuestros jóvenes va a depender la suerte de sociedad del futuro más inmediato. Y tengo para mí que el principal enemigo de la enseñanza de educación y civismo es la permisividad de padres y comunidad ante conductas inapropiadas de los jóvenes, precisamente por eso, porque son jóvenes e inmaduros. Mis muchos amigos maestros, que están viendo venir el tema desde hace unos años, coinciden en afirmar que uno de los graves problemas de nuestra sociedad actual es el asunto de la EDUCACIÓN. Educación en su sentido más amplio, que incluye no sólo la formación curricular, sino precisamente también civismo, urbanidad y cortesía. Nociones, me temo, que suenan a chino entre nuestros muchachos. Y sin embargo, nada de ello resulta demasiado atractivo en el candelero de los medios.

Sed bienvenidos a un agosto más fresquito. Y más cívico.

12 comentarios:

  1. Cuanta razón tienes amigo Filiberto, pero el tema de la educación urbanística, que es a la que en particular creo que te refieres, está bastante olvidada y deja mucho que desear. Ahora a no cumplir con las normas, se le llama "Libertad".

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  2. Claro, para ti es más fácil, tú eres tan "Cívico"

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  3. Un tema con mucha enjundia amigo José María. Creo que la suciedad en las calles solo es la punta de un iceberg que se ancla en toda la sociedad.
    Una población llena de carencias no puede ser educada, eso un poco de de hipocresía social. Desde la guardería ya se empiezan a ver las diferencias que luego van creando costras de rechazo. No somos iguales, ni perfectos.
    Luego vienen los salarios que no dan para pagar la ropa, la comida, el piso, el colegio, la merienda, etc.
    Por eso creo yo que vemos al camión de la basura, dejar el contenedor ladeado pisando el bordillo de la acera sobre los restos de bolsas mal olientes. Y luego vienen los días de huelga porque la empresa subcontratada por el consistorio, tiene poca gente y mal pagados.
    Una pescadilla que se muerde la cola, que no puede ser solo responsabilidad del buen talante del personal de aquí. Porque eso pasa en todas partes.
    A mí al menos, así me lo parece.
    Y como siempre, encantado de leerte.
    Amigo Fili, recibe un caluroso abrazo
    Juan Martín

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    1. Nuestro ancestral incivismo no se limita a la suciedad de las calles. Y creo que la solidez económica tampoco garantiza una educación cívica. No le quito responsabilidad a los ayuntamientos, lo que deseo es una ciudadanía responsable.

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  4. Sin duda tu apellido imprime carácter, como la ley de Melquisedec a los curas, tu serás cívico para siempre.

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  5. Cuánta razón llevas, eso
    Phe pensado siempre. Permíteme que te meta una cuñita ( dialéctica) . A este pensamiento hay que unirle todas las normas consensuadas. No se puede jugar sin reglamento ni vivir en sociedad sin reglas, ni vivir en una burbuja que a veces hemos creado los maestros en las escuelas. La educación es en la escuela y en la familia.
    Vamos cada vez peor, en valores y en convivencia y hay gente que sigue mirando para otro lado, pero los políticos no se dan cuenta.

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  6. Olvidaba José María mandarte un fuerte abrazo y desearte un fresquito mes de agosto

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  7. Mi experiencia de profe y ciudadano me lleva a considerar la incultura y frivolidad como causas de los comportamientos incívicos.
    Se podría solucionar muy fácilmente. Sólo habría que convencer a los ignorantes incívicos que tirar basura en la calla produce la viruela del cerdo.
    Durante el confinamiento las calles se veían más limpias, es natural. Y en las calles no se producían más ruidos que los aplausos sonsos. ¡Qué época tan increíble!

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