jueves, 11 de agosto de 2022

Una frugal colación

Y tan frugal. Ni en la Cuaresma. 

Una pareja de amigos nos visitó días pasados, aquí en Palenciana. "No hagas nada de cenar -le propuse a la Peque-. Nos tomamos algo en la terraza del "Viruta".

Fue una noche de bochorno. La terraza, cubierta por amplios toldos de lona que, amarrados de ventana a ventana, cruzan todo el cielo de la calle, es un fresco abrevadero por el día, pero una sauna en noches como ésta. "Aquí no se puede estar, vámonos pal Berrinche". Mi cuñada Conchi, que es muy calurosa. Apenas habíamos tomado una cerveza y dos bocados de una ración de ensaladilla.

En el Berrinche, al aire libre, mucho mejor, había una sola camarera. Otra cervecita y a esperar la comanda. Al cabo de media hora, la camarera nos advierte que la cocina está cerrada. Una indisposición muy inoportuna de la cocinera. ¡Vaya por Dios!!!

En mi pueblo no tienes mucho donde elegir entre semana. Ni un solo restaurante. Digo de ir al "Reina", en el Tejar. Nuestros amigos protestan: "de verdad que no hay problemas, nosotros estamos siguiendo el plan de José María: no cenamos". De hecho, a Inés se le nota un montón. Ha perdido al menos diez kilos. Mi cuñado Cipri, excelente anfitrión y cocinero, ofrece su porche y la promesa de unas tapas en un plis plas, pero los amigos solo quisieron tomar infusiones de ésas de régimen que sueltan el vientre. A pesar de la gran confianza que nos dispensamos, uno pasa un poquito de fatiga por no poder agasajar debidamente a los amigos que nos visitan. Y de esa manera, con el mucho charlar y el poco yantar, partieron para su pueblo.

A las doce y media de la noche, calculando que ya habrían llegado, les llamé al móvil:

-Oye, Miguel, ¿habéis llegado bien?

Miguel es un cachondo mental. Su sentido del humor, tan ocurrente, le sale del natural. Dice que eso le viene de niño, que le gustaba sentarse con los viejos del pueblo para aprender de ellos anécdotas, historias y chismes.

-Estupendamente -se ríe-. Lo primero que hemos hecho, Inés y yo, nada más llegar, ha sido tomarnos un Almax. Pa los ardores.

Estos no vienen más -pensé entre risas.

7 comentarios:

  1. Esos amigos a los que te refieres no buscaban en Palenciana engullir nada material, con un ratito de charla en buena compañía (la cual encontraron) volvieron como si se hubieran comido un pavo, por eso tomaron almax

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  2. La amistad tiene eso, que a veces con un poco de aire fresco, cuando lo hay, le basta y sobra.

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  3. Estoy totalmente de acuerdo con Estepa. ¡El alimento de la amistad, Fili! La amistad del capítulo anterior. ¡Que estás perdiendo la memoria!

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  4. Jajaja. Sí , todo eso es verdad. Pero algo hay que comer, hombre...

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  5. ¡ Ya has olvidado lo que nos inculcaron de niños a la orilla del Bembezar! No sólo de pan vive el hombre....

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  6. Y un poquito de bicarbonato con agua.🤣🤣

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  7. Cuanto menor sea la ingesta de la cena, mejor. Mucha agua clara y hacer gárgaras.
    Pero el ansia, el apetito nos devora y, a más, nos adorna con barrigotas, drama secreto de más de uno como yo.
    Mi suegro dice que el bicarbonato engorda, pero esa es otra vaina.
    ¡Ánimo, que los rigores estivales tienen los días contados!

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