Tres días atrás, invité a dos primos míos a una partida de golf. Emigrantes en Cataluña, han venido al pueblo con motivo de la feria. Son jugadores diletantes, como yo, más o menos. Y he querido agasajarlos disfrutando las excelencias de un campo de golf como el de Antequera. Por lo que cuentan, el campo que ellos frecuentan en Tarragona es de pequeñas dimensiones, nueve hoyos de un par tres cada uno. Quedaron impresionados con las dimensiones extraordinarias y la belleza natural de un circuito incrustado en pleno monte, cuyas zonas de penalización y los límites de las distintas calles son encinas, olivos, frutales diversos y matorral autóctono. Y donde no es extraño que en medio de algún recorrido te topes con una familia de cabras montesas que bajan desde el Torcal a beber. O a olismear. La partida tuvo poca chicha. Ellos no están acostumbrados a estas distancias ni a los palos largos que se necesitan para cubrirlas. Pero lo pasamos bien.
Ayer me llamó uno de ellos: que ha dado positivo al Covid. Precisamente, el que se sentó a mi lado en el coche. De manera que soy un contacto directo y cercano de un positivo. Tiempo atrás, estaría ahora mismo jurando en arameo y jiñao de miedo. Y aislado en mi dormitorio de arriba con toa la calor. Pero hoy me encuentro aquí, tan tranquilo, como si tal cosa. Como soy tan mirado, quizá note algo de carraspera, más imaginaria que real. Guardo la esperanza de pertenecer a ese grupo selecto de humanos con una resistencia natural al coronavirus de los cojones. Pero si tengo que pasarlo lo pasaré y santas pascuas.
El caso es que ahora me aprovecho de mi situación accidental de contacto cercano. Ayer noche, en la terraza del bar del parque confesé a un grupito de amigas mi nueva condición, y rápidamente se dispersaron dejándonos mesa libre. Hoy, en la piscina municipal he dejado caer también la pildorita, y me he bañado casi en solitario. Como cada día, he tenido consultas médicas en medio del baño, sí, pero a una prudencial distancia.
Me hace gracia que la gente me vea como una amenaza. También yo me he comportado así con otros. Merecido lo tengo. Lo malo del asunto es que puede peligrar nuestro viaje a San Sebastián de aquí a dos días. Espero que no.
Voy a empezar con las gárgaras.
A mejorarse y, si es necesario, vete a hacer gárgaras, con perdón
ResponderEliminarFco. César nos ha birlado el chiste.
ResponderEliminarPerdona, pero no sé de qué Covid hablas.
Aunque existe una supuesta patente del bicho, nadie ha presentado hasta la fecha, pese a serios requerimientos legales, la menor muestra del mismo. Y los PCR son un chiste malísimo.
¡Tanta ciencia para esto!
Jajaja. Pedro, por una vez te doy la razón. Mi test ha resultado negativo. No hay Covid. Jajaja.
EliminarY mañana me voy a San Sebastián, donde espero encontrarme con Paco César, hombre sensato como yo. Jejeje.
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