-¿Qué puñetas está pasando con vosotros los médicos? -le pregunto abiertamente a una amiga anestesista-. Me preocupa una especie de bajonazo. No sé...
-¿Que qué está pasando? -Me mira con ojos desencajados-. ¿Bajonazo, dices?...
-Sí, te lo digo en confianza. Desde poco tiempo a esta parte he visto, tanto en los hospitales como en los centros de salud que frecuento, ciertas actitudes del personal en general, pero sobre todo de los médicos, que no me cuadran. No sé si me entiendes...
-A ver, querido amigo, si tú entiendes esto otro -me replica con cierto tono de enfado-: llevo siete días sin ver a mis hijos. Mi marido se encarga de todo en mi casa. En la última semana, entre jornadas normales, jornadas complementarias, sustituciones de compañeros en baja laboral y guardias, he trabajado setenta y dos horas. ¡Setenta y dos!!! Lo máximo permitido, guardia incluida, son cuarenta y cinco horas. Pues setenta y dos. Sin libranza de guardia, a lo bestia. No sé si me entiendes... -me devuelve la coletilla, abriéndome sus manos de manera muy expresiva. Y remata-: ¡estamos... Achicharrados, no. Lo siguiente!!
Por lo que yo he vivido en mis 37 años de médico en activo, en Andalucía nunca ha habido voluntad política de apoyar de manera decidida la sanidad pública. No es cosa de ahora. Que no nos confundan con lo de los recortes de Juanma Moreno. Que sí, que es verdad; pero casi lo mismo pasaba con Susana Díaz y antes, con Griñán y con Chaves... Durante décadas y décadas, hemos sido (y lo seguimos siendo, me temo) los últimos de España en el ranking de camas hospitalarias por habitantes, de ratio pacientes/médico, de sueldos del personal sanitario, de ayudas a la Dependencia... Los que hemos estado al pie del cañón nos enorgullecemos de sabernos los salvadores esforzados de nuestra sanidad pública, pese a nuestros políticos. Es duro y quizá no sea del todo verdad, pero nosotros así lo hemos sentido. La Administración Sanitaria se ha aprovechado vergonzosa y vergonzantemente de la bondad y de la mal entendida vocación de la gran mayoría de sus profesionales. Abuso. Y un servidor ¿qué queréis que os diga? ha vivido esto con orgullo, en la obstinada creencia de cumplir con una misión muy especial, cuasi apostólica.
Mucho mejor que yo lo explica Federico Soliguer, endocrinólogo del hospital regional de Málaga: "... Y lo que está ocurriendo es el desprecio a la auctoritas profesional, considerada y gestionada por las sucesivas gerencias como 'recursos humanos' al mismo nivel que los recursos no humanos. Han sido demasiados años de impunidad de las gerencias, demasiados años contratando por días o por semanas o meses, generando así una plantilla que languidecía con una absoluta servidumbre laboral. Demasiados años en los que el modelo docente de las nuevas generaciones (MIR) ya no se basaba en el viejo corpus médico heredero del 'téchné iatriké' hipocrático, sino en la cultura de gestión pura y dura en el que los objetivos de las nuevas Unidades de Gestión (que han terminado por sustituir a los Servicios médicos), han sido los cuantitativos de las gerencias, conseguidos como fuera, incluso al precio de conculcar la buena práctica médica. Unos modelos gestores y docentes, que han dado lugar a un nuevo tipo de médico, más acomodaticio, más atento a las 'sesiones de gestión' que a las 'sesiones clínicas'. Unos gestores acostumbrados, tras años de 'servidumbre voluntaria' a hacer de su capa un sayo, celosos cancerberos de las directrices políticas... Gerentes que en los últimos años han ido silenciando y desterrando al ostracismo a muchos profesionales muy valiosos".
Y ahora parece que se le ha dado la vuelta a la tortilla. Los médicos, contrariando su habitual adocenamiento, se están rebelando. Se ha puesto el foco en Madrid, faro de todas las Españas, pero es un problema generalizado, me temo. Las gentes de izquierda demonizamos sin reparo a Ayuso cual hidra venenosa, pero la cuestión se extiende allende sus dominios, salvo -quizás- en el País Vasco y Navarra. Y los mandamases de la sanidad tienen un gran problema: se han quedado sin médicos. Por abusones. Y siendo ello grave, no es lo peor, lo peor es que somos los ciudadanos de a pie los que hemos de pagar los platos que ellos, los malos gestores, han roto menospreciando la joya de nuestra tierra, la sanidad pública.
Sólo falta ya que sea la propia ciudadanía la que, superando diferencias ideológicas, manifieste claramente su apoyo incondicional a la sanidad pública y exija de los políticos no sólo los recursos necesarios, sino también el respeto al capital identitario de los profesionales de la salud.
¡Que así sea!!!
Pues si Fili, los Santos Cosme y Damian, como en el cuadro de Delacroix, dirigiéndo al pueblo.
ResponderEliminar¡ Cuánta razón llevas! Con la sanidad y la educación no se juega y los políticos lo están haciendo. privatizando y los ciudadanos sin movilizarnos lo suficiente en familia y a nuestras cosas. Llegará el lobo y será demasiado tarde.
ResponderEliminarPues yo no estoy del todo de acuerdo, los médicos nos hemos ganado a pulso muchas cosas de las que nos pasan y los políticos actuales para nada igual que los pasados, en temas sanitarios digo, pero este es un debate para hacer en abierto, con argumentos que los tenemos todos. Besos
ResponderEliminarLa atención medica que yo he recibido personalmente, (cuando necesitaba las bajas laborales o alguna revisión, etc.), ha sido loable, pero ASISA no es la SEGURIDAD SOCIAL.
ResponderEliminarA Polanco para una gripe, le rechacé antibióticos y fármacos al uso y me recetó productos naturales, asegurándome que él también eludía los medicamentos alopáticos. Además acudía a la acupuntura de Tien como yo.
-¿Y por qué recetas lo que no valoras correcto?
-Es lo que la gente quiere.
Sólo se me ocurre opinar, ante los problemas de la sanidad pública que describes, que protocolos políticos y conveniencias económicas, (retribuciones extras para pinchar a la gente con venenos experimentales), pueden haber contribuido a la deshumanización médica y social.
El TAO médico-paciente es sagrado. Es un vínculo de confianza, que sin un compromiso personal mutuo, deriva en desastre para ambos.
La gestión es necesaria, pero mucho más un criterio racional que oriente la gestión al logro sanitario.
La saturación de pacientes o los horarios sobrecargados son inaceptables.
La política, en general, sólo sirve al dinero y olvida la salud o la ataca subrepticiamente (chemtrails, radiaciones electromagnéticas...)
Un abrazo, Fili.
Pedro Calle
Un abrazo, Pedro. El peor invento del hombre ha sido el dinero. Uno puede hastiarse del jamón, del sexo, de cualquier mundano placer... ¡Coño, hasta de su santa de uno! Pero, del dinero... nadie se sacia.
EliminarY lo que es peor: hastiarnos de nosotros mismos.
ResponderEliminarLa vida es un compromiso, una responsabilidad y una lucha contra el elemigo interior, "nuestra propia sombra".
Hemos de reinventarnos en cada encrucijada tratando de ser cada vez más conscientes y virtuosos, para trascender en lo posible lo material, ese ansia de poseer y dominar.
No por nada, simpemente porque esta existencia material tiene para cada uno de nosotros los días contados.
"En esta vida mortal, aquel que se salva sabe y el que no, no sabe nada"
Pedro Calle
Cómo te vas a hastiar si te sirve para todo lo demás!!!
ResponderEliminarEs que el país Vasco y Navarra tiene una cosa que se llama el cupo, los demás los pecheros.
ResponderEliminarAdemás unos cuantos votos en el congreso que venden muy bien