lunes, 1 de junio de 2020

Los pasadores de fase

La Peque y yo somos víctimas inocentes de una de las muchas "incongruencias razonables" que tiene este proceso estrenado de la nueva normalidad: la movilidad entre provincias. De manera que podemos ir a La Capilla y a Alameda, pero no a Palenciana que está a escasos dos kilómetros del mojón que separa ambas provincias, tan hermanas ellas, Córdoba y Málaga. Y resulta que nosotros no precisamos para nada ir a Marbella, ni a Torremolinos, sino a nuestra casa del pueblo. No es lo mismo que mi hermano Frasco que, desde Almería,  tendría que atravesar cuatro provincias, ¡qué va! Nosotros, sólo dos kilómetros de ná. Para más inri, nuestro pueblo debería pertenecer a Málaga desde un punto de vista puramente geográfico, ya que domina desde su atalaya de pinos, olivos y retamas la orilla izquierda del Genil. En fin... La Tierra Prometida, tan a mano. Pues nada. A joderse. 

Y luego va, y viene un príncipe de Bélgica, un tal Joaquín, hasta Córdoba. Y lo han pillado por haber caído enfermo, que si no... Vaya usted a saber la de sangres azuladas que se estarán pasando la normativa por debajo de sus principescos cataplines. Y la de sangres colorás, también. Bueno... Perdono al tal Joaquín porque comprendo que a su edad dos meses sin matrimoniar es excesiva penitencia, ya sabemos lo del semen retentum, más incordio que una buena carga viral, pero castigo con este alegato a los irresponsables invitados gorrones que acudieron presurosos al panal de rica miel. ¡Moscardones!

Contaba mi suegro -charco donde pisara salpicaban pesetas- que en sus tiempos mozos de estraperlista había verdaderos expertos en localizar senderos extraviados para evitar a la benemérita. Como también en nuestra guerra civil había especialistas en pasar a la gente de un bando a otro por barrancos y tajos de muerte, "Los Pasadores". Pues estoy pensando en encontrar a un buen pasador. Total, son dos kilómetros, joer. No es cosa que nos pierda.

En serio, nunca he deseado tanto como ahora los "Encuentros en la tercera fase". No serán con extraterrestres, sino con nuestra familia, en nuestra casa nueva. Y prometo que nunca más de quince criaturas juntas. ¡Por éstas! Y una vez en tierra cordobesa, podría ya sin problema alargarme a Montalbán mismo, a por mis brevas prometidas, y a Espejo, a la campaña del pistacho con mi amigo Diego, a Fernán Núñez, por mi pastelón favorito, y a Córdoba capital, a los campos floridos de Frasqui y del Pintor, y subir hasta Pozoblanco, en la otra punta, para ayudar a regar las encinas del Pozuelo. Del tirón, pa desahogarme.  

Amén, que así sea.

2 comentarios:

  1. Tu desde Antequera al mojón "divisorio" y los de Palenciana un paseito al mismo mojón y allí os encontráis. Solucionado, Aleluya.

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  2. Que no; que quiero ir a mi casa nueva.

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