lunes, 3 de junio de 2013

Satisfacción.

Hoy he visto en la consulta a una ciudadana alemana que lleva diez años viviendo en España. Como, total, no vais a saber quién es os diré su nombre en bárbaro: Belau Baerbel Liesel. Tiene guasa la cosa. Le da un aire a la Merckel, oye, pero de gesto más suave. Viene acompañada por su marido, un español germanizado de cuando la emigración. Y viven ambos, sin hijos, tan ricamente en uno de nuestros pueblos de por aquí cerca. ¡Suerte de jubilados!

Lo que ambos me han dicho al término de la visita no ha sido nada novedoso ni original, nada que no haya oído ya muchas veces antes y que espero seguir oyéndolo de boca de mis pacientes, esto es, palabras de agradecimiento por el trato y por las explicaciones dadas en lenguaje coloquial y comprensible para ellos. Pero ha habido más. Y este plus de comunicación es algo que te llena de satisfacción. Tardan cinco minutos en despedirse de mí porque no quieren irse sin agasajarme con unos argumentos contundentes.

-Doctor, que sepa usted que mi marido y yo nos vamos muy satisfechos.
-Gracias, eso es lo que siempre pretendo.
-Pero además, que la consulta ha sido instructiva para nosotros. Hemos aprendido hoy de esta enfermedad más que en todo un año que llevamos arrastrándola.
-Pero bueno hasta ahora ¿dónde la han visto a usted?
-En Stuggart, médicos de allí.
-¿Y no le han explicado estas cosas que yo les he dicho?
-Para nada. Es la primera vez que en mi consulta médica ha habido un diálogo. En Alemania son monólogos, sólo hablan ellos y con mucha prepotencia. -Y ahora salta el marido:
-Tenemos en España la mejor medicina del mundo. Nosotros, por suerte o por desgracia, conocemos el sistema sanitario de Alemania, de Bélgica, de Holanda...Nada que ver con el nuestro. Allí priman los números, las estadísticas, el gasto, cosas muy ajenas al interés del paciente. Aquí es otra cosa, la medicina aquí es mucho más humanizada -y remata ya en la misma puerta- . Y no comprendo cómo la gente no sale a la calle ante tanto recorte. Y no sólo eso, sino que no vea con buenos ojos las huelgas en sanidad. Los usuarios somos los que deberíamos de protestar y aunar voluntades. Falta mucho civismo en España.

Aunque lo comparta, no me atribuyáis a mí este pensamiento. Es de ellos. Y pienso, ¡hay que ver!, todavía los "sioputas" éstos alemanes nos aventajan  unos pocos de años. En civismo, me refiero.

Pero en fin, no todo el monte es orégano, aquí también tenemos prepotencia y falta de comunicación por parte de algunos médicos, de todo hay, y uso inadecuado de los servicios sanitarios por parte de la población. A mi entender, la fortaleza principal de nuestro sistema radica en la universalidad y en la accesibilidad. Si entre todos, usuarios, personal sanitario y administración lográramos un uso "racional" del mismo estoy convencido de su sostenibilidad.

Que así sea.

No hay comentarios:

Publicar un comentario