viernes, 18 de octubre de 2013

Eso, por pecador

Mis estudiantes, una chica y dos muchachos -hoy sí han venido a las prácticas-, alucinan.

Este hombre joven, un ingeniero de telecomunicaciones, me consulta porque está padeciendo lo que parece una hepatitis aguda. Tiene toda la pinta de que así sea aunque ya está en una fase de remisión, curándose, vaya. El caso es que atando cabos sospecho que el contagio se debió de producir hará cosa de dos meses cuando el sinvergüenza estuvo dos semanas en Marruecos por cuestiones de trabajo. "Muy bonito -piensa uno-, tu empresa te paga el hotel, las dietas, el avión... y tú, ea, a echar... canitas al aire".

-Bueno... sí, es verdad, tuve una relación allí con una morita -acaba por confesar.
-Pues muy bien empleado que te está, por pecador -me pongo en plan carca.
-Hombre, no me diga usted eso, que bastante he aguantado ya a mi mujer.
-Normal.

Claro, y a mí, que no he conocido más hembra que la Peque, me pica la curiosidad morbosa, el chismorreillo picarón. Como a los curas del seminario cuando nos confesábamos de nuestras primeras pajillas, que les gustaba  que entráramos en detalles. Pues eso.
-Oye -me acerco a su oído mientras lo exploro-, por lo menos estaría "güena" la morita ¡no?
-"Güenísima", eso sí.
-Y a lo mejor era hasta guarrilla ¿verdad?
-¡Qué va! Una cosa de limpia, la de fregoteos y perfumes que se daba. Por eso me ha extrañado lo de la hepatitis.
-No se puede uno fiar. A la vista está.
Y se relame uno por dentro. Y hasta llega uno  a pensar -fíjate qué tontería- en poner alguna vez una pica en Flandes. Pero ya es tarde, tío. Primero porque Flandes queda lejos y te da miedo el avión. Y segundo porque tu pica ya no pincha como antes, se ha vuelto roma. Y plúmbea.
Desvarío. ¿Tú te crees que esto es una consulta seria, hombre? De vuelta a la realidad tranquilizo al joven. Las transaminasas ya son normales, el antígeno de superficie del virus es negativo y los marcadores de sífilis y del Sida también negativos.

-Muchachos -advierto en plan paternalista a mis estudiantes-, mirad lo que pasa con las "guarreridas españolas". Mucho cuidadito en el viaje fin de carrera, no os pringuéis con extraños.

¡Coño!, me estoy pareciendo a Antonia "la de la huerta", la abuela materna de mi sobrina Inma, que cada fin de semana la llama a capítulo antes de salir a la calle advirtiéndole que en la discoteca no pierda de vista nunca su vaso de coca cola, que hay gente perversa que le echa polvitos para volverla loca y hacerle cosas malas.

En fin, que vamos pa viejos. 

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