Hoy, 9 de abril, mi nieto Lucas ha dado las primeras señales de vida. Nos cuenta la Meli que se ha notado un cosquilleo muy agradable por su bajos, como si una manecilla minúscula le estuviera rascando por dentro. ¡Qué cosa más tierna! Ya estoy babeando. ¡No me queda ná...!
El caso es que yo tenía ilusión en que fuera una niña y que se iba a llamar Angelitas, o Laura, Ana quizás, pero resulta que no. Todavía no tenemos la ecografía de rigor, pero mi cuñado Antonio trazó una vertical con un hilo y una plomada imantada paralela a la barriga de mi hija y aquello empezó a moverse enseguida de izquierda a derecha. Niño, seguro. Las niñas, a lo que parece, hacen girar el dichoso hilo en círculo. Mercedes, nuestra bruja particular, ha dado su plácet. Niño, Lucas. Pos vale. A su casa viene.
Mi Meli recibe cada semana información on line sobre la evolución del embrión. Le han dicho que ya es del tamaño de un higo y que han empezado a crecerle las uñas. ¡Ya está, por eso le rasca! Para limárselas, oye. Modernuras. Hace nada, escasas tres semanas, tenía un tamaño de milímetros y ahora, cuatro o cinco centímetros de diámetro. Un higo.
Hasta nuevas noticias sobre tamaños, salgo a mi patio, veo las brevas pequeñas de mi higuera y me acuerdo de mi nieto. Las alcachofas esperan y luego, las coles. Tengo hortalizas de todo tamaño.
Enhorabuena, no me veo yo tan “chocho” cuando me llegue la hora de ser abuelo, o quizás si…. o más. Bueno cuando sea ya lo hablamos, felicidades de nuevo, un abrazo y hasta pronto.
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