Entre Corinna, Corona y Coronado, las redes sociales nos entretienen estos días con viñetas de mofa -memes los llaman ahora- sobre los gustos lujosos de nuestro emérito. Los otros, los rijosos, ya eran sobradamente conocidos. Y la verdad, no le falta paladar al gachó. No me impresiona nada su pasión por los relojes caros -yo no uso ninguno- ni por las escopetas de caza ni siquiera por el oro y los maletines que pueda atesorar. Lo que me ha hecho flipar ha sido el que tenga en su despacho una máquina de contar billetes. ¡Macho!, eso me ha dejado pillado. Uno de mis más recordados sueños infantiles era el poseer una máquina de hacer billetes. Contarlos ya lo haría yo mojándome los dedos con salivita. Y parece que con la edad le crecen al viejo borbón los caprichos más que a Podemos las causas judiciales sin causa.
¡Oye!, al contrario que a mí, que contri más provecto, más desocupado de líos y de afanes me hallo.
¡Oye!, al contrario que a mí, que contri más provecto, más desocupado de líos y de afanes me hallo.
Fueraparte de mi secular desapego por la indumentaria que tanto irrita a la Peque ("te querrás parecer a tu novio" -me embiste a veces para provocarme), sin duda, lo más llamativo para mí ha sido comprobar la indiferencia que ahora me produce el disfrute de una estancia hotelera. Y mira que hasta hace bien poco me ilusionaba un montón el solo pensar en ello: imaginarme con la Peque en un hotel de lujo, de esos de pulserita, con sus amplios salones, su mobiliario tan selecto, su restaurante y sus desayunos de buffet libre, sus piscinas de formas caprichosas con vistas y salida a la playa... Una cena romántica en la terraza fresquita y en penumbra. Una noche de amor con cierto desenfreno -tampoco hay que pasarse- en una habitación coqueta y con espejos en el techo era una fantasía hecha realidad, una especie de travesura cómplice y pecaminosa. Un lujo para la concupiscencia que, por esporádico y exótico, resultaba tan excitante. Ahora, sin embargo, he perdido esa ilusión, como que ni fú ni fá. Es tontería pagar un dineral cuando a lo peor esos días no toca matrimoniar, que es lo más probable. Cuando compruebo la comodidad de mi casa, el servicio del todo incluido gratis y las circunstancias actuales que invitan a la prudencia, resulta que disfrutar de un hotel no me sale a cuenta.
Y he aquí que a nuestro Campechano, sí. A él sí que le apetece ese lujo. Y no un hotel cualquiera. El hotel más caro del mundo. Un hotel en el que todo lo que reluce es oro. Un hotel de once mil euros la noche. Con todo, de querer, yo podría ir, no creáis. He calculado, así por encima, que rejuntando todos nuestros ahorros bancarios después de cuarenta años de trabajo, más los mil euros que debe tener la Peque escondidos en algún sitio de nuestra casa, nos darían para... dos noches y media. Tres, si abandonamos el hotel de madrugada. Lo que pasa es que no me sale a cuenta, no. No necesito tanto.
En realidad, no le envidio nada a nuestro antiguo rey. Bueno... quizá me quedaría con la máquina de los billetes, sí, me hace ilusión. Sacaría del banco dos mil euros en billetes de cincuenta y los contaría todos los días, una y otra vez. Me pone ese ruidito del claquear. Ya en serio, creo que una persona que necesita de tanto lujo para vivir no puede ser feliz del todo. Porque cada vez querrá más, nunca estará contento con lo que tiene. Y en este sentido, siento un pelín de lástima por este hombre, ya mayor, que en su retirada condición de emérito podría disfrutar de un tranquilo anonimato en un piso elegante y amplio en Chamberí, por ejemplo, con su administrador, ama de llaves y doncellas de cofia y delantal; de sus lecturas reposadas al atardecer; sus paseos con escolta, si queréis, por El Retiro; sus visitas frecuentes a los hijos y nietos repartiéndoles, vale, billetes de doscientos euros en vez de la calderilla que nosotros damos a los nuestros; en fin, de una vida relajada, de un "beatus ille" al estilo de lo de Anguita -otro picha brava, pero en decente-. Una vida sencilla. Pero no. Le ha podido su maldición de "bon vivant" por encima del ejercicio debido de ejemplaridad y decencia inherente a cualquier cargo público, doblemente obligado en él por asumir la Jefatura del Estado. Una lástima. Porque un solo pecado capital -la avaricia- le ha descompuesto en trizas el saco de su honorabilidad y respeto del que ha gozado ante la ciudadanía hasta hace bien poco. Yo creo que el otro pecado -la lujuria- se lo perdonamos todos. Semos así de calientes los españoles, ea. No, no le ha ido la vida sencilla.
Quizá pudiera haber sido así si hubiese disfrutado de una infancia limpia y pueblerina -como tantos de nosotros- y no la suya artificial y regalada de hoteles y palacios en Roma o Estoril. Tal vez, entonces, no tuviese esa necesidad de refugiarse en una jaula dorada. Porque, vamos a ver, ¿para qué los bolsillos llenos y el corazón solitario? Pero, claro, no a todo el mundo, ni siquiera a un rey, le es dada la suerte nuestra de conocer la necesidad y la contingencia, de vivir de niños la felicidad que proporciona el disfrute de lo justo, ni una pizca más, de sentir en el pecho el inmenso gozo de una noche de verano al relente en la era al cobijo de la parva; de aprender a vivir con humildad, incluso con pobreza, pero con la felicidad chorreando por los ojos. No es más feliz quien más tiene, sino quien sabe gozar de lo que tiene. Esos somos nosotros que sabemos mucho de la vida porque ya vamos para viejos. Y que atesoramos un valor que ninguna máquina de billetes puede producir ni contar: el goce de lo sencillo, el calor de la familia y de los amigos.
Y seguimos a la espera de la vacuna.
Y he aquí que a nuestro Campechano, sí. A él sí que le apetece ese lujo. Y no un hotel cualquiera. El hotel más caro del mundo. Un hotel en el que todo lo que reluce es oro. Un hotel de once mil euros la noche. Con todo, de querer, yo podría ir, no creáis. He calculado, así por encima, que rejuntando todos nuestros ahorros bancarios después de cuarenta años de trabajo, más los mil euros que debe tener la Peque escondidos en algún sitio de nuestra casa, nos darían para... dos noches y media. Tres, si abandonamos el hotel de madrugada. Lo que pasa es que no me sale a cuenta, no. No necesito tanto.
En realidad, no le envidio nada a nuestro antiguo rey. Bueno... quizá me quedaría con la máquina de los billetes, sí, me hace ilusión. Sacaría del banco dos mil euros en billetes de cincuenta y los contaría todos los días, una y otra vez. Me pone ese ruidito del claquear. Ya en serio, creo que una persona que necesita de tanto lujo para vivir no puede ser feliz del todo. Porque cada vez querrá más, nunca estará contento con lo que tiene. Y en este sentido, siento un pelín de lástima por este hombre, ya mayor, que en su retirada condición de emérito podría disfrutar de un tranquilo anonimato en un piso elegante y amplio en Chamberí, por ejemplo, con su administrador, ama de llaves y doncellas de cofia y delantal; de sus lecturas reposadas al atardecer; sus paseos con escolta, si queréis, por El Retiro; sus visitas frecuentes a los hijos y nietos repartiéndoles, vale, billetes de doscientos euros en vez de la calderilla que nosotros damos a los nuestros; en fin, de una vida relajada, de un "beatus ille" al estilo de lo de Anguita -otro picha brava, pero en decente-. Una vida sencilla. Pero no. Le ha podido su maldición de "bon vivant" por encima del ejercicio debido de ejemplaridad y decencia inherente a cualquier cargo público, doblemente obligado en él por asumir la Jefatura del Estado. Una lástima. Porque un solo pecado capital -la avaricia- le ha descompuesto en trizas el saco de su honorabilidad y respeto del que ha gozado ante la ciudadanía hasta hace bien poco. Yo creo que el otro pecado -la lujuria- se lo perdonamos todos. Semos así de calientes los españoles, ea. No, no le ha ido la vida sencilla.
Quizá pudiera haber sido así si hubiese disfrutado de una infancia limpia y pueblerina -como tantos de nosotros- y no la suya artificial y regalada de hoteles y palacios en Roma o Estoril. Tal vez, entonces, no tuviese esa necesidad de refugiarse en una jaula dorada. Porque, vamos a ver, ¿para qué los bolsillos llenos y el corazón solitario? Pero, claro, no a todo el mundo, ni siquiera a un rey, le es dada la suerte nuestra de conocer la necesidad y la contingencia, de vivir de niños la felicidad que proporciona el disfrute de lo justo, ni una pizca más, de sentir en el pecho el inmenso gozo de una noche de verano al relente en la era al cobijo de la parva; de aprender a vivir con humildad, incluso con pobreza, pero con la felicidad chorreando por los ojos. No es más feliz quien más tiene, sino quien sabe gozar de lo que tiene. Esos somos nosotros que sabemos mucho de la vida porque ya vamos para viejos. Y que atesoramos un valor que ninguna máquina de billetes puede producir ni contar: el goce de lo sencillo, el calor de la familia y de los amigos.
Y seguimos a la espera de la vacuna.
Querido amigo Fili,el poder y el dinero tienen el poder de corromper al más pintado, incluso reyes
ResponderEliminarUn abrazo
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarAmigo Sancho Fili, "No es más feliz quien más tiene, sino quien sabe gozar de lo que tiene" este refrán dicen que es filosofía barata pero es a la que nos arrimamos los más sencillos, pero este no, éste filosofa con "el dicho"= La vida buena es cara, hay otra más barata pero ya no es vida.
ResponderEliminarUn abrazo.
Fili, este relato me pilla tan cerca que me pareces un hermano gemelo.
ResponderEliminarGrande, campeón. Eres sublime
Paco Sanchez: el refrán, por una vez, se equivoca.La vida buena es la barata.
ResponderEliminarPaco Contreras: para ser gemelos tendría yo que tener tu zurda y la graciosa habilidad con la bandurria. Jajaja
Bien cierto que enestas edsdes que andamos hemos aprendido que es lo necesario y lo valioso. Bien es verdad que un capricho para mortales es señal de humanos, como perderte dos o tres dias con la parienta.
ResponderEliminarAhora, me extraña que te inspire lastima yn individuo, que teniendolo todo para firmarse en todis lis ordenes, se dedique al latrocinio, la avaricia premeditada, al dolo y el engaño sistematico y a la expropiacion de tido yn pais. Sencillamente Borbon
Es verdad, querido. Pero sabes que me cuesta mucho juzgar con severidad. Y menos en público. Me puede la piedad.
ResponderEliminarEl campechano coronado ya ni concuspiscente, todo lo más una lluvia dorada sobre una rana esperando convertirla en una corista.
ResponderEliminarMuy bien José María por tus reflexiones. De todo, me quedo con la máxima que siempre he procurado tener muy presente en mi vida :" No es más feliz quien más tiene sino quien sabe disfrutar de lo que tiene".
ResponderEliminarPaso olímpicamente de los borbones trincones y de esta casta política que nos ha tocado sufrir y que nos tiene entretenidos con ésta y otras cortinas de humo.
Recibe un cordial abrazo.
Un abrazo a todos
ResponderEliminarBorbón, bribón.
ResponderEliminarEl hijo ha visto las orejas al lobo y anda recto, que su chica no quiere más gaitas y espera que sus gatitas lleguen a reinas algún día.
Resumén histórico de las Repúblicas democráticas españolas: golpe de estado militar y reinstauración monárquica.
Lo peor de la monarqquía española es su impunidad... y que no es democrática. ¿Pero lo son los gobiernos de derecha e izquierda que nos mienten, estafan, ningunean, nos venden y nos exprimen?
La desigualdad es la primera traición de nuestros gobernantes a la Constitución, y como van sobrados, exudan incompetencia.
O Dios me ha hecho criticón o tengo un don.
Lo que a mi entender es corrupción o delito fiscal.
ResponderEliminarAño 1990, obra Abastecimiento de agua a Bailen , Andújar, Marmolejo, presupuesto 1200 millones de pesetas, Modificado de 120 millones de pesetas, reparto, 25% para D. Fulanito, 15% para D. Menganito, 30% para la empresa constructora, Yo era el jefe de obra, estos acontecimientos los denuncia en el año 1992, la empresa desapareció, nadie hizo caso.
Año 1998, Depuradora de aguas Residuales de Almuñecar, presupuesto 1500 millones de pesetas, Jefe de obra yo, costes 4% de Costes Generales, 3%Coste adicional, la obra una UTE de una empresa Catalana y otra Francesa.
Estas obras estaban en los Presupuestos Generales del Estado, dinero Público.
Si a mi me regalaban una cesta de Navidad de puta madre yo no la rechazaba, esto es un regalo, creo que no es corrupción.
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ResponderEliminarEs verdad. La corrupción ha corroido una gran parte del tejido empresarial y político del país. Una lástima. Pero el rey nos ha estado engañando durante cuarenta años con cuarenta mensajes navideños de decencia, justicia y ejemplaridad, todo ello impostado.
ResponderEliminarY lo de Pedro es un don. Don criticón. Jajaja
Y los Políticos que?????
ResponderEliminarY no solo en España, Mitterand, Helmut Kohl.........
Sí, también. Pero al jefe del estado se le supone la maxima ejemplaridad.
ResponderEliminarMitterand, era el similar al Jefe de Estado.
ResponderEliminarQue claro que si lo hizo a la cárcel y pague a Hacienda.
Si hay que cambiar la Constitución que aprobamos todos los Españoles, cambiese, pero con la aprobación de todos los Españoles. Si tenemos que tener una Constitución Presidencial, República o cual fuera, que sea por mayoría de los Españoles.
Mi escrito rebosa almíbar y piedad por un hombre que pudiendo haber salido por la puerta grande de la Historia, ha dilapidado todo su capital de honorabilidad, y el de Monarquía por culpa de su avaricia.
ResponderEliminarNada más.
La avaricia rompe el saco, Los Pujol, Rodrigo Rato, Barcenas, La Monarquia..........
ResponderEliminarPunto y final.
Al principio puse "...o tengo un Don"
ResponderEliminarPero me olí el chiste en que me metía y puse "don" con minúscula.
Por tanto, señor Fili, mi reconocimiento a su agudo y rápido ingenio, que demuestra que no es su señoría nada ingenuo.