Me estoy convirtiendo en ogro a la vista de mis cercanos. Mis sobrinas -una madrileña y otra catalana- están algo quejosas de mi espantada a Antequera en cuanto han puesto el pie en el pueblo. Ellas se sienten seguras porque son prudentes en sus hábitos de vida actual y no creen justificado tanto miedo por mi parte. A un sobrino que trabaja en la hostelería en Málaga ni lo veo cuando viene a su casa de visita. Lo mismo que a mis sobrinos de Almería o de Córdoba. Ni verlos. Cuando alguien entra en mi casa desemboscado le invito a la mascarilla. La otra tarde le eché una bronca áspera a mi cuñado porque se apalancó una hora entera sentado en el salón charlando con mi mujer -separados, sí- sin mascarilla ¡Coño! Ni siquiera he tenido cojones de asistir a la boda de mi ahijada, ayer noche mismo, teniendo que digerir mis propios reproches contra mí mismo. Procuro evitar las reuniones. Es como si viera a los bichitos salir esparcidos de las bocas de las gentes. En busca mía. Y entiendo la procesión interior de mi Peque, mil veces más valiente y razonable que yo, que me sigue en casi todas mis decisiones, muy a su pesar.
Y, sin embargo, cuando analizo fríamente mi comportamiento, creo que actúo según la letra y el espíritu de las recomendaciones sanitarias. A lo mejor me paso un pelín, no sé...
Resulta sorprendente que siendo España uno de los países en que más mascarillas se ven por las calles, sea, a su vez, el que más contagios "produce" en esta nueva oleada de casos. Nadie conoce exactamente el por qué de esta aparente paradoja, nadie, salvo mucha gente de derechas que lo tiene clarísimo desde el primer día: la culpa es del gobierno, ¿de quién, si no? Yo aporto mi visión del fenómeno: usamos mascarillas allí donde menos falta hace, en la calle. Sabemos que en espacios abiertos el riesgo de contagio es mucho menor, aún sin mascarilla. A no ser que te pongas a charlar cinco minutos con Samuel, el hermano que me sigue, que no sabe hablar más que a voces. En los espacios cerrados, y concretamente, en la seguridad supuesta de nuestras casas nos relajamos. Es algo natural. Los convivientes habituales de un domicilio no van a usarla, lógico. Pero ante cualquier visita, mucho más si es de alguien de fuera, todo el mundo debería ponérsela. Y la visita debe ser consciente de que contri más breve la estancia, mucho mejor. A este respecto, cabe destacar que los contagios domésticos y en fiestas cerradas y bares son la segunda causa después de los laborales.
Y me preocupa saber que ya hay gente que se ha entregado, no es que sea negacionista, no, sino que piensa que es cuestión de tiempo que todos caigamos, más pronto o más tarde. Y se relajan las maneras. La vida tiene que seguir -dicen-. No podemos vivir acojonaos todo el tiempo. Y se cancelan feria y festejos veraniegos, pero no renunciamos a reuniones caseras de familia, y fiestas de cumpleaños y de aniversario, y ... "Es que eso es lo normal todos los años por el verano"... Sí, pero este año no es todos los años. Este año es un poquito especial. Y no deberíamos convertirlo tan precipitadamente en un año "normal". No es normal. Aún somos vírgenes, pero en nuestros pueblos cercanos los brotes han tenido este origen festivo y doméstico. Porque pasados diez días de esos eventos "relajados" aparecen padres, tíos y abuelos con fiebres y toses, y entonces rezamos a santa Bárbara bendita.
Con mis debilidades -que también las tengo- siempre me ha gustado predicar con el ejemplo: en el seminario, en el hospital y en mi vida privada. Lo seguiré haciendo aunque tenga que pasar por un ogro irredento.
Y un saludo especial a todos los docentes por asumir el reto tan formidable que les espera.
Y un saludo especial a todos los docentes por asumir el reto tan formidable que les espera.
Tienes razón. Yo procuro actuar así como tú dices. Yo digo que si me voy a contagiar será por alguien cercano. Aquellos que no veo, que viven lejos, no me van a contagiar. El malo es el bicho. Los contagiado res son familia o amigos, gente que queremos y nos quiere. Puede que alguien en un encuentro casual.
ResponderEliminarUn abrazo
No lo puedo evitar. Tu artículo es una auténtica provocación a mis entendederas.
ResponderEliminarAunque soy prudente lavándome las manos a todas horas, más que un ginecólogo; cambiándome el calzado de calle, que dejo fuera de la casa, por las zapatillas caseras; y uso mascarilla en comercios y demás... en casa y en la calle voy a pelo, a riesgo de regañinas o multas.
El bozal o mordaza no lo soporto ni física ni sicológicamente.
A técnicos, instaladores y visitas les ofrezco, antes de entrar en mi casa, que se quiten la pantomima si lo desean.
Abrazos y besos los sigo dando a todo aquel o aquella que me los admite.
Sólo mi cuñado aguanta con la dichosa mascarilla valerosamente en nuestros encuentros, y excusa los contactos físicos de saludos y despedidas... Aunque la carne es débil y acaba desenmascarándose a media reunión sin invitación alguna.
No sé si las radiaciones 5G estimulan al virus, debilitan nuestro sistema inmunológico o cocinan nuestras células para que el virus nos encuentre suculentos.
No sé si todo es un complot para eliminar gente mayor o si estamos en el Apocalipsis.
Simplemente veo que nuestra humanidad se vuelve día a día más absurda, (la humanidad o yo, nunca se sabe).
En mi pueblo nos prohíben andar sin mascarilla por la calle a los mayores de 60. ¿Quieren acabar con nosotros obligándonos a respirar CO2 en vez de oxígeno?
Las Urgencias de los hospitales no dan abasto ante la avalancha de hipocondriacos.
Los biólogos más prestigiosos hablan de 8 ó 10 años para producir una vacuna decente. Para la gripe común aún no han encontrado ninguna eficaz, pues el virus muta, y ¿ya han encontrado varias vacunas para el Covid-19, del que desconocen el 85% de su genoma?
Hermanos, aquí acaba mi homilía:
Vacunaos de la ignorancia, el miedo y las malas vibraciones... con Amor, Fe y Confianza en la vida que SOMOS nosotros mismos.
Podéis ir en paz.
No he querido, a propósito, entrar en el tema de los negacionistas por no herir tu sensibilidad al respecto, Pedro. Pero, lógicamente, discrepo de tu criterio en esto.
ResponderEliminarVerás, has conseguido una cosa positiva de mí: he entrado en la Cocrhane Librery, la agencia mundial filtradora de artículos médicos publicados. Ni una sola mención a los efectos potencialmente peligrosos de las ondas electromagnéticas. He entrado en PUB MED, el mayor recopilador de información médica del mundo. En este sistema sí que he encontrado un centenar de artículos al respecto: todos acaban igual en el resumen: se desconoce hasta el momento que las radiaciones electromagnéticas sean responsables de ninguna enfermedad. Se precisan de más estudios y experiencias. vale.
Respirar a través de la mascarilla no es para nada perjudicial. No afecta a la saturación de oxígeno. Demostrado. Otra cosa es la molestia. Vale.
Estamos hablando de salud pública, no de molestias ni de opiniones particulares. La mascarilla no solo te protege, sobre todo, protege a los demás. Si no lo haces por tí, puedes hacerlo por tus familiares y amigos.
No hay complot ni Apocalipsis. Hay una pandemia peligrosa que sólo se detendrá cuando tengamos vacuna o inmunidad de rebaño.
Lo que dices de la vacuna me parece acertado. Va a ser difícil. Se van a tener que acortar plazos y pudiera eventualmente ocurrir desgracias por efectos secundarios no sospechados. Ahí no tenemos seguridad.
Y siguiendo tu último consejo, yo os digo: curaos de la paranoia.
Un abrazo de corazón, amigo Pedro.
Pero el fumador y el que saca el perro a cagar, (que muchos dejan el pastel), el ciclista, el mediofondista, etc. parece que están excentos de dicha obligación y te tienenes que tragar humos y malos olores
ResponderEliminarYo siempre uso mascarilla hasta en mis solitarias salidas en moto, ¿pero de qué me sirve si hay tantos que no la llevan?. Ellos me pueden contagiar y yo prevengo el contagio hacia ellos.
El problema, como ejemplo Conil ¿es el turismo?, Marzo-Abril 7 contagios de Covid, Agosto según el Ayuntamiento 25, según el pueblo más de 40. Aquí no dice la verdad ni el POTITO, sean del sino que sean a los Políticos les importa un carajo todo, espero equivocarme veremos que pasa a partir del 15 de Septiembre.
ResponderEliminarEl civismo y la solidaridad empieza en uno mismo.
Claro, Pacomo. Hay todavía gente que no acaba de creerse esto, o que simplemente pasa.
ResponderEliminarPor
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con Rafael.
ResponderEliminarQuerido amigo tu eres la prueba viviente de que tu teoría es correcta. Si todos cumplieramos las normas no serias el bicho raro del ogro sino que serias lo normal que todos hacen. Un abrazo
ResponderEliminarPensando por libre se me ha ocurrido algo estúpidamente antinegacionista. (Para mí son negacionistas los que niegan que las radiaciones de microondas electromagnéticas sean nocivas. En cambio estos negacionistas evitan radiarse con rayos X o meter la cabeza en el microondas. Y es que las radiaciones que interesan a las compañias de telefonía y farmaceúticas se las bendice la Organización Mundial de la Salud).
ResponderEliminarPero supongamos que me equivoco y todos somos felices con una hermosa atmósfera radioelectrificada magnéticamente.
Nos queda el virus. Pues bien, ajustaos el cinturón porque todos lo tenemos, igualito que el cáncer.
¿Y entonces qué pasa?: Unos sufren los efectos del cáncer, de los virus de la gripe, del covid-19, del sida, etc. y otros no.
¿Por qué?
¡Santa Madonna! Por la vibración energética de cada cual y su sistema inmunológico que están en consonancia.
Ya os podéis poner la bufanda bucal todo lo que queráis que los virus están en el aire y la atraviesan sin problemas.
Protegerse de un atiborramiento gratuito de virus como sería un estornudo en toda la cara lo hace hasta el más tonto.
Siendo profe, la época de gripe suponía una escabechina masiva en el profesorado y el alumnado. A mí no me hacía gracia recibir alumnos infectados, que sus padres "responsablemente" nos mandaban a la escuela. Mis dos semanitas jodido con la gripe no le importaban a nadie.
Sobreviví año tras año a un par de contagios o tres anuales.
Entonces me preocupaba la irresponsabilidad negligente. Con este nuevo virus nos hemos ido al otro extremo.
Mientras tanto, un enemigo oculto está actuando en la sombra y a quien lo detecta le llaman negacionista.
¿Tan cojonudo es el 5G que ni siquiera vale la pena investigarlo como deseamos algunos paranoicos?
¿Vale la pena pensar?
Querido Pedro: no deseo entrar en bucle contigo. Date cuenta, sin embargo, que eres el único de mis lectores que lleva bien el paso. Los demás lo llevamos cambiado.
ResponderEliminarEl impacto de la actividad electromagnética sobre la salud pública no es algo que esté olvidado. Ya te he comentado que en revistas científicas existen una importante cantidad de artículos sobre ello. Solo que hasta ahora no hay evidencias concluyentes de su nocividad.
Al menos, me gustaría que aceptaras que este virus nuevo no es el de la gripe. Tiene mucha más mala sangre. Quizás dentro de uno o dos años, cuando lo apacigüemos con la inmunidad de rebaño podamos convertirlo en algo parecido a la gripe.
Un abrazo, amigo.
De acuerdo Fili.
ResponderEliminarAgradezco tu paciencia, aunque no tu condescendencia.
El miedo es libre.
Nuestra mente básicamente la forman crencias y especulaciones de tipo egótico sobre las que valdría la pena meditar.
Mi deseo no es tener razón, sino que logremos sobrevivir a tantos intereses espúreos carentes de humanidad.
No molesto más. Un abrazo.
No molestas, Pedro. El debate enriquece. También yo quiero y deseo que no tengas razón. Un abrazo.
ResponderEliminarAmigos he llegado pelín tarde al debate. Lo que se ve en esta zona, es que han restringido las visitas a media hora en los centros de mayores. En el barrio cada día se ven merodeando tres o cuatro ambulancias, y el helicóptero es raro el día que no aterriza un par de veces, ahora mismo suena uno en la campa del hospital, vuelan incluso de noche, que eso si que es tener valor.
ResponderEliminarSalimos poco, compramos por la tarde a primera hora hay menos gente, pero si vienen los hijos todos comemos en casa. La prudencia es necesaria si, y la higiene también, pero el virus está en todas partes: Las llaves del coche, las de casa, las manetas de la puerta, el dinero etc.
El nieto en enero agarró un resfriado malo que dejó en casa a media clase, le salieron sarpullidos en los brazo que yo en casa le curaba, y a saber si aquello ya era el virus.
Compañeros, cuidaos y seguid caminando junto a los vuestros, todo el mundo estamos en el camino.
Un abrazo.
Juan Martín
Muy buenas, Juan Martín. Mi criterio es que aunque el virus pueda estar en cualquier parte, la transmisión casi universal es de persona a persona; no de superficie a persona. Tiene que ser muy complicado contagiarse por coger unos billetes o las llaves d eun coche. Son las gotitas minúsculas de saliva que expulsamos al hablar o toser las que lo llevan calentito y viable. En las superficies, aunque presente, ya no es tan fiero, pierde vitalidad.
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