La quinta, estando sediento
por estar tan desangrado
dijo casi sin aliento
sed tengo, y le fue dado
hiel y vinagre al momento
El sermón de las tres horas (las Siete Palabras) era el acto litúrgico más multitudinario de nuestra Semana Santa en Palenciana. Tarde del Viernes Santo. Luto general. Todo el pueblo cerrado y mustio. Iglesia abarrotada. Recogimiento. Hombres en la izquierda; mujeres, a la derecha. Una parte nutrida de la Centuria, en el presbiterio, oculta al público por el gran velo azulón que pende desde el techo hasta el suelo. Cuchicheos muy apagados. Impaciencia porque empiece el acto. Primer aviso del cura. Severo, serio, circunspecto. Con don Juan González en el púlpito era verdad lo de las tres horas largas. Luego, el tiempo, ese trilero que todo lo envuelve para cambiarlo, ha ido aliviando cada vez más la cansina espera. Y alcanzar el momento final, apoteósico, en el que, tras acabar la última Palabra, y muerto el Cristo, mi chacho "Porrera" rasgaba con su espada el grandioso telón, y toda la iglesia se estremecía con el tronar ensordecedor de tambores y cornetas...
Aún habiendo resistido a los años, este acto ya no es lo que era. Ahora no llegará a una hora. A continuación, resulta muy atractiva la teatralización del llamado "Paso de Longinos", el soldado romano que penetró con su lanza el costado del Señor. Una recuperación muy acertada de un elemento litúrgico y cultural de nuestros ancestros.
El formato argumental del sermón de las siete palabras consiste en el glosario que realiza el sacerdote acerca de cada una de las Palabras últimas que Cristo exhaló desde la Cruz. Enjuga la obligada seriedad del acto el canto coral que se intercala previo a cada una de las Palabras.
La quinta Palabra, "Tengo sed", ha sido siempre una de las preferidas por todos los curas que han pasado por el pueblo, la que más ha dado de sí. El sacerdote, sabiamente, extrapola la sed de agua a otros tipos de sed que pudiera tener nuestro Señor en esos momentos de agonía: sed de justicia, de caridad, sed de pureza, de esperanza, sed de santidad... Y si un servidor hubiese continuado su vocación sacerdotal, y hoy, Viernes Santo, estuviese al cargo de dar mi sermón, me explayaría en la exégesis de este "Tengo sed". Y diría que en estos días de incertidumbre y desasosiego por el condenado virus, nuestro Señor tiene sed de civismo, de solidaridad, de sacrificio. Y señalaría con dedo acusador a tanto fiel que se amontona en las colas para visitar los pasos sin guardar la distancia debida, incluso con la mascarilla en la barbilla; y me enfrentaría a estos otros devotos que se han pasado por el forro los límites perimetrales para venir a sus pueblos a ver a sus "santos"; y mostraría mi enfado y mi indignación al saber que tantas personas de bien se han desplazado a segundas residencias a pasar sus vacaciones; y fustigaría con prosodia altisonante a los jóvenes (y no tanto) que frecuentan fiestas familiares y sociales a escondidas... En fin... Hemos creado una sociedad débil y facilona en la que la gente no ha mamado la capacidad para el sacrificio, no aguanta la sed: sed de diversión, sed de palique, sed de socializar, sed de libertinaje, sed de viajar... Por encima de cualquier otra consideración, la gente tiene que satisfacer su sed. ¡Cristianos del mundo -les exhortaría yo-: Jesucristo tuvo mucha sed y le dieron hiel y vinagre para beber!
Joer, quería escribiros un artículo de los míos, y me ha salido un sermón de don Juan.
Eso mismo pensaba yo. Vaya sermón. Propio de un púlpito barroco. Por cierto el púlpito es un elemento litúrgico de después de la llamada contrarreforma. Convertir al pueblo con buenos sermones.
ResponderEliminarUn sermón que no cansa leerlo..., eso no es un sermón. Edo es saber utlizar las palabras para echar una bueba bronca, pero que a nadie debe molestar.
ResponderEliminarFelicidades, amigo Filiberto.
Muchas gracias, Pacomo. Me ha salido del alma. Es desesperanzador observar las calles estos días y el comportamiento de muchas personas. Un abrazo.
EliminarMi mujercita y yo hemos aprovechado estos días que tiene libres de ir a rehabilitación de su brazo, para subirnos a la sierra. Aquí totalmente solitos sin nadie que nos moleste. Lo de las aglomeraciones y las mascarillas es cabreante. Y más con los fumafores exentos.
EliminarJosé Maria, tú sabes que yo soy parco en palabras, tu amigo La Calle siempre te sentencia un poquito (bastante) pero yo te entiendo perfectamente
EliminarFili, no te engañes. Tu sed es de seguridad y de poder seguir viviendo de puta madre, sin amenazas ni inseguridades, como un señor.
ResponderEliminar¿A qué tanto sermón?
Un buen sicólogo te podría ayudar a situar correctamente el problema. No todo son contagios, el coco de muchos está infectado de miedo paranoico, que es una enfermedad muy difícil de erradicar y contagia más que el coronavirus.
¡Sigue duro, que ya casi lo tienes! (Me refiero a tu salvación por la vacuna mágica).
Perdona si me guaseo un poco. ¡Te pones tan importante!
Me agrada la guasa, y te sigo perfectamente. Pero, como le he dicho a Pacomo, me preocupa la conducta de muchas personas en estos días. Parece como si la gente hubiese perdido el miedo al virus. Yo, es verdad, sigo teniendo miedo y cuento los días para la ansiada vacuna. Un abrazo.
EliminarVale. Si en vez de riesgos únicamente ves ventajas, ignora "les boutades" de este pirado, que no ve la necesidad de vacunarse ni "va en romería con la cofradía del Santo Pandemío". Tanto la quería que tardó en vacunarse 19 días y 500 noches.
ResponderEliminarJajaja. Vale. Así lo haré.
EliminarSiempre queda amigo José María donde hubo, esas siete palabras se siguen escuchando y cada cuál responde a su manera.
ResponderEliminar. Padre perdónalos porque no saben lo que hacen.
. Te aseguro que hoy estarás conmigo en el cielo.
. Mujer ahí tienes a tu hijo. Juan ahí tienes a tu madre.
. ¡Eloí, Eloí! ¿Lama sabactaní?
. Tengo sed.
. Todo está cumplido.
Un abrazo amigo José María
Juan, te falta la última: In manibus tuis commendo spiritum meum.
EliminarTú serías un excelente orador sobre las siete palabras en el caso de que hubieras seguido el camino sagrado. Basta ver el ejemplo que has bordado con el "Tengo sed".
ResponderEliminarComo siempre me ha gustado y he disfrutado amigo Fili
Un abrazo