viernes, 20 de octubre de 2023

El imperio de las normas

Me siento descorazonado ante ciertas actuaciones de algunas personas que atienden al público. Aunque a veces lo parezca, los ciudadanos que acudimos a una ventanilla, a un despacho o a un mostrador no somos autómatas que van pasando a una distancia programada para que un funcionario o empleado les vaya colocando las etiquetas respectivas. No. Somos personas que buscamos solucionar un problema. Y el empleado de turno no debería limitarse al cumplimiento estricto de la norma o el protocolo en cuestión, sino que, además, debe poseer la capacitación y la empatía suficientes para, en la medida de sus posibilidades reales, dar respuesta razonable a la petición del ciudadano. Saber quién es un caradura o un maleducado y quién va de buena fe.

-Buenos días, señorita -me dirijo sonriente a una chica de blanco sentada delante de su ordenador.

-Buenos días, señor -me contesta, amable-. ¿Qué es lo que desea?

-Venía a pedir cita para las vacunas -le respondo.

-Pero eso no es aquí. Debe usted ir al centro de salud. Aquí las ponemos, pero la cita la dan en el centro de salud.

-Verá, señorita -le explico lo sucedido-, es que vengo de allí, del centro de salud. Y como la cola para las citas eran tan larga, una auxiliar nos ha dicho que aquí también las dan y que, incluso, con suerte, nos la ponen sobre la marcha. Por eso estoy aquí.

-No, hombre, no. Eso no es así. Sin cita no podemos atenderle. Esto sería un follón si todo el mundo viniese cuando mejor le pareciera.

-Claro, claro, lo comprendo. Pero bueno, ya que estoy aquí, deme usted una cita.

-Es que resulta que yo soy la enfermera y no es mi cometido dar citas. La administrativa se ha marchado ya porque tiene esta última hora de lactancia. Le recomiendo que vuelva al centro de salud.

-Pero, mujer... Tiene usted el ordenador abierto, no hay nadie esperando. ¿Qué le cuesta darme una cita?

-Es que no es tarea mía. Lo siento.

Y entonces, sin mediar palabra, sólo con la mirada, le explico a la joven la de veces que yo, médico, he hecho tareas de enfermera, de auxiliar, de celador y hasta de mujer de la limpieza.

Me da cierta congoja vivir en un mundo en el que la norma y el protocolo están por delante de las personas. Y me pregunto si no nos habremos equivocado en la formación y educación de nuestros jóvenes.

12 comentarios:

  1. Para nosotros ha sido una aventura el poder vacunarnos. Desprecio, arrogancia y mucha vagancia. Nada de empatía y nada de humanidad. Por ser de Muface, algo así como ser un delincuente, te putean y te torean como si fueses tonto.
    Le dije en el centro de vacunación que había recién llegado en una patera y que venía de Senegal. Me contestó que si eso fuese así, me ponían las dos vacunas y todas las que hiciera falta.

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  2. Sí, nos hemos equivocado en educar a nuestra juventud. Hay una fuerte tendencia a que se ha de preparar a la juventud en Bachillerato, Formación profesional y en la Universidad para el trabajo que demandan las empresas. No estoy en contra de eso. Eso es una parte. Se ha de educar, además, par ser seres autónomos, libres, cultos, buenos demócratas, respetuosos, solidarios y amables y, por supuesto, en igualdad entre niños y niñas.
    Esta segunda parte se cuida menos que la primera. El que quiera que busque vídeos en YouTube de Nuccio Ordine, Premio Princesa de Asturias que no lo recibirá esta tarde porque ha muerto hace poco. Él lo explica mejor que yo.
    Pepe Ramírez

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    1. Dudo que nadie explique estas cosas mejor que tú, Pepe. Muchas gracias.

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  3. Querido José María, me atrevería incluso a decir que a menor cualificación y responsabilidad, mayor es el desdén y la falta de colaboración en tareas extras a su cometido de algunos profesionales sanitarios, no todos obviamente, pero he visto médicos como usted empujando camillas en el hospital de Valme y celadores sentados mirando de forma contemplativa hacia otro lado porque estaban en su hora de descanso.

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  4. La gran diferencia entre la funcionaria (en este caso) y la trabajadora vocacional.
    Uno de los grandes problemas del sistema educativo y del sistema selectivo para puestos de trabajo de la administración pública
    Un abrazo

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  5. Recuerdas el artículo "Vuelva usted mañana" de Mariano José de Larra, pues ya veo que seguimos en las mismas, gracias Fili, por tu buena pluma al acercarnos a la realidad.

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  6. Fili, cariño, las vacunas son los "padres".
    No es necesario pelear para ponérselas, ni hacer colas, basta con pasar olímpicamente de ese maldito contubernio de las farmacéuticas.
    Si te quieres perjudicar a ti mismo, vete a una pastelería. Y perdónate por haber recetado inconscientemente las sustancias inmundas de las vacunas.
    La verdad, la salud y la vida las tienes dentro de ti, medita un poco y lo verás.
    Las salvaciones que nos venden los mafiosos no son más que basura para creyentes confiados.
    No sufras más con esperanzas infundadas y disfruta con el golf, tus amigos y familiares, con tu perra y tus escritos.
    No me dejes seguir predicando en el desierto.
    Un abrazo

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    1. Gracias por tus sinceros consejos, Pedro. Y que te conste que soy un hombre feliz que disfruta de los placeres sencillos como ésos que mientas. Pero te diré algo que quizás a tí no te extrañe mucho: de tanto amar la MEDICINA he llegado a convertirla en creencia. Más allá de la ciencia. Para mí, la MEDICINA es la Metaciencia, si se me permite semejante despropósito. Un abrazo.

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  7. Gracias, Fili por abrir el melón de D. Protocolo. Hablar, preguntar, sentarse aquí o allí, rellenar un informe o traspasar un espacio concreto, todo debe de hacerse según manda el protocolo y si por desconocimiento te lo saltas...

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  8. Fili, la MEDICINA es maravillosa. Ser sanador es ejercer uno de los oficios más dignos de la humanidad.
    Hay muchas clases de medicina provenientes de culturas y tiempos distintos, todas respetables.
    La alopática, institucionada por Hitler, desbancando a las demás medicinas de la época, tampoco es despreciable pese a sus implicaciones de metanegocio de la industria farmacéutica.
    Desgraciadamente, una rama de la farmacología ha sido usada y sigue usándose con fines espurios, sino criminales, por los PODERES POLÍTICOS, causando efectos contrarios a los fines de la MEDICINA.
    Es cierto que muchos médicos han denunciado las falsas vacunaciones anti COVID-19, pero las nuevas campañas de vacunación antigripal se acompañan de nuevas dosis (quizás caducadas) de "vacunas" anticovid, (una en cada brazo).
    Permíteme el despropósito de la indignación, aunque sólo sea porque no comparto las ideas eugenésicas.

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