Cuando
Dios creó el Edén, ¿pensó en América?
No diré que no, no pondré en cuestión a Nino Bravo y su canción, pero tengo mis dudas. Nunca he visitado América. Miento, estuve durante veinte días en Brasil, estado de Bahía, con la Peque y mi hija de 6 años, pero hace tanto, que ni me acuerdo. Tal vez la isla de Itaparica pudiera compararse con el Edén bíblico. Tal vez. Y no negaré las sorprendentes bellezas paisajísticas en los grandes parques naturales de Norteamérica que podemos ver en programas de National Geographic. Vale. Pero si nos atenemos a lo que yo he visto, me parece que muchos parajes del territorio noruego fueron los modelos reales en los que Dios se fijó para plantar el jardín del Edén.
La Noruega natural y profunda que nosotros hemos
disfrutado durante una semana de agosto debe ser lo más parecido al Paraíso
Terrenal. Claro que se trata de un paraíso de sólo tres meses de duración, lo
que dura el verano. El resto del año debe ser aquello un infierno helado, si se
me permite el oxímoron. El dueño de todo ese paraíso es el agua, dominador
absoluto del paisaje, tanto en los fiordos infinitos como en las grandes y
espectaculares cascadas. Las aguas de los fiordos son mansas y transparentes y ni
siquiera saladas, sino salobres, de tanta agua dulce como les entra por los
ríos, escorrentías y saltos. Y amigables para el baño, según qué días. No hay
mar picada ni rompientes espumosos, todo es calma chicha, una lámina infinita
que se abre paso entre valles y montañas de un verdor insultante. Ríos de
fuerza arrolladora y cascadas son elementos nivales procedentes del deshielo de
nieves recientes y otras eternas de los glaciares, aunque nunca defrauda la
lluvia, una paisana más, una circunstancia consuetudinaria. Allí no se
necesita, como por nuestros lares, ir a buscar las cascadas, ellas te salen al
encuentro. Im prezionantes, como diría nuestro ínclito torero Jesulín.
Un subproducto de tanta obscenidad de agua es el manto vegetal de una
exuberancia inenarrable. De vez en cuando, muy de vez en cuando, un solecito
tibio y tímido se asoma a la pradera por entre los nubarrones amenazantes para
hacerse notar un poco y nos alegra con sus piruetas de colores cambiantes y de
claroscuros de fantasía.
En cuanto a fauna se refiere, no hemos visto gran
cosa, desde luego nada salvaje, ni siquiera salmones saltarines, será que no es
la época. Para ser un paraíso, tampoco hemos visto serpientes. Mujeres del
paraíso, las Evas eternas, sí que hemos visto algunas, todas rubias y hermosas.
Y manzanas, muchos manzanos, varios en cada jardincito. Manzanas del paraíso. Y
sólo hemos avistado un Adán, uno solo, pero que hace por diez ¿quién va a ser?
Mi hermano Manolo ¿quién si no?
Una semana de disfrute de la naturaleza, y no
sólo de la física, sino también de la humana. Una convivencia hermanada de
veinte criaturas sureñas comandadas sabiamente por un guía excepcional en lo
organizativo y en lo vivencial. Míster Loúpez (según lo nombran por allí) es un
hombre de oficio, pero también un hombre de corazón. Oficio al que hubo de
echar mano y brazo para solucionar un serio problema de organización y darle
una salida airosa. Corazón y honestidad han sido sus marcas referenciales. Ha
sido el sumo sacerdote de una parroquia muy heterodoxa. Y como contrapunto, un
ateo redomado, virtud ésta muy de mi gusto, pero no compartida por mucha gente
de bien.
En cuanto a los demás, hemos sido, creo, unos
participantes proactivos, nada conflictivos y muy disfrutones.
Es imposible no disfrutar en un ambiente natural
y humano como el que hemos tenido. Ha sido la primera vez que he visto
verdadero entusiasmo en la cara de mi amigo mister Painter (señor Pintor), un
urbanita empedernido que sólo disfruta bicheando librerías. Con eso lo digo
casi todo. Casi, pero no todo. Los hermanos García Ballesteros nos han
sorprendido con una erudición enciclopédica paralela a la paciencia de sus
santas esposas respectivas. Fraski Espadas y Jesús Paniagua han destapado las
mejores esencias de su arte fotográfico para inmortalizar momentos mágicos. “El
Carpin” ha descubierto una desconocida labor de auxiliar de cocina. Manolo, mi
hermano Manolo, ha sido el hombre orquesta, el omnipresente, la mano derecha de
Mr. Loupez y también el atolondrado pierdelotodo. Ana María Orellana, “La Sam”
ha sido galardonada con el premio de Miss Simpatía, por sus divertidas
ocurrencias y sus chistes malos. Mari Cruz ha lucido su tipito garboso y su
gabardina a lo Lauren Bacall pese al temporal. Carmen y José Antonio nos han
enseñado en directo cómo discutirlo todo en pareja sin tener que reñir por
ello. Las parejas García - Molina y Zamora - Hurtado, primas y compañeras de
cabaña, han puesto cordura y templanza allí donde hubo necesidad. Ellos,
mandaderos y cocineros; ellas, andadoras incansables. Pronto Antonio Zamora se
despojó de ese respeto reverencial con que aleja a quienes no lo conocen para
convertirse en un chiquillo disfrutón. Y mi querida María Victoria, protagonista
inesperada de la primera (y única) caída, quizás la más perjudicada en lo
físico y algo quisquillosa ella, ha sabido hacer de tripas corazón y portarse
como una jabata. Sin protestar por nada, algo realmente inusual. Lo de no
protestar. Y mi Peque, mi musa, mi inspiración y mi antorcha que resplandece en
la noche tenebrosa, allí donde esté ella, yo estoy en la gloria. Todos, menos
yo, han dado la talla a la hora de escalar gateando hasta donde haya hecho
falta. Hemos dormido en cabañas de ensueño en sitios de privilegio, comido en
cualquier super comida precocinada y buena a un precio aceptable, disfrutado de
sauna y baños en el fiordo congelado, contado chistes malos a través del walkie
y “sufrido” la pertinaz lluvia de por aquí. Y un sol espléndido, ausente
durante toda una semana, tuvo la deferencia de salir a despedirnos en el
aeropuerto.
Una semana muy bien aprovechada y rematada con
una comida de las nuestras ya en nuestra Málaga calurosa. Una experiencia para
ser repetida.
(To be continued).
Precioso lo q cuentas parece mientras lo lees q estas alli👏👏
ResponderEliminarDigamos que hay muchos Edenes y que uno, sin duda es Noruega. Lo importante, creo, no es el Edén en si, sino cómo lo percibe cada cual. Dicho esto si las imágenes son espe
ResponderEliminarExperiencia viajera digna de ser recordada por todos los participantes y sobre tpdp por uno cuyos dotes apenas se comentan en el relato: el narrador.
ResponderEliminarFelicidades Fili, espero que no echaras de menos el golf.