Este artículo lo dedico a mi amigo Antonio Luna, sufridor como yo de las más severas e inhumanas restricciones en el tálamo conyugal.
No voy a negar lo que es evidente. Que el plomo de los años ha mitigado los excesos pasionales de antaño. De religiosa comunión diaria, la Peque y un servidor hemos pasado a un revolcón por semana si es que no lo estropea algún "me muero de sueño, Sema" o "¡para eso estoy yo esta noche!". No carguemos, empero, toda la tinta en ellas, las mujeres. También existe la andropausia, que, a mi entender, no es otra cosa sino que el instrumento viril pierda el hueso de por dentro, una suerte de alquimia inversa que transforma la piedra en goma. Menos el Palanco, pichabrava del grupo, todos mis amigos confiesan lo mismo, que su hueso se ha convertido en ternilla. Algo consuela.
Pese a ello, sigue siendo muy divertido acostarse con la Peque. Al menos para mí. Para ella, no tanto. Le ha dado por decir que mis manías de viejo en la cama no la dejan dormir. Desde hace un tiempo me tiene recetada una especie de decálogo de instrucciones que, de incumplirlas, me llevaría irremisiblemente a dormir en mi "media camita" de soltero. "Como sigas en este plan te mando a tu media camita". Y yo, zumbón, me parto de risa. Pero por dentro. Si me lo llegase a notar me echaría del lecho ipso facto.
Veamos:
1.- Hay que dormir con pijama. Hasta en agosto. En el verano me gusta acostarme en pelotas. Ni hablar. "Pero Peque ¿qué te molesta?" "Que no, que tienes "eso" siempre húmedo, como el hocico de un perro, y me rozas y me da no sé qué". Pijama que te crió.
2.- Hay que dormir con calcetines. Hasta en el verano. "Sema, por favor, que me da mucha dentera que me arañes con las uñas de tus dedos gordos, que parecen conchas de almeja". Calcetines. Y negros, que se noten.
3.- ¡Esas manos, joer!!! Para dormirme bien necesito cogerle cosas a la Peque, ir pasando la mano por las tetillas, la barriga, el culete, un pellizquillo de ná en el torrezno...Y vuelta a empezar. Hasta que me quedo dormido. Eso era antes. Ahora me suelta un "jarpío" que se mea la Pegui.
4.- Dos almohadas. Tenemos que dormir con almohadas individuales. Dice que si no, empiezo a tirar y tirar sin darme cuenta y la dejo sin almohada. "Y además, que echas babilla".
5.- Postura. De siempre mi postura preferida (para dormir) ha sido acoplar a la Peque de espaldas haciendo yo la figura del cuatro o de la sillita. Me permitía maniobrar con ambas manos fijándola a ella por el trasero. Eso se acabó. Resulta que sin querer la empujo para arriba con mis piernas y choca con el cabecero de la cama. "Ponte bocaarriba". "Vuélvete para aquel lado". "Vente para mí". Y así me tiene hasta que se duerme. La gracia es que cuando me pone bocaarriba gusta ella de echarme su muslamen por encima. Nene, visto y no visto, antes de ponerlo ya lo ha quitado, como si le quemara el suave pálpito de mi morcillona. "Niña, que no te va a comer". "Joer, es que no puede una ni rozarte, vaya".
6.- Soplidos. Otra de sus mojigangas es que ya soy un viejo porque emito soplidos y pompitas con la boca mientras duermo. Y me despierta. "Vuélvete para el otro lado que me estás soplando en to el cogote, un vendaval vaya".
7. Ruídos. Variante de la anterior. A lo que parece, me duermo tan a la pata suelta que cada vez que me rodeo en la cama exhalo una sarta ininteligible de paladeos sonoros, una onomatopeya placentera de ñamayamañau, guaum, guaum, guaum o algo parecido. Y eso le molesta un montón porque "chiquillo, estoy cogiendo el sueño y me despabilas". Prohibido también ese pequeño regusto, oye.
8.- Ropa de cama. "Joer Sema, es que me dejas sin ropa, cada vuelco que das te llevas todo el "arropío". Y aún en sueños, en duerme vela, tengo que tener mucho tiento para no desarroparla.
9.- Las "fogarás". No sé por qué se queja de la ropa. Cuando a ella le da uno de sus muchos bochornos menopáusicos no tiene miramientos con nadie. Pega un tironazo y...a tomar por culo el edredón de plumas. "Perdona Sema, es una fogará, un subidón terrible, si te pasara a ti..."
10.- El agua. "Ay Sema qué tonta estoy, claro, como lleva una tantas cosas palante..." "¿Qué pasa ahora Peque?" "Que me he olvidado mi vaso de agua". "Bebe a chorro, en el grifo del cuarto de baño". "¿Tú no sabes que no, que me gusta que me lo traigas?" Y me levanto, bajo a la cocina y le subo su vaso de agua. No os riáis, que vosotros, lo mismo.
Pensaréis, lo sé, que me estoy olvidando de la censura más severa a que nos someten nuestras santas en la cama, aquella relacionada con aires y vientos hipo huracanados. No, no me olvido. Ese tema merece un capítulo aparte.
Y así, como veis, son de divertidas mis noches con la Peque.
Veamos:
1.- Hay que dormir con pijama. Hasta en agosto. En el verano me gusta acostarme en pelotas. Ni hablar. "Pero Peque ¿qué te molesta?" "Que no, que tienes "eso" siempre húmedo, como el hocico de un perro, y me rozas y me da no sé qué". Pijama que te crió.
2.- Hay que dormir con calcetines. Hasta en el verano. "Sema, por favor, que me da mucha dentera que me arañes con las uñas de tus dedos gordos, que parecen conchas de almeja". Calcetines. Y negros, que se noten.
3.- ¡Esas manos, joer!!! Para dormirme bien necesito cogerle cosas a la Peque, ir pasando la mano por las tetillas, la barriga, el culete, un pellizquillo de ná en el torrezno...Y vuelta a empezar. Hasta que me quedo dormido. Eso era antes. Ahora me suelta un "jarpío" que se mea la Pegui.
4.- Dos almohadas. Tenemos que dormir con almohadas individuales. Dice que si no, empiezo a tirar y tirar sin darme cuenta y la dejo sin almohada. "Y además, que echas babilla".
5.- Postura. De siempre mi postura preferida (para dormir) ha sido acoplar a la Peque de espaldas haciendo yo la figura del cuatro o de la sillita. Me permitía maniobrar con ambas manos fijándola a ella por el trasero. Eso se acabó. Resulta que sin querer la empujo para arriba con mis piernas y choca con el cabecero de la cama. "Ponte bocaarriba". "Vuélvete para aquel lado". "Vente para mí". Y así me tiene hasta que se duerme. La gracia es que cuando me pone bocaarriba gusta ella de echarme su muslamen por encima. Nene, visto y no visto, antes de ponerlo ya lo ha quitado, como si le quemara el suave pálpito de mi morcillona. "Niña, que no te va a comer". "Joer, es que no puede una ni rozarte, vaya".
6.- Soplidos. Otra de sus mojigangas es que ya soy un viejo porque emito soplidos y pompitas con la boca mientras duermo. Y me despierta. "Vuélvete para el otro lado que me estás soplando en to el cogote, un vendaval vaya".
7. Ruídos. Variante de la anterior. A lo que parece, me duermo tan a la pata suelta que cada vez que me rodeo en la cama exhalo una sarta ininteligible de paladeos sonoros, una onomatopeya placentera de ñamayamañau, guaum, guaum, guaum o algo parecido. Y eso le molesta un montón porque "chiquillo, estoy cogiendo el sueño y me despabilas". Prohibido también ese pequeño regusto, oye.
8.- Ropa de cama. "Joer Sema, es que me dejas sin ropa, cada vuelco que das te llevas todo el "arropío". Y aún en sueños, en duerme vela, tengo que tener mucho tiento para no desarroparla.
9.- Las "fogarás". No sé por qué se queja de la ropa. Cuando a ella le da uno de sus muchos bochornos menopáusicos no tiene miramientos con nadie. Pega un tironazo y...a tomar por culo el edredón de plumas. "Perdona Sema, es una fogará, un subidón terrible, si te pasara a ti..."
10.- El agua. "Ay Sema qué tonta estoy, claro, como lleva una tantas cosas palante..." "¿Qué pasa ahora Peque?" "Que me he olvidado mi vaso de agua". "Bebe a chorro, en el grifo del cuarto de baño". "¿Tú no sabes que no, que me gusta que me lo traigas?" Y me levanto, bajo a la cocina y le subo su vaso de agua. No os riáis, que vosotros, lo mismo.
Pensaréis, lo sé, que me estoy olvidando de la censura más severa a que nos someten nuestras santas en la cama, aquella relacionada con aires y vientos hipo huracanados. No, no me olvido. Ese tema merece un capítulo aparte.
Y así, como veis, son de divertidas mis noches con la Peque.