El slogan de campaña de Obama me ha venido que ni pintiparado para hablaros de lo que hoy es para mí una gran noticia. "Sí, podemos".
Hasta ahora, he de confesaros mi poca fe en las movilizaciones sociales y en las manifestaciones callejeras. Siempre he creído que dichas concentraciones de gentío, muchas de ellas -al menos en Sevilla-, cargadas de color, fiesta y hasta de barroquismo, servían más que nada de ocasión para reunirse los colegas, amigos y correligionarios y dar, de paso, testimonio de apoyo a determinada causa. Ese día los bares del recorrido hacen su agosto, se acaba el evento... Y hasta otra. No estoy muy ducho en estos datos, pero quizás desde las manifestaciones masivas pregonando el sí para el estatuto de Andalucía por la misma vía que los catalinos no había sido testigo de algo parecido a lo de ahora.
En efecto, hace dos días que saltó la noticia de que Susanita de Triana ha reculado en su proyecto de fusiones hospitalarias y anunciado su firme propósito de escuchar a los profesionales. Al socaire de tal decisión, en un gesto de dignidad que los honra, han dimitido de sus cargos el vice consejero de sanidad y el gerente del SAS, verdaderos cerebros de esta frustrada operación.
Sin meterme en harina, sin conocer a fondo la idoneidad de tal iniciativa de fusiones hospitalarias, lo que realmente me ha impactado ha sido la capacidad de un solo hombre, Jesús Candel, el tal Spiriman, para poner patas arriba todo este entramado y provocar desde las redes sociales la mayor de las crisis que yo recuerde en el mundo de la sanidad andaluza. Un hombre, un médico de urgencias con un contrato precario, ha tenido el valor de conseguirlo arriesgando no solo su puesto de trabajo sino, incluso, su carrera profesional futura.
Sinceramente, creo que esto no hubiera sido posible de no haber estado cociéndose durante años el caldo de cultivo de la desmotivación y la desafección al sistema entre los profesionales y del aguante y la insatisfacción entre los usuarios. Spiriman ha abierto la espita y la gente ha inundado las calles.
Y Susana no ha tenido más remedio que dar marcha atrás. Y lo ha hecho, creo, porque las mareas no han sido blancas -el voto sanitario se le fue como el barco del arroz- sino que han sido multicolor. Y, visto cómo anda de tieso el PSOE actual, no le interesa para nada perder más de lo perdido ya. Con todo, al César lo del César: ha sido capaz de rectificar. Aplaudo su gallardía por más que pueda ser impostada. No le tengo ninguna simpatía, pero aceptaremos todos que Mariano y Wert se enrocaron y no dieron su brazo a torcer aún cuando medio parlamento y la gran mayoría de la comunidad estudiantil invadió también las calles en protesta contra la ley de enseñanza. Claro, aquellos eran votos ya amortizados de antemano.
En fin, hoy toca disfrutar de algo de esperanza: juntos podemos.
Sed buenos.
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