martes, 18 de febrero de 2020

Debate sobre la eutanasia

Muchachos: a petición de algunos de mis lectores interesados en el tema, voy a exponeros mi punto de vista sobre el asunto este tan delicado de la eutanasia. Desde luego que se trata de un debate serio, de gran calado e importancia. No vale aquí intentar convencer a nadie ni que nadie se moleste por mi posicionamiento. Yo respeto el criterio razonado de todo el mundo, y espero lo mismo de los demás. Veamos.


Casi todo lo que he leído y escuchado en estos últimos días acerca de la eutanasia me ha parecido razonable, alegatos favorables y otros contrarios. Casi todo. Sin embargo, ha habido algunos sapos incomestibles, algunas manifestaciones en los medios que a mi parecer quedan fuera de lugar, se autoexcluyen por impresentables: la primera, la del portavoz del PP en el Parlamento afirmando que la propuesta de eutanasia del Gobierno es una artimaña de recortes en pensiones y en gasto farmacéutico. ¡Hay que ser malaje! ¡Parece mentira lo zafio y ruin, tan alejado de lo que debería ser un prohombre! La segunda, las manifestaciones de algún obispo trasnochado, tan desfasadas e impías: "Los enfermos tienen que sufrir en la agonía, como lo hizo Cristo". No creo que se precisen más comentarios. Otra por el estilo es de un periodista de Libertad Digital, cuyo nombre omitiré, y que no tiene vergüenza ninguna en escribir: "Cabe sospechar que con la nueva ley el fisco se va ahorrar mucho dinero... Y que los nietos traten de acelerar todo lo posible el fallecimiento de los abuelos y así repartirse bonitamente la herencia... Cunde la terrible sospecha de que con los vejestorios la sanidad pública no debe derrochar más dinero" (LD 18-2-2020). Y se queda tan pancho, oye.

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En la actualidad, existen cinco escenarios que afectan a la ética médica y que se plantean al final de la vida: la eutanasia y el suicidio asistido, la sedación paliativa, la limitación del esfuerzo terapéutico, el rechazo del tratamiento y el abandono de acción médica por fallecimiento. Los cuatro últimos, con consenso legal y ético, y aplicados en mayor o menor medida en nuestros hospitales. La eutanasia y el suicidio asistido siguen siendo el centro de la discordia.

Y eso es así, creo, por el poso en la conciencia y las entrañas de nuestra sociedad de la cultura judeocristiana, del "No matarás", de nuestro antiguo catecismo católico, apostólico y romano. Y por el peso aun tan mediático de la Iglesia en nuestro país. Y, sin embargo, oh sorpresa, según las recientes encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) el 73,6% de los encuestados son favorables a la regulación de la eutanasia; y de aquellos que se consideran católicos practicantes, el 60% también la  aprueban.

Como ya es sabido, el parlamento español ha dado luz verde a un proyecto de ley propuesto por el gobierno de la nación para despenalizar la eutanasia y el suicidio asistido. Se trata de un proyecto bastante parecido al que ya funciona desde hace años en otros países como Holanda, Bélgica, Luxemburgo o Suiza. Los términos en que se explica dicha propuesta son bastante esclarecedores: acto médico que induce la muerte o ayuda al suicidio de aquellas personas que, sin encontrarse en una situación de muerte inminente, desean morir por padecer de alguna enfermedad letal, en estado de irreversibilidad y que denigra la integridad física o espiritual a juicio de la persona que la padece. Debe ser un deseo expresado de manera explícita y largamente requerido; debe haber capacidad mental contrastada para decidir; y hay lugar para la objeción de conciencia del profesional encargado.

La jerarquía eclesiástica no ha tardado en reaccionar: "Los obispos anuncian sus líneas rojas contra la legalización de la eutanasia" (El País, 29-01-2020). la Conferencia Episcopal, en boca de su portavoz, ha proclamado que causar la muerte de quien sufre es un atajo que deshumaniza. La realidad del sufrimiento requiere cuidados paliativos, amor y una genuina compasión. "Se procura presentar a los defensores de la vida como retrógrados, intransigentes y contrarios a la libertad individual y al progreso". Eso dice el portavoz, y yo me quedo anonadado porque tal como lo veo resulta que es así, que los obispos, en su mayoría son retrógrados, intransigentes y coartadores de la libertad individual. Con todos mis respetos para sus posturas que para nada comparto. Y me alegro de que la Conferencia Episcopal no hay proferido ninguna barbaridad de las que antes he comentado.

La oficialidad médica, representada por la Organización Médica Colegial (OMC) también se muestra contraria a la despenalización de la eutanasia. Se basa para ello en el Código Deontológico: La profesión médica está al servicio del ser humano y de la sociedad. Respetar la vida humana, la dignidad de la persona y el cuidado de la salud del individuo y de la comunidad son los deberes profesionales del médico (Art 5, apartado 1). Sostiene la OMC que la eutanasia va en contra del ser médico; que la sedación paliativa es lo último que podemos hacer por el bienestar del enfermo; que regular la eutanasia es hacer un chantaje moral a los más débiles, a las personas que se sienten un peso para la familia y la sociedad; que la medicina puede y debe ofrecer algo más que anticipar la muerte; y que la alternativa es la puesta en marcha de unos cuidados paliativos de calidad y universales que garanticen la bondad en el proceso del morir.

Como vemos, no son razones espurias. Uno puede asumirlas como decentes y bien intencionadas, creíbles. Algunos miembros de la OMC escriben cosas tan sensatas como éstas: "Para eliminar el sufrimiento de la persona no es necesario eliminar  a la persona que sufre...El verdadero fracaso del médico es tener que admitir la eutanasia como única solución al alivio del sufrimiento del enfermo"... O esto otro: "La eutanasia representa una práctica contraria a la ética médica. Los cuidados paliativos son la estrategia adecuada para aquellos pacientes aquejados por una enfermedad en fase terminal y tienen como objetivo fundamental conseguir el mayor bienestar posible para paciente y familia atendiendo a las necesidades físicas, espirituales y sociales".

Algunos compañeros de mi hospital con quienes he contactado se posicionan en este sentido. Médicos buenos, humanitarios, empáticos y comprometidos que merecen todo mi reconocimiento y respeto. No dicen barbaridades pepoides ni episcopales. Simplemente no admiten la bondad supuesta de la eutanasia, y son unos convencidos de que la mejora y expansión de los Cuidados Paliativos, Unidades del Dolor y Dependencia harían poco menos que invisible la cuestión de la eutanasia. Si evitamos el sufrimiento nadie va a querer morir, dicen.

Mi postura es favorable a la eutanasia y al suicidio asistido. Creo firmemente en la bondad de los cuidados paliativos. He trabajado en ello en el hospital  El Tomillar, y he tenido ocasión de ejercer la sedación paliativa en muchos pacientes terminales, incluidos mi padre y mi suegra, ambos en sus domicilios respectivos. Pero una cosa no quita la otra. Los cuidados paliativos no son la panacea. Nada lo es. Salvo con la sedación terminal, ninguna otra medida nos garantiza acabar con el sufrimiento físico o espiritual del enfermo. Y la sedación terminal es mantener al paciente en coma hasta que muera. No lo matamos, pero ponemos los medios para anticipar su muerte, para acortar la agonía. Nuestra intención no es matar, sino evitar el sufrimiento. El fenómeno del "doble efecto" nos pone a salvo jurídico. Con sedación terminal sé que mi paciente se va a morir en 48-72 horas de promedio. Y eso es ético y legal. Y sin embargo, si acorto la agonía para que el paciente muera en dos minutos ya no lo es, ni legal ni ético. No lo veo. Pero no solo es eso. Los cuidados paliativos y la sedación terminal se aplican a pacientes en fase muy terminal o directamente moribundos; se trata de una estrategia impuesta de urgencia, muchas veces involuntaria, con el consentimiento del familiar o representante legal. Es la muerte que se te viene encima y debemos ayudar a pasar el tránsito. En cambio, la eutanasia nos permite el derecho individual de decidir cuándo morir si nuestra situación vital ya no nos sale a cuenta. No hay por qué esperar al momento de la agonía que se presentará no sabemos cómo ni cuándo. La muerte programada, por decirlo de alguna manera, nos permite ordenar nuestros asuntos, conciliar nuestro miedo, despedirnos de nuestra gente, ejercer la autonomía sobre nuestra propia vida. La vida es un derecho, desde luego, pero no un deber. Nadie que no quiera vivir debería estar condenado a hacerlo por imperativo legal. Cuidados paliativos y eutanasia no son conceptos ni ideas antagónicas, como quieren pensar los contrarios, sino más bien realidades complementarias. La ley de eutanasia no obliga a nadie a morir ni es una amenaza para nadie, solo es un derecho individual que quien quiera lo puede ejercer. Y para los médicos acérrimos defensores de la vida y de nuestro código deontológico han de saber que en ética médica el principio de autonomía está por encima de todos los demás. "En el ámbito médico, el consentimiento informado es la máxima expresión del principio de autonomía, constituyendo un derecho del paciente y un deber para el médico, pues las preferencias y los valores del enfermo son primordiales desde el punto de vista ético, y suponen que el objetivo del médico es respetar esta autonomía".

Bueno, como veis, la cosa es peliaguda. 

18 comentarios:

  1. Muy clarificador. Un mundo rodeado de muerte por todos lados. Tenemos una cultura religiosa de muerte, adoramos a un Dios que muere en la cruz y sin embargo no la hemos asumido como parte de la vida.

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  2. Conociéndonos tanto aunque hablando tan poco porque la vida separó nuestras vidas, disfruto mucho comprobando que hemos llegado a la misma conclusión en tema tan peliagudo. Quizá tú has llegado a esa conclusión como médico compasivo y yo, como paciente que estuve cerca de ese planteamiento.
    Aún cuando hay profesionales específicos como los médicos, los legisladores, los jueces y otros que piensan la eutanasia como para los enfermos en determinadas situaciones y así es como debe ser, sin embargo, no debe olvidarse que el SUJETO de la eutania es EL PACIENTE. Y esa es la clave del asunto. Si tiene el paciente el mayor derecho sobre Su vida o en su lugar lo tienen otras personas por muy doctas, compasivas o bien intencionadas que sean. Creo yo que toda persona tiene, primordialente y por encima de toda legislación o poder, dignidad y autonomía sobre su vida y muerte. Nadie debería oponerse ni legislar contra eso. Aquí hay otro partidario de una ley de eutanasia.

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  3. Totalmente de acuerdo, Pepe. Un fuerte abrazo.

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  4. Muchas gracias Fili, muchas gracias por tu exposición, pocas, si es que he visto alguna, centra tan bien y de manera tan clara la cuestión. Un abrazo

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  5. Fili. Muchas gracias por tu clarificadora exposición. Quizás lo más difícil, cuando te encuentras ante supuestos éticos, es la falta de experiencia personal sobre los asuntos que te interrogas. Porel contrario, la información, muchas veces sesgada o de carácter interesado, perturba tu análisis y te lleva a la indiferencia, dejando para más tarde tu juicio sobre el asunto que te exponen. Por eso te he expresado mi agradecimiento porque si bien no estoy necesitado de asumir mi criterio sobre el bien morir o morir en libertad y si es cierto que como miembro de una sociedad me veo en la necesidad de posicionarme sobre un elemento ético, que a punto de regularizarse legislativamente, puede afectarme o afectar la vida de mis conciudadanos; ya como pacientes, familiares o profesionales de la medicina. Por eso es tan importante conocer la opinión mesurada de un profesional con experiencia en este doloroso trance y un criterio, como el tuyo, de probado comportamiento humanístico.

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  6. Gracias chicos. En cualquier caso, me encuentro más cómodo escribiendo sobre asuntos sencillos, los de a diario, que metiéndome en este berengenal. Pero me he visto graciosamente empujado a ello.
    Besos.

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  7. Su defensa de legalizar la eutanasia me parece casi inobjetable, aunque yo ya estaba convencido. La antigua máxima jurídica prescribe que nadie puede ser forzado a conductas heróicas. Así, no debe obligarse a seguir vivo a nadie cuya supervivencia haya devenido un acto heróico. No obstante, también el sector canónico está en su derecho, sino en su deber, de proponer el heroísmo o la santidad como aspiración de destino. Por otra parte, no entiendo, no sé si comparto, una de las premisas de su razonamiento; a saber, ¿por qué se atribuye a la profesión sanitaria el ejercicio de la eutanasia? Si prescindimos de eufemismos no podemos por menos admitir que la eutanasia consiste en matar. ¿Hace falta licenciarse en Medicina para matar? ¿La justicia penal histórica exigía alguna titulación sanitaria a los verdugos encargados de aplicar la pena de muerte? ¿Ser Médico te legitima automáticamente para decidir si la eutanasia procede o no en cada caso? No lo veo.

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  8. Tuvimos tiempos, amigo Fili, en nuestra infancia-juventud, en la que el dolor nos servía para acercarnos más "al sufrimiento del que murió en la cruz" y lo ofrecíamos por diversas intenciones.
    Reminiscencias me quedó, hasta que una compañera de tu profesión médica, no hace falta su nombre, me dijo un día:
    -¿Tú eres tonto?
    Claro, mi respuesta, movida además por el asombro, fué preguntarle por qué lo decía.
    Ella me contestó:
    -¿Qué motivo tienes para estar aguantando tanto dolor, sin necesidad?
    Desde ese momento comprendí que había venido perdiendo el tiempo. Si aún no podían solucionar el problema que lo provocaba, si podían darme soluciones. Desde ese momento todo fué mejor.
    Pero ante lo que no tiene arreglo, estoy totalmente de acuerdo contigo.
    Pienso, además, que es el único ACTO TOTALMENTE LIBRE, que puede realizar la persona. Si no fue libre en nacer, si esos actos de los que decimos actuar en libertad lo ponen en interrogantes algunos neurocientíficos; si puedo, al menos,decidir cuando mi vida no tiene sentido seguir manteniendola. Yo no quiero ser un vegetal viviente, tenga o no tenga dolores.
    Por supuesto, de las estupideces que se vienen diciendo, no me interesan ni comentarlas.
    Un abrazo

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  9. Esto se pone interesante, sí señor. Veamos:
    En sentido estricto, no haría falta ser médico para llevar a cabo el hecho de "provocar la muerte". Un protocolo bien aprendido lo podría realizar cualquier otra persona cualificada para ello. Sin embargo,nuestra sociedad está acostumbrada a que todo lo relativo a enfermar y morir sea "competencia" sanitaria. Por otra parte, pongámonos en el lugar del solicitante: si yo pidiera la eutanasia me gustaría ser atendido no por un verdugo de oficio sino por mi propio médico de confianza. Eso creo.
    En cuanto a los comentarios de Andrés y del señor anónimo sobre el sufrir como ofrenda al Cristo yacente o crucificado, nada que objetar. Cada cual es portador de sus propios valores, y yo los respeto. Recientemente he tenido que atender la agonía muy cruel de un sacerdote amigo que no consintió la sedación paliativa porque creía en el sufrimiento como instrumento de expiación de sus pecados. Y yo lo respeté, naturalmente. La eutanasia no obliga ni amenaza a nadie, solo permite disponer libremente de su autonomía a quien lo desee. Un abrazo.

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  10. Debo declararme convencido por los argumentos expuestos, y admitir, en línea con D. Rafael Vilas, que en el actual estado del debate, la participación de la profesión sanitaria es inexcusable, en tanto sector competencialmente más apropiado para mediatizar la solicitud individual de eutanasia frente al poder público autorizante; todo ello, dentro de una óptica de legalización parcial de la eutanasia, referida tanto al supuesto de enfermedades físicas como mentales. Espero que me perdonen lo tétrico que resulto por no evitar añadir que esa legalización parcial, sin embargo, queda corta para el amplio supuesto de indignidades que pueden hacer que una persona deseé legítimamente la muerte.

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  11. Indignidades vitales al margen, una persona capacitada para decidir debería poder disponer de su vida y de su muerte. Es el principio de autonomía.
    Un saludo.

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  12. Amigo Fili, si vuelves a leer mi comentario, yo sólo empecé a comentar eso del "dolor como ofrenda" como algo que nos enseñaron de pequeños.
    Afortunadamente, eso pasó al olvido.
    Por supuesto no comparto, o no quiero que se me comparare con ese señor que tu dices anónimo, al que por supuesto respeto. Un abrazo

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  13. Desde el principio he comprendido tu mensaje, Andrés. Un abrazo.

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  14. Resumiendo: La vida de cada uno es una responsabilidad personal y social.
    Quien vive honesta y dignamente no debería ser forzado a morir de otra manera. (El caso de Francisco Franco Bahamonde merecería un estudio filosófico sobre el tema).
    Cuando un músico no quiere seguir interpretando, o un escritor escribiendo ¿les obligamos a que lo hagan?

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  15. Amigo Filiberto, una vez más nos planteas temas de calado relacionados con el libre albedrío de la persona.
    La libertad de las personas la negamos a los animales, a éstos los metemos en la olla sin preguntarles, de un tiro, degollados o electrocutados: Es la civilización.
    Parapetados tras la barrera, dictamos sentencia poniendo precio a cada vida según nos conviene y tan contentos.
    Ahora viene el Covi 19, y nos deja a todo el mundo sin razones ni argumentos. Este lobo no entiende de filosofías, todo el mundo en casa y las calles vacías.
    Como siempre encantado de leerte, recibe un cordial abrazo.

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  16. Dispensa por la falta de entrenamiento, no he firmado el anterior comentario: Juan Martín

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  17. Juan Martín: no necesitas firmar. Te conozco desde lejos. Jajaja.

    Con todo este lío gordo del coronavirus os he tenido abandonados. Es verdad.

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