Mi primo Francisco, hombre de pueblo y con cierto cultivo autodidacta, suele decir que todo lo que sale en la tele es mentira. Todo menos los partidos de fútbol y el parte del tiempo. Voy a tener que creer que es verdad.
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Esta mañana me he levantado más despejado y lúcido. Será que he dormido media hora más. Anoche me echó a la cama antes de lo acostumbrado nuestra nunca bien ponderada consejera de sanidad, la bella Montero. Para alguien, como un servidor, que conoce bien el paño se hace muy trabajoso comulgar con obleas no bendecidas que ni son cuerpo de Cristo ni Dios que lo ha visto.
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Esta mañana me he levantado más despejado y lúcido. Será que he dormido media hora más. Anoche me echó a la cama antes de lo acostumbrado nuestra nunca bien ponderada consejera de sanidad, la bella Montero. Para alguien, como un servidor, que conoce bien el paño se hace muy trabajoso comulgar con obleas no bendecidas que ni son cuerpo de Cristo ni Dios que lo ha visto.
Ni un solo reproche, ni asomo de autocrítica por parte alguna, somos los mejores con diferencia, disfrutamos los andaluces del mejor sistema de salud pública posible, el mejor del mundo. Nos han aplicado los recortes en sanidad con tijera fina, nos han quitado un poquito a todos para no despedir a nadie, nuestro modelo de financiación farmaceútica es la repera, ya quisieran otras comunidades. ¿Privatizar nosotros? Nunca en la vida, jamás; eso es para otros, para el Gobierno de España, para Madrid, dice en tono claramente retador y prepotente. Y para rematar: nuestro sistema público de salud goza de una salud excelente. Lástima de mensaje tan vacío, tan embaucador, tan populista.
Y el público de la tele, que con el predecesor en la palestra, un catedrático de economía del Banco de España, se había mostrado duro y crítico, come de la mano de esta mujer suelta, despabilada, con ensayado dominio del lenguaje gestual, con muchas tablas y un aire agitanado que le viene que ni pintado para vendernos la burra. Al mismo presentador se le caía la baba. La estrella deslumbrante de la noche, la rimbombante Montero, en su programa de "tiene usted la palabra". Como bien dice mi amigo Pintor, la mentira adornada seduce mucho más que la verdad desnuda.
Uno se queda anonadado al ver lo bien que saben mentir los políticos. Yo creo que hasta se lo creen ellos mismos, de lo bien que lo hacen. Se da uno cuenta de estas cosas cuando, como sucedió anoche, un político se pone a largar de algo que uno conoce mejor que él. Si la bella y despampanante Montero se explaya en la tele afirmando que nuestro servicio andaluz de salud goza de muy buena salud entonces me cabreo y me acuesto. Pero como después de todo soy buena gente recapacito y pienso: vamos a ver, hombre, se trata de un político, no tiene más remedio que mentir, es su obligación. Un político que no mienta no tiene ningún futuro. Hombre.
A lo mejor, ni siquiera eso, sino simple y llana ignorancia. No creáis, eh. Llegados a sus altos cargos de ministros y de consejeros, los políticos desconocen la realidad de verdad, la de la calle, la de las escuelas, la de los hospitales. Su percepción de las cosas es edulcorada, siempre tamizada por un sistema de adláteres con esa misión específica: ocultar lo feo y desagradable, tapar el lado oscuro. Con ocasión de las visitas que nuestra consejera ha hecho a Valme por motivos de alguna inauguración la dirección del centro se ha ocupado muy mucho de "limpiar" las Urgencias; se han ingresado pacientes de forma precipitada o se les ha dado un alta provisional hasta más tarde. Pero, hombre, protesta uno, si precisamente lo que interesa es que vea cómo está esto, por Dios bendito. Respuesta de la dirección: hombre, cuando tienes una visita distinguida lo menos que puedes hacer es adecentar tu casa. ¿Lo véis?
Vamos a suponer que anoche a nuestra consejera pinturera, ataviada de rojo sangre, e inspirada por un repentino arrebato de realidad, le hubiera dado por confesarse en público. Que hubiera descubierto a la audiencia algunas de las debilidades de nuestro insuperable Sistema de Salud. Algo parecido a esto: "es verdad, señores, como todos ustedes saben, la sanidad es carísima; las resonancias, los quirófanos, las nóminas, los fármacos...todo es cada día más caro. Y, por desgracia, hemos apurado la olla, se ha quedado vacía. Y estamos buscando fórmulas nuevas de financiación que nos permitan, además, abaratar los costes." Por ejemplo. O esto otro: "me consta que uno de los graves problemas que detectamos en nuestro personal es el absentismo; tenemos una tasa de absentismo inasumible; en todos los estamentos; entre los médicos se nota menos porque ellos se cubren unos a otros y nadie se entera. Y es muy posible que detrás de esto se esconda el creciente fenómeno del bourn out, en otras palabras, que el personal está quemado. Es cierto, detectamos una creciente desafección del personal al sistema." O mejor aún esto: "en realidad, señores, no tenemos déficit de personal en el SAS, sino una irregular distribución del mismo, de manera que hay sitios, hospitales o servicios determinados, donde sobra gente o, al menos, andan más desahogados, y otros donde claramente faltan. Pero no podemos reagruparlos porque nos chocamos con los sindicatos y con los derechos de acoplamiento. No podemos aplicar la movilidad geográfica." O la última llaga, la más sangrante: "señores, es verdad, nos hemos gastado una millonada, una burrada indecente de millones de euros, para dotar a todos los hospitales y centros de salud andaluces de un sistema informático unitario, el programa DIRAYA, que iba a ser la envidia de catalanes y vascos; pero al final la hemos cagado, sí señores. No ha funcionado, cada hospital se las está aviando como buenamente puede con programas particulares". Cosas así, problemas reales, que uno ve en el día a día. Si lo hubiera dicho, os juro que me hubiera convertido al socialismo. Imposible. Ipso facto la hubieran puesto de patitas en la calle. Un político tiene que mentir. Y mentir bien, que no se note demasiado. Todos, sin excepción, una vez que alcanzan el poder. Los sociatas son más expertos en el exorno, disimulan mucho mejor, para algo tendrán que servir tantos años de entrenamiento. Los peperos, no; éstos mienten a quemarropa.
No, que cuando un espectador le preguntó por el enchufismo y el amiguismo en los hospitales, la muy listilla se salió por la tangente: En vez de abordar el tema de las contrataciones a dedo, de las filtraciones de exámenes, de tribunales de oposición aleccionados, de plazas ya dadas de antemano y otras vergüenzas similares, sale diciendo que, en efecto, eso de que alguien por tener un amigo médico en el hospital sea atendido antes que otro hay que perseguirlo, que todos somos iguales. Amos hombre, que mi amigo Palanco o el Jaime o el Juan Francisco o el Agus me dicen que les pasa esto o aquello y que yo veo que puede ser de cierta importancia y les digo, no, yo no puedo hacer nada, tenéis que ir a vuestro médico, que os extienda el volante y os ponéis en cola, cuando os toque, yo no puedo hacer distingos. ¿Hay que ser tonta o no? O a lo mejor demasiado ladina. Cuando escuché eso, pillé y me acosté.
Al rato grande se presentó la Peque en la cama.
-Peque, al final ¿cómo hemos quedado?
-Hemos perdido.
-Por mucho, Peque?
-Por goleada. Ha salido por la puerta grande, en loor de multitud.
-Lo sabía!
Esto es la razón de la sinrazón, como en el Quijote.
Esto es la razón de la sinrazón, como en el Quijote.
Site creyeras a tu primo Francisco y si sólo vieras la tele (que no la "escucharas"), no te pillarías ese berrinche.
ResponderEliminarQue sí, hombre, que esa es la inteligente casta política que nos gobierna, nos administra, nos lidera...
Y esa es la tele que vemos (bueno, que ven, yo me borré hace tiempo).
Es una pena pero la realidad es que es mas fácil que aceptemos una mentira seductora que una verdad incordiante.
ResponderEliminarPor eso los mentirosos, sean políticos o de cualquier otra profesión tienen mucha mas posibilidad de éxito en nuestra sociedad actual que quienes expongan verdades desnudas a través de los hechos.La aceptación de verdades cuestan sangre, sudor y lágrimas, las mentiras se expanden como las epidemias, sin apenas resistencia. Estamos configurados así, está en nuestra estructura cerebral.
Piensa Antonio que desde el punto de vista antropológico la mentira es uno d elos pilares de nuestra supervivencia como especie. Y desde luego, elemento fundamental en las realciones humanas. Lo que pasa es que los políticos se lo han tomado demasiado en serio. Lo de mentir.
EliminarBueno, os dejo, que acaban de llegar mi Meli y la perrita. Bueno, y el Pepe también.