En Málaga es semana blanca para los docentes. Nosotros, los médicos, tenemos todo el año de blanco, pero trabajando. Es broma, no me quejo, hasta ahora también hemos disfrutado de bastantes días de asueto. Hasta ahora. Estoy contento por mi Meli, toda la semana de descanso practicando el tarjetazo. Y por la Pegui, que tanto agradece su compañía. Gracias a la blancura de esta semana malagueña ella y su Pepe han podido disfrutar de nuestra reciente convivencia en el Rocío.
En medio de la albura de esta semana, hoy mi pueblo ha amanecido sembrado de otro tipo de blancura: ¡ha nevado! Con nocturnidad, sin alevosía, a la chita callando. Y yo aquí, encerrado en el hospital. Mis hermanos y otros amigos me han enviado por "guasa" veintitantas fotos de veintitantas calles (¿hay tantas calles en mi pueblo?) y de otros sitios emblemáticos cubiertos por la blanca capa. Para darme envidia. Coches blancos, tejados y asfalto blancos, la plaza y la torre blancas; los olivos, de la noche a la mañana, salpicados de borbotones blancos dando al campo un aspecto fantasmagórico; el río, el Genil, desbarrando en el meandro de la "Puntona" para ver más de cerca las retamas vestidas de novia. Nieve cuajada y espesa, no sé cuántos centímetros, me dice mi Frasco. Tanta, que la Ana María ha montado un gran muñeco de nieve en su terraza. Con sus ojos, su nariz, su boca, su sombrero y su escoba al lado. No sé por qué razón los muñecos de nieve tienen que llevar escoba. Le faltan el pito y los güevos, le contesto por mensaje. ¡Qué envidia!
Y entonces me acuerdo del Luna y de Pilar. Unos tanto y otros tan poco. Ellos tienen nieve todo el invierno. Nosotros lampando por un día de nieve. A lo que se ve, no llueve ni nieva a gusto de todos. Los de las sierras están de nieve hasta los cataplines; los de las llanuras dejamos la cama calentita para asomarnos a la ventana o bajamos hasta la misma calle con tal de recibir los copos juguetones en la cara. A las tres de la madrugada. Sólo es un día cada muchos años.
Feliz día de nieve, feliz día de Andalucía.
Y entonces me acuerdo del Luna y de Pilar. Unos tanto y otros tan poco. Ellos tienen nieve todo el invierno. Nosotros lampando por un día de nieve. A lo que se ve, no llueve ni nieva a gusto de todos. Los de las sierras están de nieve hasta los cataplines; los de las llanuras dejamos la cama calentita para asomarnos a la ventana o bajamos hasta la misma calle con tal de recibir los copos juguetones en la cara. A las tres de la madrugada. Sólo es un día cada muchos años.
Feliz día de nieve, feliz día de Andalucía.
Mucho blanco por todos lados y el Vaticano de morado, que pena "non habemuus Papan"
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