lunes, 6 de abril de 2020

Día 23. Momento para la solidaridad

Leemos estos días en los medios propuestas diversas de los distintos gobiernos europeos para ayudar económicamente a las personas que hayan podido quedar muy desprotegidas en esta crisis. Es natural. Y lo que entendemos todos es que este tipo de ayudas debiera tener un efecto inmediato, no como cuando las inundaciones y otras desgracias naturales, que llega para las uvas. No. ¡Ya! La propuesta que me resulta más atractiva es la de que el gobierno complete con una determinada cantidad de dinero los ingresos mensuales de cualquier ciudadano hasta llevarlos al mínimo que se considere necesario para cubrir las necesidades lógicas y racionales en nuestro habitual contexto de vida. Doctores tendrá la Iglesia para ajustar tal cifra. Por ejemplo: el equivalente al salario mínimo. Por supuesto que no es fácil. Habrá errores, gente que pretenda aprovecharse, poca información del gobierno acerca de aquellos que no hacen la declaración de la renta por distintos motivos, declaraciones fraudulentas... Cierto. Cualquier propuesta tendrá sus limitaciones, ninguna será perfecta. Pero aún así, creo que podría ser de utilidad una medida como ésta. Una especie de renta básica, pero variable según los casos: habrá quien más, habrá quien menos.

¿Y de dónde pretendemos sacar esa ingente cantidad de dinero, cuando el gobierno está tan endeudado? ¡Cualquiera sabe!... Uno, desde su ignorancia supina en esta materia, piensa que dinero hay. Haberlo, haylo. Y no es que el gobierno eche mano de la máquina de los billetes, no. Las eventuales ayudas de la UE podrían ser muy bien venidas en esta dirección. Lo mismo que la esperada devolución de parte del dinero que rescató a los bancos. Podríamos seguir mentando cantera de donde cavar: disminuir escaños inútiles del parlamento, abolición del senado, menguar las partidas a la Monarquía...¿Sigo? Y luego está ese otro factor minúsculo pero grandioso que ya depende de nosotros mismos, el de la solidaridad, que tan fácil lo vemos los que tenemos para tirar palante de mejor o peor manera, y tan difícil lo ven los que nadan en la abundancia. Es curioso ¿no verdad? que, salvo excepciones en ambos sentidos, contri más tienes, menos solidario; y viceversa, aunque, como digo, no siempre es así. Todos conocemos pobres míseros, y ricachones generosos. Me diréis que no se trata de solidaridad ni voluntarismo, sino de justicia social. De acuerdo. Comparto la sentencia del coletas sobre la riqueza del país que debe estar subordinada al interés general. La suya, también, claro está. Viene tal cual en la Constitución. Pero creo que en circunstancias tan excepcionales como ésta que vivimos todo ha de valer. Y propongo no solo solidaridad con el gobierno, sino también con el vecino de enfrente, con el familiar necesitado, con el amigo desamparado. Es el momento de demostrar nuestra grandeza de espíritu. Posiblemente no nos quede a la gente de mi edad otra oportunidad como ésta para dar el do de pecho.

Digo esto al hilo de nuestra declaración de la renta de este ejercicio, la de la Peque y la mía. ¡Coño! ¿Ya la tenéis hecha? -os preguntaréis. Pues sí. Nuestro amigo Pozuelo, convaleciente de su virus, se entretiene con éstas y otras tontunas, y nos hace un gran favor a los negados con el papeleo. Hechas y entregadas, ¡toma ya! Bueno, y resulta que de haber estado pagando todos estos años atrás bonitas sumas de dinero a Hacienda, siempre superiores a los mil euros por barba, pues este año solo pagamos 280 euros entre ambos. O sea, una miseria. Y por eso se me ha ocurrido pensar que una medida eficaz, productiva, rápida y poco traumática sería que desde Hacienda se hubiera decidido subir ¿qué digo yo, medio punto, un punto? la escala de gravamen en aquellas declaraciones que superen un tope. Un tope alto, vaya. Vamos a ver, en gente como muchos de nosotros, qué más me da pagar 280 euros que 500 o incluso 1000, sabiendo como sabemos que eso en nada nos va a afectar y, sin embargo, sería una inyección de colesterol bueno en vena para el país... No sé. Y algo parecido se podría hacer sobre la fiscalidad de las grandes empresas. Incluso, privarnos de la paga extra de junio a las pensiones más altas. Yo lo firmo ahora mismo. Toca arrimar el hombro. Sobre todo, aquellos que más desahogados estamos. Así lo veo yo.

En serio: comparado con todo lo que están arriesgando nuestros trabajadores públicos, sanitarios, fuerzas de seguridad, transportistas, agricultores y ganaderos, lo que están perdiendo los pequeños autónomos, y lo que están aguantando los que nada tienen... esto que yo propongo es lo mínimo que deberíamos aportar aquellos que nos ha tocado nadar a favor de corriente.

Bueno, enga, ¡vámonos pal balcón!

2 comentarios:

  1. Hay pocas personas como tú.

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  2. No creas. Nuestro mundo está lleno de buenas personas. Eso sí, quizá no escriban tan bien como yo. Jajaja. Un abrazo, quien quiera que seas.

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