martes, 7 de abril de 2020

Día 24. Hoy me siento portugués

Sí, así es. Hoy me siento más portugués que nunca. Siempre que he visitado de vacaciones el país vecino he sentido la experiencia de estar en otro sitio muy diferente, siempre tan cercano en el mapa y tan lejano en lo existencial. Como estos hermanos, que los hay, que no se parecen, como mi hermano Manolo y yo, por ejemplo. Por lo que tengo visto, los portugueses, en general, son más serios, más melancólicos, más tristones que nosotros; por contra, también más cívicos y mucho menos bulliciosos. Parece mentira habiendo tenido ambos países los mismos antecedentes históricos y los mismos pueblos "invasores", y habiendo considerado de siempre nosotros a Viriato como uno de los nuestros. Pero tienen un refrán que me resulta muy significativo a este respecto de sus diferencias con nosotros: "De España, malos vientos y malos casamientos". En algunos aspectos de su comportamiento parecen más ingleses que latinos. Y, desde luego, me declaro enamorado de su cultura culinaria con el peixe y los dulses. 

Bueno, como os decía, hoy me siento portugués, vaya que sí. El líder de la oposición de ese país hermano le ha espetado al jefe del gobierno estas palabras: "Señor primer ministro: cuente con nuestra colaboración. Todo lo que nosotros podamos, ayudaremos. Le deseo coraje, nervios de acero y mucha suerte, porque su suerte es nuestra suerte". ¡Jóder, se le ponen a uno los vellos de punta! Quiero hacerme portugués. Si uno pudiera hacer apostasía de su españolidad, hoy, por un día al menos, me haría apóstata y me convertiría al unionismo lusitano.

Pero antes, permitidme que en estas pocas horas que aun me quedan de españolito de a pie desfogue mi particular descontento con nuestro irredento sectarismo. En primer lugar, mi rechazo más contundente hacia la infame estrategia de la derecha, particularmente PP y Vox y sus palmeros, ejerciendo una oposición no ya desleal, sino ruin y carroñera. Un subdirector de un periódico muy al uso escribía hace unos días en ese diario que el actual gobierno está poco menos que encantado con el régimen de alerta impuesto porque es un anticipo, un ensayo general de comunismo, lo más parecido a lo que será una España bolivariana en breve, al modo que quiere Podemos, sin libertades y con la policía en las calles... Hay que tener mucha ruindad para escribir esto. Sobre todo, porque quien lo firma no se cree aquello que escribe. O sea, miente. Nadie, con dos dedos de frente, puede creer de verdad que este estado de cosas sea lo deseado por Podemos. Este periodista sabe a conciencia que esto que escribe es mentira. Ahí está el delito. Si lo creyera de verdad, yo lo aceptaría, cada cual es muy libre de pensar y de opinar según conciencia, pero es que no lo cree; su único propósito es derribar la torre, hundir al adversario. No sigo, porque todos sabéis la de bulos en las redes con el mismo fin. Ha habido errores, ¡pues claro que los ha habido! ¿Y en qué país, no? No ha dado tiempo a planificar; se ha actuado un poco improvisadamente; nadie se ha creído la gravedad del acontecimiento hasta hace poco; los recursos necesarios no se pueden conseguir de un día para otro, máxime si ya contábamos de antemano con una situación de precariedad; no estábamos preparados para una catástrofe de estas dimensiones. Ningún país lo ha estado. Todos hemos sido cogidos por sorpresa. Pues bien, desde estas premisas vamos a construir todos juntos.

Pero es que si miramos al otro lado, tampoco me fío de mi tropa. Los voceros de la izquierda -aunque ciertamente con menos saña- contraatacan denunciando la política de recortes sanitarios en la Comunidad de Madrid como responsable del desastre, olvidando lo que llevamos padecido tantísimos años -y lo que nos queda- en nuestra casa andaluza. Y digo los voceros de la izquierda en las redes, porque PSOE y Podemos, como gobierno, no dan abasto ahora para entretenerse en  la estéril polémica del "tú más". Bastante tienen con lo suyo, que no es otra cosa que intentar sacarnos a todos de este gran atolladero. Pero hay más: si actualmente gobernara en España una coalición de PP y Cs, pongo por caso, me juego mi paga extra de junio a que PSOE y Podemos tampoco le serían completamente leales al gobierno. Intentarían sacar provecho del río revuelto. Y esto es muy triste para mí. Ya lo vimos cuando la crisis del Ébola, con un solo muerto en España, y Sánchez pidiendo la dimisión de Rajoy. No me gusta. Seguro que había otras muchas razones para pedir la salida de Mariano, pero no ésa.

No. No somos demócratas. Somos del partido. Sectarios. Todos. En menor o mayor medida. Con ello no hablo de equidistancia. Hay diferencias. Un wassapt recibido hace unos días decía que afirmar que todos los políticos son lo mismo es como decir que para un analfabeto todos los libros son iguales. No. No son lo mismo. Pero yo creo que nos posicionamos en un sitio y nos cargamos de razones, da igual cómo de verdaderas o falsas sean, para justificar nuestra posición y a nuestro partido. No existe para nosotros el interés general, sino el partidista. Leemos y escuchamos noticias como música celestial si son devastadoras para el contrario, sin importarnos su autenticidad. Como les pasa a los fanáticos del fútbol, preferimos que pierda el adversario manque perdamos nosotros también. Lo llevamos en la masa de la sangre. Criticamos de la Iglesia que sea rígida y dogmática, a fin de cuentas, los dogmas son la base teórica de casi todas las religiones, sin darnos cuenta de que los propios partidos políticos son tanto o más dogmáticos que cualquier religión: ni siquiera dentro de los mismos se toleran disensiones o discrepancias. Por desgracia, en los de izquierda, más papistas que el papa. Y en fin, uno esperaba que ante una situación existencial tan extraordinaria y dramática como la presente, que nos ha hecho olvidarnos de todo lo superfluo, que hasta nos da igual cuándo y cómo termine la Liga, pudiéramos pulverizar las diferencias ideológicas y hacernos trabajar unidos. Ni por ésas.

Hoy, y perdonad mi espíritu, tras leer el comunicado del jefe de la oposición portuguesa, me avergüenzo de ser español. Para lo que queda de tarde me declaro portugués.

Bueno, venga, ¡Vámonos pal balcón!, que esto del folclore sí que nos va.

4 comentarios:

  1. El problema son los políticos. El pueblo empezó bien. Pero vertieron el veneno y apareció el sectarismo y la división. Otra vez. Firmó por Portugal también

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  2. Yo también soy portuguesa y eso que a una montalbeña le cuesta no identificarse con su gentilicio.
    Yo creo en una sociedad donde funcionen los servicios públicos de calidad, dónde miremos con empatía a todo el mundo, cada uno en sí y con sus circunstancias y dónde reine la concordia, la igualdad y el respeto. Un abrazo José María ( Fili)

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  3. Yo también me siento cualquier otra cosa, si pudiera te enviaría cuatro fotos que me han llegado por WhatsApp que retratan la realidad que maniestas.
    Gracias, José María

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  4. Amigo José María acabas de señalar uno de nuestros defectos más notables como sociedad, el consuelo que nos queda es que se trata de un defecto universal.
    Recuerdo que en el pueblo un vecino tenía cabras, y decía a su hijo que las llevara con cuidado, para no se metieran en los huertos y se comieran las hortalizas.
    El progreso conlleva ganancias rápidas y abundantes, y el dinero es goloso, cuanto más se tiene más se quiere. Así que el poder político, siempre va a remolque de la pasta y no al revés. Como muy bien sabes, la ciudadanía del montón nos quejamos de las carencias, porque no llegamos a fin de mes: Nosotros somos el rebaño.
    Un abrazo amigo José María
    Juan Martín

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