sábado, 25 de abril de 2020

Día 42. La culpa

"La culpa no es ná -dice una chirigota callejera gaditana-. ¡Échala fuera! Cuando vayas al wáter, libérate y... ¡Mea culpa".

Se refiere a la culpa católica, la del confesionario, creo yo; porque la otra culpa, la judicial, sí que es algo.

Ayer noche conversaba por teléfono con un amigo sobre el asunto éste de tanta actualidad en las redes de culpabilizar al gobierno de todo lo que está pasando. Y no solo en las redes sino de particulares y algún partido político, con demandas judiciales de por medio y todo. Desde luego, coincidíamos, los hechos son devastadores. Y es muy lógico y muy humano buscar responsabilidades y señalar a los presuntos culpables. Pero también asentimos sobre el hecho de estar nuestro mundo asistiendo al más inesperado y demoledor acontecimiento que haya visto nuestro siglo a todos los niveles: el sanitario, el económico, el social y político. Y que, por tanto, merecen los encargados de manejar tanta desgracia una cierta concesión a la duda, la incertidumbre y al error.

Nosotros, las criaturas del señor, concebimos la realidad de una forma causal, cualquier cosa que suceda es por algo, necesitamos achacarlo a algo u a alguien. En muchos aspectos, somos demasiado simples y lineales, sin darnos cuenta de que prácticamente nunca hay causas y efectos aislados, sino que todo se produce dentro de un contexto más complejo. Cuando algo malo ocurre es por algo y la culpa es de alguien, de otro, naturalmente. La culpa de algo malo siempre es de los demás. Esta aseveración se magnifica sobre manera en situaciones dramáticas o excepcionales. Es preciso señalar culpables para satisfacer la sensación de "misión cumplida", en la que quien castiga se siente liberado de una carga, de un deber. No soluciona nada, el problema sigue ahí, pero él ha cumplido. Esto, a nivel de la calle; los políticos tienen otra psicología, otros paradigmas que se pueden resumir en aquello tan nuestro de al enemigo, ni agua.

¿Cual es mi posición al respecto? Bueno, no soy imparcial, soy votante de Podemos, de manera que por mucho que quiera alejarme de mi querencia no seré del todo objetivo. Ninguno podemos. ¡Ojalá fuésemos capaces de, en circunstancias tan críticas como ésta, desprendernos del sesgo partidista a la hora de analizar y juzgar los hechos. Pienso que el gobierno es responsable de todo lo que  está ocurriendo: debe responder por la gestión de la crisis, y asumir sus consecuencias tan funestas. Debe admitir los errores cometidos, que han sido bastantes, pero desde la posición en el momento en que se decidieron, no a toro pasado, a la vista de resultados completamente inesperados. No encuentro culpabilidad ni, desde luego, mala fe en la acción del gobierno. Ha habido errores y ha habido fatalidad. Cosas que hubieran podido evitarse y otras inevitables. "Si cerráis la puerta a todos los errores, entonces también la verdad se quedará fuera" (R. Tagore)

Me apetece ahora cambiar de tercio e intentar establecer un paralelismo entre la acción del gobierno y la de la comunidad científica en esta crisis. No me refiero a los sanitarios, que ésos se salen del parangón porque arriesgan la vida. No. Me refiero a la Investigación. Bien, ya vamos sobrados de la supuesta incompetencia del gobierno. Veamos qué ha hecho la Ciencia. Después de cuatro dramáticos meses que llevamos de pandemia, la Ciencia conoce perfectamente la cara y las tripas del virus. Poco más en profundidad. Os puedo asegurar que se publican en las revistas científicas una media de 100 artículos diarios acerca del Covid 19. Ahí es nada. Un trabajo realmente impresionante, vocacional, entregado, a contra reloj, estajanovista. Encomiable. Gracias a esta ingente labor se están salvando muchísimas vidas. Pues a pesar de ello, de 2.800.000 contagiados y de 200.000 muertos en el mundo, existen muchas zonas oscuras, muchas áreas de incertidumbre: aún no sabemos la procedencia exacta del virus; se desconoce el mecanismo patogénico definitivo del daño pulmonar y sistémico, que si efecto directo, que si tormenta de citoquinas, si trombofilia, si metahemoglobinemia...;  persisten dudas acerca de los factores de riesgo de gravedad, por qué muere un hombre de 55 años y sobrevive una anciana de 99; no hay un protocolo único de manejo, se ensayan tratamientos por ver si funcionan, cada hospital lo ha ido adaptando a su manera; lo que hace un mes estaba contraindicado, ahora resulta que es una medida salvadora, y al revés, lo que antes era beneficioso hoy es dañino... No sabe la Ciencia el por qué de la distinta letalidad del virus en distintos países, si será mutación o la distinta genética de las poblaciones... La Ciencia investiga con los principios de ensayo-error, haciendo probaturas; duda, tantea, tropieza, se equivoca, arriesga... y trabaja sin descanso. Y encontrará respuestas para todo esto. Y llegará la vacuna. Y volveremos a creer en nosotros mismos. Y cuando todo esto acabe ¿acusaremos acaso a la Ciencia de haber sido tan torpe y chochona en encontrar la solución? ¿Le echaremos los muertos a la cara? Yo creo que no. Loor a la Ciencia por tanto paciente recuperado. Condena al gobierno por tanta mortandad. ¿Por qué? La Ciencia apenas sale en la tele -mejor así-, se le perdonan los fracasos al saberla honesta, desinteresada y humanitaria, cosa que, desgraciadamente, no se puede decir de todos los gobiernos ni de todos los partidos. Y, además, la Ciencia no es comunista.

Bueno, enga, ya está bien. ¡Vámonos pal balcón!



5 comentarios:

  1. Querido Fili.
    Si anteriormente te recomendé la conferencia de Suzanne Pawell, que apuntaba a los peligros de las antenas 5G, (sin dejar de temer seriamente a dicha tecnología), ahora me permito recomendarte la revista D Salud (de Discovery) de este mes, que no apunta en esa dirección, pero explica el comportamiento de bacterias y virus en nuestro cuerpo y alerta del peligro de antibióticos y vacunas víricas.
    Yo también soy de Podemos. No juzgo al gobierno porque la gestión de la crisis en manos peperas no creo que hubiera sido mejor, más bien sospecho lo contrario.
    El enemigo tiene dos frentes: los fuertes intereses económicos de farmacéuticas y telefónicas y nuestra ignorancia.
    El virus no es más que un aviso de que vamos por mal camino...

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  2. Bueno amigo José María, es que el poder y el manejo de la pasta justifica lo que sea: Ahí tenemos las declaraciones de la clase política en general, sin sonrojo culpando por cualquier cosa, verídica o inventada.
    En Cataluña no se habría muerto tanta gente si fuera una nación independiente. Y en el lado contario tenemos unas afirmaciones contra la gestión pública que estaban basadas en panfletos.
    Ante las caras estupefactas de la ciudadanía, indefensa ante tanta arbitrariedad impune.
    La gente se muere en las residencias si, pero antes los políticos recortaron ayudas y nadie se rasgó la camisa.
    Como si fuéramos lelos, y lo dicen tan campantes.
    Yo voto, pero no a quien miente.

    Un abrazo amigo

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  3. Pedro, permíteme que tenga en consideración los potenciales peligros de las radiaciones electromagnéticas provenientes de la tecnología 5G. Al final, los humanos preferimos en general vivir cómodos a vivir sanos. Ahora bien, con los antibióticos y las vacunas, ni tocarlos, dicho sea con mi mejor ánimo. Logros memorables e indiscutibles de la ciencia que tantas vidas han salvado. No entro en la industria farmacéutica, ése es otro cantar.

    En cuanto al comentario del amigo Juan Martín, lo comparto todo, menos el último renglón. Porque si vota a quien no miente, tiene que votar en blanco. No conozco un político en activo que no mienta.
    Un abarzo.

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  4. No digo que antibióticos y vacunas no hayan prestado cierto servicio sanitario a la Humanidad, o que no puedan aún ser útiles en determinados casos.
    Lo que entiendo del tema, sin ser para nada especialista, y ateniéndome a lecturas actuales, es que existe una revisión científica sobre la salud con enfoques no belicistas, (¡muerte al cáncer, muerte a los virus...!), que me resulta muy interesante.
    Debemos tener el pasado muy presente (con sus errores y logros) si queremos no cagarla en el futuro.
    Codicia e ignorancia, guerras y mentiras no son buenos síntomas de salud planetaria...

    Cambiando de tema, valoro muy positivamente las crónicas diarias que nos has ofrecido con encomiable buena voluntad e induscutible oficio literario. Te lo agradezco y me sumo a los que te animan.
    Discúlpame que sea un tanto respondón.

    Juan Martín, yo votaba al menos deshonesto por evitar al que consideraba mas deshonesto. Después de tanto votar con fe democrática voy a tener que revisar el asunto y dejar de fumar.

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  5. Chicos, muy bien. Me encanta departir con vosotros. No os preocupéis que os tendré al tanto. Bueno, un abrazo.

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