viernes, 30 de marzo de 2012

El mal francés

-Buenos días.
-Buenos días - me contesta una mujer al otro lado del teléfono.
-Mire, soy el Dr. Rivera...
-Ah, menos mal. Estaba muy impaciente ya.
-Tranquilidad, mujer, las noticias no son malas del todo.
-Dígame, dígame.
-¿No está su hijo en casa?
-Bueno...sí está, pero no se puede poner ahora.
-¿Y éso?
-Es que está acostado todavía.
-Pues despiértelo usted, hágame el favor. ¿Qué hace un tío de 20 años en la piltra a las diez de la mañana?
-Pero doctor, por favor, no me tenga más en ascuas, dígame lo que sea.
-No me ponga usted en un compromiso, señora, mi obligación es decírselo a mi paciente, a su hijo.
-Pero si mi hijo no tiene secretos para mí. Ya lo vió usted el otro día en la consulta.

En efecto, cuatro días antes, visitando al joven en mi consulta destapó secretos inconfesables delante de su madre. Bueno, eso de inconfesables es una exageración por mi parte, que soy un antiguo carcamal. Preguntado tímidamente por mí, dijo abiertamente que es homosexual y que ha tenido muchas, pero muchas parejas de cama. Eso sí, siempre con protección. Mis temores (y muchos más los de su madre) eran que el chico pudiera ser portador de anticuerpos del Sida. Menos mal que no fue así.
Es curioso la poca intuición que tengo para estas cosas, yo, que presumo de un excelente ojo clínico, y lo que me cuesta sospechar en alguien su condición de homosexual. Otros compañeros míos los captan enseguida. Y conste que es muy bueno el sospecharlo, no por morbosidad, ni mucho menos, sino porque los homosexuales tienen distinta prevalencia de determinadas enfermedades, sobre todo infecciosas. Como ocurrió en este caso.
-Que se ponga primero su hijo y luego hablaré con usted. -Y al fin se pone el muchacho.
-Oye mira, perdona que te haya despertado, pero tengo que darte los resultados de los análisis. Y siendo las diez de la mañana me ha parecido una hora prudente.
-Sí, sí, no hay problema. Dígame.
-Bueno, verás, vamos primero con lo bueno: no tienes Sida.
-¡Uffff! Gracias a Dios -lo oigo suspirar.
-Vale, ahora lo regular, que no es malo del todo: tienes una Sífilis.
-¿Una sífilis? -pregunta incrédulo.-Pero si eso era una enfermedad de la Edad Media, por lo menos.
-Sí, pero todavía queda.
-Bueno, ¿y qué me va a pasar?
-Pues nada, te vas a curar, esto se cura con antibióticos, así que tranquilo. El lunes próximo vienes a la consulta y ya lo hablamos.
-Queda lo malo -me recurda que le he hablado de lo bueno y de lo regular.-¿Qué es lo malo?
-Lo malo va a ser explicárselo a tu madre.
Y nos reímos lo dos con ganas.
-¿Te importa que se lo cuente?
-Para nada, se la paso.

Al instante, tengo de nuevo a la madre al otro lado. Y le explico todo.
-¿Sífilis?
-Sí señora, sífilis, es una enfermedad que creíamos los médicos que  estaba medio erradicada, pero no. En determinados grupos de riesgo sigue pasando.
-¿Qué grupos de riesgo?
-Pues, mujer, ya sabe, las prostitutas... y, bueno, en general todo la gente promiscua.
-Pero, hombre de Dios, ¿cómo va a ser eso, si esa fue la enfermedad que sufrió el Padre Damian? Y no creo que ese santo fuera un putañero, con perdón.
 Y no tengo más remedio que hartarme de  reír.
-Lepra, señora, lepra. Lo que tuvo el padre Damián fue lepra, no sífilis.
-¡Ya decía yo...!

Como medio cura que soy no entiendo bien  algunas cosas de la vida moderna como la promiscuidad sexual, tanto sea homo como hétero, las infidelidades, los intercambios entre parejas, los vídeos porno caseros...y algunas guarrerías más. Con lo a gustito que se está en casa con la mujer de uno.

2 comentarios:

  1. un poco carca si que eres pero no tanto, parece que ya te estás integrando en la modernidad,.... ¿que más se le puede pedir a una persona que se crió la mitad de su edad en un cortijo, por la parte de servicio, y la otra mitad en la sierra de Hornachuelos, en medio del campo...?

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  2. Jugosa anécdota. Veo que también eres de campo-pueblo.

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