martes, 13 de octubre de 2020

El proyecto del paraíso.

Y vio Dios, a la mañana siguiente, que aquello del hotel estuvo bien. Le quedó coqueto. Como allí lo que sobra es espacio, lo fabricó en horizontal, con una zona central de servicios comunes y luego habitaciones distribuidas a modo de chalets adosados. Del monte en la ladera. Y ya en el prado, pegado al joven Guadalquivir y surtiéndose de sus aguas, el gran lago, emblema del complejo. Pero enseguida echó en falta al personal. Apenas sin querer, estornudó sobre dos caprichosas figurillas de raíces desperdigadas por el suelo, que se convirtieron ipso facto en dos camareros de estupenda presencia: Christian e Inés. ¡Toma ya!, se dijo a sí mismo Dios nuestro Señor. No pasó ni un día entero cuando ya empezamos con los conflictos laborales: que dos eran muy poca gente para atender tanto cuidado como necesita todo un Dios Creador. Bueno, enga, y les concedió una chica guapa para admisión, Mercedes, y otra ayudante de cocina, María.  Todos, con un cierto deje granaíno, pero que aseguran ser de por allí. Y ya, resuelto el tema sindical, se tomó nuestro Señor unos cuantos días para perfeccionar su proyecto.


Y se puso venga a pensar y a rebinar dónde ubicaría su Edén dentro de aquel grandioso espacio natural, tan bello y exuberante, mirara por donde mirara. Las mañanas las dedicaba a zapatear el territorio de pé a pá, por buscar el sitio más idóneo. Al medio día se zampaba su buen plato de migas serranas y su tarta de queso, que en el cielo la dieta es divina, pero muy etérea. Y sosa. Y por las tardes, su buena siesta y un bañito confortable en el lago. Está prohibido bañarse, pero como él es Dios...

Hasta que una de las mañanas de andurreo se topó con el Borosa, un riachuelo que baja desde la montaña hasta el Guadalquivir. "¡Coño! -se extrañó-. ¿Y esto lo he hecho yo?" Y siguiendo curso arriba, entusiasmado por una belleza nunca vista, se adentró, monte adentro, por un pasadizo angosto y quebrado, un rompe piernas si se hace en bici, por cuya ladera izquierda el río transita saltarín y arremolinado, pareciéndose sus aguas, en su natural inocencia y alboroto, a las colas que formaban los niños en la escuela empujándose de atrás adelante hasta caerse de boca. "Antes del coronavirus ése de los cojones -aclara Dios-. Que no ha sido invento mío, como ya he dicho. Pero no empecemos otra vez". Y a ese sendero oculto donde las aguas lo mismo brincan desde metros que se amansan en azules y transparentes pozas, donde la vista se pierde entre la espesura de la vegetación sin dejarte ver el cielo, le puso el nombre de Cerrada de Elías. Lo de cerrada, por lo estrecho del pasaje; lo de Elías, él sabrá por qué; quizás estuviese ya pensando en su profeta preferido. Porque, como sabemos, Dios nuestro Señor tiene a su alcance, en un mismo plano, todo lo que acontece o acontecerá. Por eso sabe lo del coronavirus. Y dijo Dios: "Éste es el sitio". Y vio Dios que el sitio era bueno.


"La Cerrada será vuestro escondite secreto -les explicó a Adán y a Eva, atónitos ante aquel escaparate-. Ahí dentro tendréis intimidad y confort. Es, como si dijéramos, vuestro nido de amor. Nadie más que vosotros, ni animal ni persona, podrá entrar en este recinto de privilegio. Para todo lo demás, tenéis a vuestra disposición el territorio que abarcan vuestros ojos, desde aquí mismo, donde podéis apreciar esta magnífica obra de arte, "El Caracolillo", hasta las chorreras de Los Órganos, allá en todo lo alto".

-¿Y qué es esto del Caracolillo? -pregunta Eva, curiosona.

-Es una formación geológica que me acabo de inventar. Son repliegues del terreno cuyos estratos, en vez de horizontales, los he puesto semicirculares, ¿veis? Y parece enteramente un caracol.

-¡Qué chulada! -exclama, pelotillero, Adán. Ni puta idea.


Y vio Dios que estando todo bien, le faltaba algún toque de mayor atractivo ornamental. Y dijo: "Adornaré las riberas del Borosa de grandes pinos, de cipreses de esos que, de tan altos, parecen querer llegar al cielo, de sicomoros que hunden sus raíces en la piedra, de robustos robles belloteros, de acebuches, lentiscos y madroñales, y de todo aquello que mis criaturas puedan necesitar para su deleite. Colocaré a propósito grandes peñascos en el cauce que parezcan rodados desde lo alto para darle más vistosidad a las miradas de las gentes cuando llegue el siglo del turismo. Y poblaré todo este ámbito tan campestre de bestias, unas delicadas y otras embrutecidas, para distracción de mis queridos inquilinos y para su sustento". Y de un día para otro pulularon por allí a su albedrío familias enteras de ciervos presumidos de cuernos ramosos (ramosa cornua illis valde placebant propter elegantiam); de venados de gráciles figuras; de cabras y cabrones, digo, machos cabríos; y de jabalíes hocicones de afilados colmillos y negros los cojones.

"Aquí os hago entrega de vuestro paraíso. A disfrutarlo con salud" -les dijo Dios.

(Continuará)


 

10 comentarios:

  1. Ya verémos que ocurre cuando Eva se coma la manzana.

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    1. Paco, no te me adelantes. No es Cazorla buen terreno para la manzana. Habrá que recurrir a otro pecado, digamos que más carnal. De los que me gustan. jajaja.

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  2. Poético y ocurrente. Mira por donde la ya desgastada y trasnochada teoría creacionista sirve todavía para poner belleza y emoción a un relato. Bien una v z más amigo

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    1. Nosotros, antiguos curillas, nunca olvidaremos nuestros orígenes. Donde se ponga el Móises con su vara separando las aguas del mar que se quiten Indiana Jones y james Bond juntos.

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  3. Creó el universo y vió que era grande, le salió algo excesivo, demasiado pretencioso y poco práctico en realidad. Muchos quebraderos de cabeza y él no estaba para astronomías. Como Dios que es, su aburrimiento también es infinito. Pensó en crear algo que le contará historias, que las hiciera y él poderlas observar y entretenerse. En su inexperiencia, aunque era Dios, nos hizo a los hombres y desde ese momento todo fue de mal en peor. No hay más que leer el libro de las hazañas de éstos que se conoce como la Biblia. Material propio para el tribunal de la Haya. Enseguida se dio cuenta de que era mucho mejor geógrafo que antropólogo. Pero ya la obra estaba hecha y no quiso ponerle remedio. Hubo unos siglos más tarde, un intento de mejorar el asunto. Le salió algo enrevesado y difícil de comprender, había una paloma por medio. El tema fue interesante y apareció un hombre muy especial y nos ilusionó a muchos. Aunque es posible que también algo falló y el intento lleno de buenas intenciones, le pasó como al virus, no cambió la sociedad. Con el paso de los años no quiso mandar más mesías, pero se arriesgó a mandar algo más suave, algo que despertara ilusiones en las gentes. Fue el asunto del "coletas". Aquí si que de verdad metió la pata, en pocos meses, el citado se entreveró de comodidades y resulto un energúmeno petulante y una auténtica falsificación de la honorabilidad. Pero hizo ese gran Dios hermosos paisajes, no olvidar el Torcal y también no podemos negarle la gracia al crear a sus hijas. Esas que tanto amamos y tantos quebraderos nos dan, pero que son una preciosidad y realmente lo más logrado de todo el proceso creador

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    1. Ardino,¡qué grande eres! En efecto, la voluptuosidad de la naturaleza virgen y de nuestras mujeres ha sido lo mejor de la Creación. Sin duda. Y luego, la tortilla de papas. jajaja

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  4. Yo quiero estar ahí también, aunque sea como conejillo. Lo has puesto más atrayente que el relato del Génesis.

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  5. Es evidente que Adán y Eva eran un par de pardillos, con cierto floo (lo que sea) y dispuestos a pasarlo bien.
    Ni siquiera se enteraron del complejo turístico que se había montado Jehová con un servicio selecto de sirvientes, el lago y las migas con queso.
    No voy a criticar a Jehová por separárselos un poco, pues los enamorados primerizos son bastante moñas y besucones. Además a Jehová le gustaba bañarse en pelotas y no aguantaba comentarios sobre si la tenía pequeña o grande.
    Y además, el paraje que les regaló valía la pena recorrerlo durante unas vacaciones enteras, plantando la tienda de campaña y atisbando la fauna con prismáticos decentes, (los de los chinos no).
    Lo único que no puedo perdonar a Jehová es que se pusiera a vacilar al personal con latinajos, cuando a uno ya le cuesta ir a consultar el diccionario Spes, cosecha del 71 (el de mi hermana Gema). Puede que los cuernos ramosos de aquellos ciervos agradaran mucho por su elegancia, pero ¿no es acaso elegante también la silueta de las hembras no cornamentosas?
    En fin, Yahvé, hizo lo que pudo y sus instrucciones las daba en Español, esto es evidente, fueron los romanos los que nos liaron la cosa.

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  6. En efecto, Pedro. Yahvéh les habló todo el tiempo en español; lo que pasa es que me ha vencido mi debilidad por aquel latín de don Eduardo Mármol, lo del cervus in fonte bibebat... Y he aprovechado un resquicio para colocarlo. jajaja.

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