El hombre que hoy conduce el coche de salpicadero empolvado se llama Carmelo Cruz, y va más apurado de tiempo que ayer. La gélida intemperie del parking ha vestido el vehículo con un pijama de hielo azul glacial para pasar la noche. Diez minutos largos le ha llevado descongelar el parabrisas. Va tarde. De camino a Rute, como ayer, la temperatura que marca el cuadro es de -2,5ºC. Medio grado menos que ayer. En la Vega, sin embargo, no se notaría si no fuera por la seresa que le cae de la nariz o porque las bandadas de gorriones se arrejuntan y se posan sobre los cables de alta tensión para ir entrando en calor. Pero hoy, diez minutos más tarde, el sol rubicundo y generoso está repartiendo calorcito tibio a todas sus criaturas. En lugar de escarcha, los esparragales, las tierras calmas y los barbechos ofrecen lágrimas irisadas de agradecimiento al gran astro. Las cunetas, otrora encrespadas, amanecen rasuradas a navaja para recibir el año nuevo. Con todo, aguantan algunos rescoldos de hielo en la greñura de las umbrías. Benamejí y su castillo, allá en lontananza, han perdido parte del misterio neblinoso de ayer, pero siguen envalentados y altivos en lo alto de la colina. ¡Ay, lo que son diez minutos...! Se ha deshilachado por completo la gigantesca nube de algodón que serpenteaba por el río. A Carmelo, ya sobrepuesto del disgusto, le compensa la visión de las huertas ribereñas tan variopintas y tan fugaces. Y llega a Rute con hora. Las diez clavadas. Hasta le daría tiempo de pasarse, de nuevo, por Galleros. Pero resiste la tentación.
Amigos: no ha sido bueno el año 2020 con nosotros. Demasiado sufrimiento; demasiada impotencia; demasiada muerte. Mejor que nos deje, sí. Personalmente, me ha afectado mucho el miedo a enfermar y morir. Y también, la muerte de compañeros médicos. Con frecuencia presumo ante mi mujer y mis amigos de tener todo hecho en la vida, de haber cumplido mi parte y de afrontar la muerte con gallardía. Pero, me parece que hay en ello mucho de "boquilla". Me ha resultado complicado conciliar mi miedo con las ganas y la valentía de mi mujer. Ella es una rebelde indómita a quien le gusta el disfrute de la calle, de la familia y de los amigos de una manera apasionada. Y yo, por contra, un hombre prudente hasta la exasperación. Ahí vamos tirando. La cercanía con nuestra hija y nietos ha sido un colchón de desahogo muy importante. Así como el contacto diario on line con familiares y amigos. Admiro y venero la dedicación de los profesionales de la subsistencia, sobre todo la del personal sanitario y docente, gente que más me llega. He llevado muy mal la crispación y el enfrentamiento político y ciudadano en estos momentos en que tanto necesitamos de la unión de todos. He creído en la bondad de la Ciencia en este momento crítico y en la eficacia de la vacuna. Y, al contrario de lo que dicen muchos, no he aprendido gran cosa de esta calamidad. Ni creo que nos comportásemos de manera diferente en otra que nos llegara, Dios no lo permita. Algunas cosas, sí: me ha servido para comprender mejor las necesidades de los demás; para incrementar mis ratos de lectura y de meditación; he aprendido alguna cosilla nueva de pastelería doméstica y, sobre todo, he tenido todo el tiempo para escribiros casi, casi a diario. La escribanía ha ocupado gran parte de mi tiempo, sobre todo en los meses duros del confinamiento.
Adiós, año maldito. Bienvenido el nuevo año para todos. Un nuevo año, esta vez sí, cargado de ESPERANZA en volver a una vida normalizada.
FELIZ AÑO PARA TODOS, mis queridos amigos y lectores.
Feliz año a ti y a todos los que casi a diario disfrutamos y nos reímos con tus relatos.
ResponderEliminarQue la normalidad no te prive de relatarnos tus vivencias.
Un fuerte abrazo amigo y artista.
Feliz año amigo José María para ti y tu familia, así como para el resto de compañeros. También un recuerdo entrañable para todo el personal sanitario, que sufre con gran valor en carne propia los efectos del virus, y luego han de volver agotados física y psicológicamente a sus casas, a compartir estos días con sus familias.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz año 2021
Después dices que no eres poeta, yo creo que si, la prosa fluye ligera como brisa y se eleva, sigue así, por favor.
ResponderEliminarFeliz año amigo. Sí, que nos deje el 2020, y el 2021 que al sea de esperanza; ya, al menos, se ve un poco de luz al final túnel. Un abrazo y seguiré disfrutando de tus relatos.
ResponderEliminarGracias, Paco. Seguiremos tirando con optimismo, pese a todo.
EliminarCon cada artículo creces literariamente.
ResponderEliminarTu fe en la Ciencia es increíble. La Ciencia te la conserve.
Feliz año, si la Ciencia aún me consiente crerlo.
Muchas gracias por tus elogios, Pedro. Y más aun viniendo de ti, perito en letras.
EliminarVerás, me he titado toda mi vida profesional creyendo en lo que hacía, creyendo en la Ciencia. No soy dogmático, precisamente, la Ciencia es duda e incertidumbre permanente. Pero no me sale replantearme lo que ha sido una constante en mi vida. Un abrazo.
Claro que la Ciencia nos ha liberado de infinidad de limitaciones y poderes oscuros (iglesia católica y otros oscurantismos).
ResponderEliminarTambién nos ha aportado conocimientos útiles para la salud y nuestros quehaceres, viajes y comunicaciones.
Disfruto de todo ello, no soy un anacoreta.
El problema comienza cuando la Ciencia sirve a intereses fascistas, económicos o conspiratorios, que no te voy a enumerar.
Insisto: ¿A quién SIRVE la Ciencia hoy día?
Como ves, dejo de cuestionar el valor de la Ciencia, cosa que no tiene mucho sentido, y vuelvo a denunciar la maldita POLÍTICA mafiosa que nos gobierna vendiéndonos al mejor postor (Bush, Soros, Bill Gates...)
Rebelde, contestatario, protestón, pero sobre todo inconformista con lo inaceptabe y burdo.
Hace muchas décadas que cambio de canal cuando ponen anuncios en TV, y ahora cuando nos largan información mierdosa del gobierno.
Y de que escribas bien me alegro un montón.
De acuerdo, Pedro. Esta otra visión me parece asumible. Creo que hay bastante verdad en la excesiva influencia que el poder financiero ejerce en cualquier actividad de cualquier índole en la actualidad. Un abrazo.
Eliminar