Hoy respiramos tranquilos en mi familia y en mi pueblo. Se cumplen quince días de la celebración -solamente litúrgica- de la boda de mi sobrina Inma, y no hay en el pueblo ni un solo contagio conocido. Ufff. ¡Vaya peso quitado de encima!
Bueno, el artículo de hoy está inspirado en una publicación leída en El País donde se nos recomienda una serie de pautas para hacer más saludable y llevadero el confinamiento. Me ha parecido muy adecuado.
Es cierto que, en general, nosotros los andaluces no tenemos vocación de ermitaños; al contrario, como ya he mencionado otros días, nos encantan la calle, la cervecita en las terrazas y el jolgorio. De ahí que quizá sobrellevemos peor este encierro obligado que otros pobladores centro peninsulares y centro europeos. Por eso resulta conveniente aplicarnos algunas recomendaciones simples y prácticas.
Estamos atiborrados de coronavirus. Sabemos ya más que los chinos de esta materia. Hasta el jamón cansa. La tele nos atenaza con tanta cifra. Me pregunto qué sucedería si en adelante, pasada la crisis, la tele se dedicara a contarnos los muertos por infartos y neumonías que se van produciendo en España cada día, cada minuto. Cuesta un año largo publicar un trabajo decente en una revista médica prestigiosa. Y sin embargo, ahora los artículos sobre coronavirus se paren como conejos. Incluso los médicos se permiten lanzar vídeos al público sobre ciertos aspectos de la enfermedad que deberían ser privativos de ellos solamente porque superan la capacidad de comprensión de la gente corriente. Por no hablar de las medias verdades, de los mensajes bien intencionados pero pelín cargantes y los de alto tufillo ideológico. No sé. La crisis ha puesto de manifiesto, a mi entender, dos cosas: disponemos de recursos socio sanitarios justitos justitos. Precarios. Desde hace tiempo, no de ahora. Y otra: ningún país del mundo está preparado para afrontar con garantías esta pandemia. Simplemente, no lo esperábamos. Mi primer consejo: haced como yo, hace tiempo que opté por ignorar casi todos los mensajes referentes a este tema. Veo los dos telediarios y poco más: lo que me envía mi hermano Frasco y lo de mis compañeros de Valme.
Otro tema. Un aspecto muy práctico y que parece "menor" en estos días es no descuidar la higiene y la imagen personal. No se trata de vestirse como para la oficina, pero tampoco permanecer todo el día en pijama y con barba de tres días. Parece ser que mantener una rutina de aseo y vestimenta apropiada genera una mejor autoestima y una visión de tu persona más agradable para los que conviven contigo.
Algo que yo he aprendido mucho de nuestra bruja Mercedes es a intentar ser positivos, lo de ver siempre el vaso medio lleno. Muy apropiado en estos momentos. Y esta es una de las claves que yo, particularmente, más debo de trabajar. Ser positivo o negativo es una opción. Nadie está obligado, se puede elegir. Pues elijamos ser positivos. Actitud proactiva, valiente, palante... Escoger una serie de frases con esa intencionalidad de optimismo. Para algunas personas puede resultar muy útil practicar alguna técnica de relajación como el mindfulness.
Bueno, no entraré en el tema de la nevera y las cervezas porque los wassapts rebosan de chistes y comentarios alusivos a cómo de adiposos vamos a salir del encierro. Sin embargo, yo creo que no hay para tanto: con un poco de ejercicio físico y dos o tres escaramuzas diarias con tu santa mantienes el tipo. Y si hubiese refriegue carnal de por medio... Rien ne va plus. Salvados.
Desde luego que el ejercicio físico es fundamental para mantener el tono, quemar calorías excedentes y mantener ese espíritu positivo del que hemos hablado. Todos conocéis mis limitaciones físicas estructurales por mis caderas y rodillas tan rígidas, y por mi pelvis casi anquilosada. Pues bien, lo que no ha conseguido la piscina ni el caminar varios kilómetros diarios lo está logrando mi programa de gimnasia frente al televisor con una monitora simpatiquísima: mayor flexibilidad en la cintura, las caderas y las rodillas. La Peque dice que hasta bailo con mucha más coordinación. Aun así, viéndome en el espejo de los cristales de la ventana me parto de la risa. ¡Con lo que uno ha sido!!!Ea.
Otra cosa importante es intentar ser creativos. No aburrirse. En los wassapts de amigos y familiares compruebo que esta faceta se está cumpliendo bien: la gente se entretiene elaborando y publicitando recetas nuevas de bizcochos, galletas, asados, guisos... hasta de pan casero; o hace ganchillo, cuelga cuadros, cambia la decoración u ordena armarios. La Peque se está jartando de pintar y yo, como véis, de escribir. Tengo amigos que tocan el piano, dan clases de inglés on line, escamondan su jardín, escuchan flamenco mientras hacen bici estática, mandan acertijos de calles o de pueblos a base de emoticonos o nos traducen textos árabes. O tejen mascarillas para los hospitales.
Quizá sea ahora el momento de plantear el tema de la solidaridad. Pensemos que muchos de nosotros, pensionistas, vamos a seguir cobrando a fin de mes, como si nada estuviera ocurriendo ahí afuera. Y ahí afuera acontece que hay muchas personas, incluso de nuestro propio entorno familiar, que se van a quedar a dos velas durante no se sabe cuánto tiempo. Y si no, ahí está el banco de alimentos, esquilmado por la falta de relleno durante el confinamiento. Admite donaciones en metálico. Tal vez debamos reflexionar un poquito sobre ello. A fin de cuentas, si nos pilla el maldito bicho y nos quita de enmedio para qué queremos el dinero.
Que no nos pase como en la mili: no vale estar contando los días que nos faltan para licenciarnos. No. Es mejor ponerse en el peor de los escenarios. Pues qué te digo yo... Esto va para finales de mayo. Pues ya está. Si se acaba antes, mejor.
Procurarnos un ratito de lugar para nosotros mismos. Es importante. Aislarnos dentro del aislamiento: pensar, rezar, meditar... cada cual a su manera. Hay gente que necesita tener su propio espacio. Respetémoslo. Quedémonos a solas con nosotros mismos. Aprenderemos cosas nuevas, que ni uno sabe que sabía.
Me pregunto, sin embargo, cómo será el encierro de personas que viven solas. Hace unos días le envié un wassapt a mi consuegra que, por motivos familiares, se ha quedado confinada sola en Fuengirola. Yo, inocente de mí, como compadeciéndola: "Hay que ver, Gracia, tú, ahí solita tanto tiempo, sin tener con quién hablar"... Y ella, tan pancha, va y me dice: "Qué va, hombre..., ¡Si yo estoy en la gloria!" Y cuando se lo cuento a la Peque me contesta que lo entiende perfectamente: "¡Ojalá yo estuviese como ella, y no aquí con un pejiguera como tú". Yo sé que lo dice con la boca chica. ¿O no?
Una última cosa: este mes de confinamiento nos va a dar mucho menos el sol. Por tanto es muy recomendable que, salvo contraindicación médica, tomemos suplementos de vitamina D. Tanto adultos como niños. Preguntad en vuestra farmacia.
Bueno, pues ya está. ¡Vámonos pal balcón!
Bueno, pues ya está. ¡Vámonos pal balcón!
Muchas, muchísimas gracias por tus consejos Fili.
ResponderEliminarGracias compañero, cada día espero con ilusión tu artículo y tus consejos, un abrazo
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