lunes, 30 de marzo de 2020

Día 16. Templanza


Para Aristóteles, la templanza es una virtud que representa el término medio entre el desenfreno y la insensibilidad. Tiene que ver con la moderación, la sobriedad, la continencia. Una persona con templanza reacciona de manera equilibrada, controlando sus emociones e impulsos; capaz de enfrentarse con serenidad a situaciones difíciles o peligrosas. Son templados mis amigos Hassan y el Luna en sus conductas y en sus mensajes; es desenfrenado mi amigo Agustín en lo referente al condumio, y se muestran insensibles algunas de nuestras santas a ciertas necesidades confesables de sus maridos. Por ejemplo.

No sé vosotros, pero yo le encuentro cara de estreñido a Salvador Illa, ministro de sanidad, así tan circunspecto e hierático como sale en la tele. A lo mejor en su casa y con los amigos es otra cosa, bueno... Pero es razonable la duda de que no. Sin embargo, me cae muy bien Fernando Simón, director de Alertas y Emergencias Sanitarias, y eso que su imagen mediática no puede ser más desaliñada: cara envejecida, manchas, arrugas, ojos ajados y melancólicos, cejas de Luis Tosar, indumentaria de cura obrero, y una greñura que no ha conocido peine en lustros. Ni Boris Johnson. Da la impresión de que el buen hombre deba de  estar tan inmerso en sus quehaceres en busca del dichoso pico que nunca se alcanza, que descuida por completo su puesta en escena. Este no salía de permiso en la mili por no pasar el estado de revista. Pero lo que me atrae de él es la pose de templanza, su sosiego.

No es hombre político, eso salta a la vista. Ni tiene frases hechas ni discursos preparados. Pareciera que salga al ruedo a pecho descubierto, a portagayola. Acepta cualquier reto, responde sin rodeos y pide perdón si alguna vez se excede. Enfrentado cada mañana a una veintena de periodistas, es la voz ronca y asabinada que pone orden en el caos. Un hombre de ciencia. Un hombre de confianza. Ejemplo paradigmático de estas personas a quienes deseaba Machado: aquéllas que saben distinguir las voces de los ecos; y de entre las voces, una. Esta es la voz que hubiese querido el poeta. Hace unos días escribía Muñoz Molina un artículo en El País en el que nos dice que "ha hecho falta una calamidad como la que estamos sufriendo para descubrir de golpe la importancia suprema del conocimiento sólido y preciso, para esforzarnos en separar los hechos de los bulos, y distinguir con nitidez las voces de las personas que saben de verdad"... No menciona explícitamente a Simón, pero parece que no hace falta. Quienes lo conocen en la cercanía hablan de él como persona agradable, transparente y didáctico. Humilde. Y hombre formado y con conocimiento de lo que hace. Su larga singladura profesional en sitios tan variopintos como África, Latino américa, París o Londres le confieren el más alto valor de competencia en su campo de la Epidemiología Clínica.

Y mientras escribo estas palabras me sale una alerta en el ordenador  de que ha dado  positivo al coronavirus esta mañana. Al parecer, tuvo un pico -su palabra preferida- de fiebre ayer noche. Pero que se encuentra bien. ¡Ojalá se recupere pronto! Necesitamos personas de su talla humana y profesional.

No es fácil hoy la templanza. Ni siquiera un mal tan terrible como éste que nos azota está consiguiendo la unión de todos. Mucha gente se debate en sus casas urdiendo estrategias diversas para entretener los microbios intangibles del miedo, la ansiedad, la incertidumbre, la preocupación, la inseguridad... tan nocivos, si no más, que el propio virus. Están también los héroes sin capa, funcionarios, civiles, militares y sanitarios que nos abastecen y protegen. Y luego, los hay que no paran de entretejer soflamas y acusaciones en las redes en la creencia de que sea ésa su particular manera de ayudar. Por ello son tan necesarias la sensatez, el sentido común y la serenidad en los mensajes que emitimos. Falta templanza. Y a este hombre, Fernando Simón, le sobra. Me gusta. Manque parezca un adefesio.

¡Enga, vámonos pal balcón!

4 comentarios:

  1. Amigo José María el virus mata y es de verdad, y como los miuras no admite chapuzas ni personajes de medio pelo.
    En estos últimos tiempos que nos han tocado vivir, escuchamos demasiadas soflamas huecas que son puro ruido para liar al personal: mueven los dineros y el poder.
    El trabajar en serio, es una cosa desconocida para quien solo vive del micrófono: Trabajar es cosa de currantes, y eso quema, porque en el trabajo serio la gente de medio pelo seguida da el cante.
    Un abrazo
    Juan Martín

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  2. No creo que el Dr Simón sea un personaje de medio pelo. Lo considero un gran profesional.

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  3. Ya que hablamos de Aristóteles. Al que tú llamas "cara de estreñido" yo le diría "cara de acojonado". Me explico: meto en él a todos los personajes de los Partidos (ya que creo no se slva ninguno) Tienen cara de acojonados porque han olvidado el "bienestar o necesidad del "hogar (etapa anterior a la que luego llegaría la polis) como decía el insigne Aristóteles. Pues bien, estos han subvertido que primero es cubrir la necesidad de su ideología política y luego aplicarla al hogar. Esto les ha explotado en la cara y de ahí esa expresión y salidas al paso.
    Sin embargo,ese desaliñado, Fernando Simón, el que curra, el profesional, si mira por ese bienestar, antes que la ideología. Cuida antes del hogar que de sí mismo. Por eso, su templanza, su clarividencia (siempre dentro de lo que le dejan, por desgracia)
    Por supuesto que estaré equivocado, pero lo digo por si sirve.
    ¡Venga, sigamos pa lante!

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  4. Yo no quiero creer que en circunstancias como las actuales nadie desee anteponer la ideología a la eficacia. Simplemente la pandemia nos ha cogido con el culo al aire a todos. A todos los gobiernos del mundo. Todos están improvisando. Exigimos un equilibrio imposible. Estamos faltos de recursos, por supuesto. Imposible recuperar recursos en un mes. Estamos bien jodidos. vale. Y yo pido UNIDAD en vez de desunión.
    Un abrazo.

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