En medicina, los diagnósticos más certeros se obtienen del estudio histológico: el microscopio. Mucho más que los extraídos de las vistosas pruebas de imagen o de los tropecientos análisis a que sometemos a los sufridos pacientes. El microscopio te asombra con tanto bichito como alimentamos, tantas células de formas bellas y armoniosas, y tanta maldad en algunas otras de ellas. Y concluimos que en lo más pequeño, en lo profundo, encontramos las claves de lo que sucede en la superficie.
Acerquemos hoy nuestro particular microscopio al cristal de la realidad cotidiana. A ver qué vemos. Vamos allá.
-Sema, ¿Yo tengo que hacerme la prueba? -me llama un amigo muy allegado. En su familia, varios miembros positivos de una fiesta privada. Todos con síntomas leves, a Dios gracias.
-Por supuesto. Tú has sido contacto cercano. No sólo hacerte la prueba, sino permanecer confinado desde ya.
-Pues yo estoy trabajando. Aunque es verdad que apenas me relaciono con casi nadie. -Y se justifica: -me encuentro perfectamente. Me hago diez kilómetros corriendo cada tarde, cuesta arriba, cuesta abajo... En estos momentos yo no puedo dejar el trabajo, se me viene todo abajo... Y además -remata-, nadie me ha llamado del centro de salud para avisarme.
Ésa es otra: el dichoso protocolo, al parecer, dicta que solo se confinarán y se harán la PCR los contactos cercanos con un positivo que lo hayan sido 48 horas antes de que éste se hiciese la prueba.
-...No me han puesto en la lista porque ya hace más de tres días desde mi contacto con el positivo.
-¡Me cago en tó lo que se menea! Mira, Fernando -me cabreo por teléfono-: ahora mismo dejas la oficina y te confinas en tu casa. Y os hacéis la PCR tu mujer y tú. Si no puede ser por el seguro, os la hacéis por tu empresa. ¿Está claro?
-Pues mi cuñado Sebastián está en la misma situación, y no se ha hecho nada, ni piensa hacérselo.
-Allá él. Tú me haces caso a mí, ¿estamos?
Dos días más tarde suena el telefonillo automático de mi casa: mi amigo y su mujer que están abajo, que han venido a hacerse las pruebas en un centro privado cercano a mi casa. Y que luego piensan subir a tomarse unas cervecitas con nosotros. "Fernando -le grito al telefonillo-, en cuanto terminéis las pruebas salís pitando para vuestra casa. Nada de cervecita. A juir por ahí". Por supuesto que no se llegaron. Terminaron, y todavía, como les pilló la hora, tuvieron los arrestos de pararse a almorzar en un restaurante de por aquí cerca. Al día siguiente: él positivo; ella negativo. .
Ahí lo tenemos: mi amigo Fernando, "El de Antequera", y su cuñado, genuinos especímenes de homo hispánicus.
Hace unos años, el doctor Emiliano Aguirre, catedrático de Paleontología de la Complutense, promotor de los yacimientos de Atapuerca y premio Príncipe de Asturias en Ciencias y Tecnología, escribió un libro, "Homo Hispánicus". En él se explica de una manera didáctica y entretenida la evolución del hombre en España desde los primeros pobladores hasta la actualidad. Le interesan al escritor aquellos aspectos que nos diferencian con pobladores de otros países y territorios, así como los pormenores y peculiaridades de nuestra cotidianidad. Desde un punto de vista más moderno y sociológico, William Chislett, escritor y filósofo británico, retrata al español con los tópicos sobradamente conocidos de haber sido nosotros los inventores de la siesta; los que más tiempo dedicamos a comer (120 minutos al día de promedio); más tiempo al ocio (300 minutos diarios); los que más días de vacaciones y festivos disfrutamos; los que menores tasas de suicidio tenemos y más felices nos sentimos... Y aquello tan nuestro de que un español en la barra de un bar, con su cervecita en la mano, sabe de cualquier cosa que le echen.
Con todo, ni Aguirre ni Chislett han dado con la quintaesencia que define mejor al Homo Hispánicus, un eslabón lateral del "Sapiens", un fueraparte. Mucho antes que ellos, nuestro Ángel Ganivet, de la generación del 98, dio en el clavo. "El ideal de cualquier español es llevar en su bolsillo una carta foral con un sólo artículo, breve, claro y contundente: este español está autorizado para hacer lo que le dé la gana". Lo que le salga de sus santos cojones. He ahí su estigma identitario. Y otro signo que yo añado es que ningún cuñado del mundo es tan sabihondo como los cuñados españoles.
En Andalucía, el 80% de los contagios está ocurriendo en las fiestas familiares. Y me temo que no está habiendo un seguimiento estricto de los contactos por parte de los rastreadores -tampoco el protocolo ayuda-, ni una conducta responsable ni prudente por parte de los ciudadanos. Y así nos va.
Por una vez, seamos más prudentes que hispánicos.
España y yo semos ansi, señor.
ResponderEliminarMontados en la cresta de la ola, con las playas atiborradas y las autopistas llenas, cualquiera era ingeniero, futbolero o torero.
ResponderEliminarEl virus nos ha dado un calambre y nos ha bajado del guindo, ahora hay que llegar a fin de mes sin gripar el motor.
Sin desplantes, arrimando el hombro al morlaco desde nuestra soledad, sin aplausos ni pitos.
Y ese aburrimiento cuesta, hay que reciclar al homo hispánicus en pieza de motor, que funciona ajustada dentro de un orden.
Yo ya llevo dos PCR negativos.
Un saludo amigo Filiberto
Juan Martín
Ese, Juan Martín, es uno de los problemas de nuestro país: hemos estado demasiado tiempo en la cresta. hemos creado una sociedad preparada solo para el disfrute. La palabra sacrificio no es conocida por buen aparte de nuestra juventud. Nos hemos relajado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Te añado al "lo que le de la real gana, el "yo primero que soy el delantero".
ResponderEliminarIndividualismo a destajo y hedonismo: "a pasarlo bien que son dos días, porque el menda lo peta con gran picaresca".
Pero aquí no se ha dicho ni media de los molt honorables vende patrias, que además de los defectos antedichos, haciendo de la Justicia su chiringuito particular, proclaman: "a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga.
Y tienen la manía de ir en romería con la cofradía de la gran mentira y la corruptela, que corre y que vuela, por los paraísos que llaman fiscales, los aforamientos y los tribunales, a esperar indultos forales y otras virguerías legales, concluyendo ser irresponsables, como el resto de los concejales, ministros y otros altos cargos, que por algo son tan especiales.
Aportando lo poquito que me es posible aportar, os recuerdo que estadísticamente el riesgo mayor de contagio se da en locales mal ventilados donde se reúnen varias personas durante tres horas o más y entre los cuales se encuentra algún infectado. Típico caso de fiestas familiares caseras.
Y donde menos contagios se dan es en los espacios al aire libre.
Por otro lado los mapas de antenas 5G y los focos de infectados graves, coinciden. Nos han echado juntos a Satanás y a Lucifer. "Dios nos coja confesados".
Pedro, el apocalíptico.
Te añado al "lo que le de la real gana, el "yo primero que soy el delantero".
ResponderEliminarIndividualismo a destajo y hedonismo: "a pasarlo bien que son dos días, porque el menda lo peta con gran picaresca".
Pero aquí no se ha dicho ni media de los molt honorables vende patrias, que además de los defectos antedichos, haciendo de la Justicia su chiringuito particular, proclaman: "a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga.
Y tienen la manía de ir en romería con la cofradía de la gran mentira y la corruptela, que corre y que vuela, por los paraísos que llaman fiscales, los aforamientos y los tribunales, a esperar indultos forales y otras virguerías legales, concluyendo ser irresponsables, como el resto de los concejales, ministros y otros altos cargos, que por algo son tan especiales.
Aportando lo poquito que me es posible aportar, os recuerdo que estadísticamente el riesgo mayor de contagio se da en locales mal ventilados donde se reúnen varias personas durante tres horas o más y entre los cuales se encuentra algún infectado. Típico caso de fiestas familiares caseras.
Y donde menos contagios se dan es en los espacios al aire libre.
Por otro lado los mapas de antenas 5G y los focos de infectados graves, coinciden. Nos han echado juntos a Satanás y a Lucifer. "Dios nos coja confesados".
Pedro, el apocalíptico.
Bien, Pedro. No me atrevo a meterme con la Justicia por no desbarrar en demasía. Pero, en efecto, da pena. En fin, a mi me pilla confesao. Un abrazo.
EliminarJosé María, me encanta que no te recrees en buscar la complicidad de quienes te leemos para, al final, poder reunirnos en torno a la cervecita (o a la radio) y concluir todos a una: ¡Qué cabrones los que mandan!
ResponderEliminarTu post de hoy es una llamada a la humildad realista y a la responsabilidad.
Te agradezco la aportación
Un abrazo, Daniel. Cuidaros mucho. Y un consejo: en Conquista , creo, no hay ni un solo contagio. Ya sabes. Jajaja.
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