sábado, 4 de abril de 2020

Día 21. Es que no te pega ser comunista

A la espera de que mi amigo Antonio Pintor finiquite de una vez su esperado tratado sobre la esencia del "ser" de izquierdas y así poder yo confrontarlo conmigo mismo, a día de hoy yo no sé si sí o si no. Bueno, al menos "rojillo" creo que sí, que lo soy.

Ha habido y hay personas en mi vida que no aceptan esto de buena gana. 

Mi propia madre, enterada de mi admiración por Tierno Galván o por Julio Anguita, me lo reprochaba sin disimulo. "Sí, niño -me decía mientras almorzábamos todos los hermanos algunos domingos en La Capilla-, tienen cara de buenas personas, sí...¡Pero son comunistas!!!" Y ante mi risa benévola y comprensiva se revolvía: "Es que no te pega, niño, ya está". En mi pueblo, dominado desde el primer momento de la guerra por la guardia civil de Lucena, el rechazo al comunismo como maldición apocalíptica arraigó tanto en nuestros padres y abuelos que ha perdurado en el inconsciente colectivo hasta la llegada de la democracia. Y eso que no había comunistas en aquellos años, sino anarquistas. Pero luego, con Franco, todo lo que oliera a izquierda ideológica se redujo en comunismo. Los comunistas sustituyeron a los judíos en el menosprecio de la gente. "Pero mama, tú misma me has contado muchas veces, mientras me despiojabas de niño, la desgracia tan grande de los comunistas del pueblo, con lo buena gente que eran"... "Sí, que es verdad, que eran muy buenas personas, pero luego no sé qué les pasaría... Mataron de un hachazo a un guardia civil. ¡Y hasta le metieron fuego a la iglesia, niño!"... La cosa cambiaba al polo opuesto según qué pueblo. Mi amigo Agustín me cuenta que en La Añora, en el lado republicano, la gente tenía que saludar por la calle al grito de "Viva Rusia", nada de adiós, ni mucho menos, quede usted con Dios.

En parecidos términos se explayaba hace unos meses nuestro padre cura Pedro: "De verdad, José María -se lamentaba delante de varios amigos del seminario-, de éstos no me extraña nada que sean tan rojos, ya se les veía venir, pero tú... A ti no te pega, perdona que te lo diga".  Y ante la reacción furibunda de la Peque de que "Por qué no le va a pegar"... "Pues porque tu marido ha sido siempre un muchacho noble, estudioso y discreto, que solo se interesaba por estudiar y jugar al fútbol. Y me temo que tú -señalando a mi mujer- hayas podido ser una mala influencia para él". "O a lo mejor muy buena" -salta la Peque a la yugular. Dos buenos se juntaron, Pedro y la Peque, a cual más extremista.

De verdad que no sé qué es lo que determinadas personas verán en mí, porque esta cantinela de "a ti no te pega" es demasiado repetitiva. Lorencito (q.e.p.d), el cura de mi pueblo, siempre igual, que no se lo creía, que yo no era ateo ni comunista, que es que no me pegaba... Algunas pacientes mías, en confianza, me "recriminaban" mi condición de ateo y de izquierdoso, "que no, que no me lo creo, que es que a usted no le pega eso". Tengo un contacto de facebook, antiguo compañero de seminario, que es la repera. No tiene reparo alguno en criticar e insultar a todo lo que huela a comunismo. "No te pega, José María, la verdad".

Un buen amigo de mi hospital desarrolló en su día una curiosa teoría sobre mi evolución ideológica. Viniendo yo de una familia humilde, noble y de derechas de toda la vida, y poseyendo, como era el caso, una formación religiosa tan excelsa tras diez años de seminario, necesariamente tenía que ser católico y de derechas. Era lo natural. "¿Entonces -le contestaba yo-, por qué soy de izquierdas?" "Las malas influencias" -me decía. Y me explicaba muy convencido que en el fondo yo sigo siendo creyente y de derechas, lo que pasa es que "has tenido la... bueno, la mala pata, digámoslo así, de haberte topado en la vida con tu mujer y con tu hija, unas rojas redomadas, y, encima, con tus amigos del seminario, que vaya tela, no me explico ese cambio de gente sensata a... ¡rojos!"

En fin, estoy hecho un lío. Porque algo de verdad debe de haber en todo este galimatías ideológico, por cuanto que ni mis propios amigos izquierdosos las tienen todas consigo. No me ven del todo de su lado, no me consideran incondicional de su parte. Joer, hasta mi propia mujer duda muchas veces de mis posiciones. Me dice que yo, como mi padre, pretendo contentar a todo el mundo, y que eso no puede ser. "O estás en un lado, o en el otro".  Y yo os digo, con toda franqueza, que no es así. No lo veo así. Soy un hombre conciliador. Toda la verdad no puede estar siempre en el mismo lado. Y creo ser persona de izquierdas por valorar los derechos y el bienestar de la gente y el cuidado de la naturaleza por encima del exclusivo poder financiero y del dinero. Pero estoy muy alejado del comunismo radical del siglo pasado, o incluso del rancio comunismo cubano. En la actual situación del mundo, abogo por un sistema de capitalismo moderado como motor de crecimiento y de riqueza, que respete los derechos y libertades de las personas, y cuyo garante sea el Estado. Mi ideología política y social es de izquierdas, pero la económica es de una derecha que fuese capaz de comportarse leal y consecuente con los derechos de las personas. De todas las personas.

En fin, ya sé que me tacharéis de incongruente. Todos lo somos en menor o mayor medida. Me considero ateo, pero voy a rezar a la iglesia de mi pueblo; soy comunista pero pirateo el canal del Movistar y pago a los albañiles en negro; mis amigos "rojos" lloran cantándole a la Virgen del Rocío; un amigo mío del alma es todo corazón y compromiso, y, sin embargo, es del Sevilla fútbol club; otro que aborrece las banderas no tiene remilgos en enarbolar con orgullo la del Betis; aquí en Antequera, un amigo de nueva hornada es más comunista que Carrillo, y se va cada dos por tres de retiro a monasterios diversos para ayudar a los monjes y para rezar laudes, maitines y vísperas; unos amigos millonarios que votan a Podemos, y otros jornaleros tiesos que votan al PP... La incongruencia es parte esencial de nuestro cerebro dividido en distintas zonas de influencia y no siempre debidamente interconectadas. La incongruencia, como la diversidad, es riqueza; nos reconoce como seres imperfectos, contingentes y cambiantes. La incongruencia nos ayuda a comprender mejor la complejidad de nuestra mente. ¡Viva la incongruencia!

Bueno, dejemos ya la filosofía barata y vámonos pal balcón! 

9 comentarios:

  1. José María, yo lo único que sé es que eres muy buena persona. Para mi sólo hay dos partidos: la gente buena y la gente mala, independientemente de dónde militar. Creo que en un alto porcentaje estamos todos de acuerdo. Quién no lo está en que debe haber más justicia social; en que haya menos ricos y menos pobres. La explotación, venga de donde venga debería estar erradicada. Yo creo en el Jesús histórico; aquél que se jugó la vida por los más necesitados y le hizo frente con valentía a los tres poderes de su tiempo: el civil, el religioso y el político. Ahí, con dos pares...!! El otro porcentaje que lo dedique cada uno a lo que quiera. Nadie es dueño absoluto de la verdad. Para terminar, porque parezco un cura, decirte querido que estoy muy orgulloso de tener un amigo ateo y comunista. Yo, por mi parte, estoy seguro que nos encontraremos en un sitio que le han llamado cielo. Ya lo verás. Un fuerte abrazo, querido Fili.

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  2. José María, discúlpame, pero lo único que no te pega, es como intentas decir en tu artículo, que tienes la picha hecha un lío. Algunos conocemos tu pasado en Córdoba y otros sitios

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  3. José María, discúlpame, pero lo único que no te pega, es como intentas decir en tu artículo, que tienes la picha hecha un lío. Algunos conocemos tu pasado en Córdoba y otros sitios

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  4. Antonio y Paco: muchas gracias. A pesar de estas aparentes dudas que expreso en el artículo, yo sé quién soy, y vosotros, también. Un abrazo.

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  5. Lo que no te pega es ser liberal histórico ...
    Te queremos. Y a la roja también.

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  6. Sin entrar en matices ni precisiones, me reflejas bastante si cambiáramos tu nombre por el mío. Por eso te comprendo perfectamente.

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  7. Jajaja. Os comprendo a todos. A Pepe, más todavía.

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  8. Gracias José María por el hueco que nos ofreces, para que podamos escaparnos unos minutos del asedio del virus.
    Sobre tu ideología política yo no opino, considero que son modas según pinta el tiempo. En este río de la vida en que estamos, creo que lo que cuenta son los hechos, y menos los colores desde los que cada cuál pinta su existencia.
    Horrores pasados se hicieron con toda las gama de colores, hoy sin embargo vemos a gente que sufre y lucha por salvar vidas con valor y las manos desnudas.
    Yo te conocí como un compañero seminarista que jugaba bien al fútbol, que luego se casó y fue doctor.
    Te saludo amigo José María tal cuál eres.
    Juan Martín


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  9. Gracias Juan Martín. En efecto, cada uno sabe cómo es. Me ha gustado lo de horrores pasados se hicieron con toda la gama de colores. Horrores presentes también, y eso es aún peor. Parece que no aprendemos. Y para tu tranquilidad te diré que, en esencia, poco cambio ha habido entre aquel compañero larguirucho y mal hecho que conociste como seminarista y el jubilado de hoy. Un abrazo.

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