El otro día, cuando elaboraba para vosotros aquella disparatada comparación entre Ciencia y Gobierno, pudiera parecer que hacía de menos a aquélla. Aclaro ya que de eso, nada. Es realmente admirable el trabajo y el pundonor de toda la comunidad científica en esta tesitura terrible. Mi respeto y mi agradecimiento.
Decía yo ese día que se publican una media de 100 artículos diarios sobre el Covid-19. Hoy, un tal Carlos M. Duarte, biólogo marino y premio Nacional de Ciencia, escribe un excelente artículo en el País donde me rectifica: son 200 artículos diarios. Recomiendo la lectura de este artículo que se llama: "El virus que despertó la colaboración global".
"En Europa desayunamos con datos recogidos en Asia, y pasamos los nuestros al final del día a América... Investigadores del mundo entero luchan contra el Covid-19 en el mayor proyecto científico de la historia mostrando así el valor de la Ciencia abierta y colaborativa".
El meollo de este artículo estriba en resaltar el enorme valor de la colaboración internacional. En efecto, la Ciencia se ha tomado esta crisis como el mayor reto para la humanidad de nuestra historia conocida, el mayor proyecto de investigación. Y ha sido algo que ha surgido de manera espontánea desde la comunidad científica sin necesidad de un líder destacado. Bien es verdad que dicha Comunidad tiene este terreno, el de la cooperación y la divulgación del conocimiento, muy bien abonado y entrenado. Desde siempre, la CIENCIA con mayúsculas comparte y enseña sus logros. Todos los investigadores comparten sus datos, los resultados, programas y artículos. Muchas revistas científicas, de pago, ofrecen ahora todo su contenido a los lectores gratuitamente, de manera que todos los médicos tenemos acceso a ellas. Es la ciencia abierta y global.
Como dijimos, y sabemos, este ingente esfuerzo ha generado ya una serie importante de resultados acerca del virus y la pandemia, tales como el conocimiento del genoma vírico, las claves moleculares que facilitan su entrada; en parte, los mecanismos de patogenicidad; sus diferentes manifestaciones clínicas; el ensayo de muchos fármacos y terapias; el denodado afán por la vacuna; los modelos que permitan predecir la eventual trayectoria temporal; los sistemas de detección... Porque el único objetivo que persigue la ciencia desde muy diversas disciplinas no es otro que acabar con este desastre, eliminar al virus. Y todo esto nos da la confianza de que el arma definitiva que acabará con esta pandemia maldita será la Ciencia.
Y uno se pregunta con amargura que por qué puñetas será tan difícil que este magnífico ejemplo que nos ofrece la Ciencia pueda ser seguido por la comunidad política española. Y no solo los políticos, la sociedad civil es incapaz de aunar voluntades ni siquiera ante una amenaza como ésta. Es triste que la tozudez, la arrogancia, la intransigencia, el fanatismo... en definitiva, el partidismo cainita de unos y de otros sea más fuerte y decisorio que la necesidad de cooperación mutua y global. El gobierno, que no es capaz de admitir de manera explícita los posibles errores cometidos ni encuentra el modo de comunicarse fluidamente con la oposición a la que tacha de desleal; la oposición, que, rabiosa, sólo sabe poner trabas, y cuyo único objetivo parece ser la corrosión y el descalabro del gobierno, escenario único en los parlamentos del mundo; los respectivos presidentes de las autonomías, midiéndosela a ver quién mea más largo; los empresarios, poniendo pegas a las desescalada gradual; y los españolitos de a pie, dándonos tortazos telemáticos por ver si aplaudimos o cacerolamos desde los balcones... Pero bueno, ¿A qué estamos jugando? Da la impresión de que a todos nos importa más nuestra posición ideológica que la voluntad de salir bien parados de esto. Sabemos que a economía va a caer en picado, de acuerdo. Si todos nos apretamos y somos solidarios, estoy convencido de que remontaremos en un año. Por el camino caerán negocios, vale. Ahí debe estar el gobierno. Pero una vida perdida jamás se recupera. Por favor: dejemos de darnos por culo, ¡vayamos todos a una! Como hace la Ciencia.
Por eso, mi aplauso hoy será para ella, para la Ciencia.
¡Ámonos!
Por eso, mi aplauso hoy será para ella, para la Ciencia.
¡Ámonos!
No debería atentar contra tu hermoso y patriotíco discurso, que remarca la necesidad de superar la crisis responsablemente unidos.
ResponderEliminarTodo sería más bonito si la OMS (organización mundial de la salud) no fuera un organismo corrupto hasta la médula...
Si la famosa Comunidad Científica tuviera a bien analizar las energías electromagnéticas en uso y en proyecto, ya que han reconocido que las personas pueden ser sensibles a ellas y enfermar por su causa...
Si los Gobiernos y sus Opositores fueran algo más que títeres de intereses económicos y financieros que manejan los hilos desde las sombras, y que a su vez sirven a poderosos seres alienígenas...
Si los "Sapiens", en general, actuáramos movidos por la responsabilidad con el planeta y con nosotros mismos...
No me lo tengas en cuenta. Como tú, pienso que hay muchas cosas lamentables en esta crisis. Pero supongo que del ataque que estamos sufriendo saldremos más conscientes y realistas. O no.
Por encima de nuestras respectivas opiniones, cuentas con mi aprecio: valoro muy positivamente tu voluntad de concordia y justicia social.
Un abrazo.
Me uno a ese aplauso. El sabio debe ser bondadoso. Llegar a científico es un arduo camino de esfuerzo y sabiduría. El político generalmente es que estuvo "ahí" en el momento oportuno. Muchas veces confunden sus intereses personales con los de la comunidad. Por fin estamos valorando más el conocimiento científico que la habilidad.
ResponderEliminarPedro, agradezco de veras tu enfoque sobre las calamidades que nos afligen, posiblemente consecuencias de la tan pésima gestión que hacemos todos de los recursos terrestres.
ResponderEliminarMi amigo Joaquín, de tan vistos que nos tenemos, coincidimos en casi todo. Un abrazo para ambos. Bueno, uno para cada uno.