martes, 28 de abril de 2020

Día 45. Mi barba

La Peque se ha encaprichado. Quiere que me deje la barba. Bueno... Como nadie me ve, me da igual. Cuando salgo a la farmacia o al Mercadona la mascarilla me cubre la cara entera. Sin problemas. Mis nietos ya me la notan por el face-time. "Abuelo, acércate un poco más, que te veamos mejor la barba" -se ríe mi Lucas. Y el Daniel me echa una sonrisilla tímida, incierta. Ya son dos semanas sin pasar por la cuchilla, tú; ya se nota algo. Mi mujer no quiere que les mande fotos por el wassapt a la familia ni a los amigos "hasta que no esté un poco más crecida". Pues, vale. 

Estoy tan acostumbrado a mi imagen "normal" que ahora me veo raro en el espejo. Para mí, estoy más presentable rasurado, con mi cara lisita, "es que no tienes ni una arruga, so puñetero"- me piropeaba mi suegra. Lógicamente, parezco más viejo, con lo que me gusta presumir de nuevo. Todo sea por darle gusto a la Peque. No acabo de encontrarle aún ese no sé qué de interesante, quizás un cierto tono de seriedad, como de escritor bohemio. Mi hija, muy graciosa, se cachondea, dice que me viene muy bien para taparme la papada. ¿Qué papada, niñaaaa? En fin...

Sólo me he dejado la barba una vez, que yo recuerde. Fue en mi primer curso de medicina, 73-74. Claro que entonces aquello era un amasijo indomable de estropajo negro, y ahora parece un postizo de algodón sucio. Y me veo feo en las fotos antiguas. Gastaba yo por entonces unas botas camperas de puntera revenida y una pelliza de ante con borrego en las solapas, a lo Mc Cloud. Me juntaba con Pepe Osuna, "Pepe más o menos" -se hacía llamar él mismo-, de la Rambla, tan silvestre como yo, y formábamos una pareja bastante singular por lo rústica. Curiosamente, estrenaba noviazgo con la Peque y fue ella, como ahora, la que me incitó a hacerlo, lo de la barba. "Qué lástima de mi niño -se quejaba mi madre-, con lo esclarecía que tiene su cara"... Cuando un compañero de clase, despistado, me llamó de usted confundiéndome con un profesor se acabaron las bromas, a tomar por culo la barba.

No sé lo que aguantaré ahora. Lo que diga mi mujer. Pero yo no me veo así mucho tiempo. Me gusta mesar mi cara de niño chico.

Este regalo no lo esperábais. ¡Enga!




Bueno, vámonos a aplaudir.

5 comentarios:

  1. "Guevón"... "guevón"... "guevón"..

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  2. La imagen destila intelectualidad, y en el momento actual de pandemia la barba transmite calma y sosiego.
    El hábito a veces, si que ayuda a ver al monje amigo Fili, y en esta actualidad estresada una barba impone.
    Un abrazo.
    Juan Martín

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  3. A mí me parece que te sienta bien.
    Mi caso es totalmente el contrario. Me gustaría dejarme la barba hasta que llegara al plato de sopa, pero mi chica me quiere rasurado. Le llevo diez años y si me dejo la barba voy a parecer su padre o su abuelo. Es comprensible.

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  4. Jajaja. Mi barba aguantará lo que dure el confinamiento. Cuando pueda salir a la calle, fuera barba.

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