Buenos, chicos y chicas, señoras y señores... ¡Abanicos y soplaores!
Hasta aquí hemos llegado. Levantado el arresto a los chaveas, me siento liberado del compromiso auto impuesto de teneros entretenidos unos minutos cada día. Mi particular desescalada va a empezar por esto: destetaros casi de sopetón y pasear a mis nietos. Para vosotros ha sido distraer el ratito de antes de la balconada con mis ocurrencias, y para mí ha supuesto un verdadero reto de creatividad, imaginación y ganas. Y algún disgusto.
A lo largo de estas cuarenta y dos entregas, y sin proponérmelo de antemano, he ido tocando los asuntos de actualidad del día, a bote pronto, lo que fuera surgiendo. En ocasiones, me he inspirado en alguna charla telefónica con amigos, o en alguna noticia del periódico. Hemos tocado un buen abanico de temas: los niños, los maestros, los sanitarios, la Iglesia, mis manías caseras, mi devoción y dependencia de la Peque, cuentos, relatos de familia... Y necesariamente, la política puñetera. Desde luego que me siento mucho más cómodo escribiendo historias y anécdotas que haciéndolo de política. Me considero un aficionado entusiasta con el relato sentimental y emotivo, y, si puede resultar gracioso, tanto mejor. Creo que ése es mi fuerte en mi aprendizaje de literatura breve. Pero en estos días se me ha hecho imperativo algún desahogo político. Ni lo soy ni me gusta que me tildéis de analista socio político. Nada más lejos de mis apetencias y de mi competencia. No. Lo he hecho porque me lo ha pedido el cuerpo de una manera martillona, ante tanta toxicidad cainita del facebook. Me da por culo que los ciudadanos de bien no seamos capaces de unirnos ante tanta desgracia, sino que andemos buscándonos las cosquillas. Y me ha supuesto algún disgusto conmigo mismo. Porque me resulta imposible transferir equilibrio y paz a todos mis lectores en este asunto tan complejo y tan dramático como el que estamos viviendo. Y también porque siempre he querido alejar mis escritos del partidismo, del sesgo partidista. Aunque se me pueda notar de refilón mi vena podemita.
Quiero, desde estas páginas, pedir perdón a algunos de vosotros que, seguramente, os hayáis podido sentir indispuestos con algunas de mis reflexiones en este tema de la crisis y de la gestión del gobierno. Admito que ha podido faltarme algo (o mucho) de sensibilidad hacia la gente que haya perdido algún familiar o amigo, o la que tenga algún cercano que sea sanitario y se esté exponiendo a la muerte cada día. Comprendo que estas personas vean una flagrante culpabilidad en la gestión por parte del gobierno. Pongámonos en su lugar y sentiremos lo mismo. Y es de justicia aceptar que uno de los agujeros más negros y de difícil explicación en el debe del gobierno ha sido la desprotección sobre dos colectivos tan expuestos: los ancianos de las residencias y el personal sanitario. Desde luego que de ninguna manera creo que haya sido cosa de mala fe ni de falta de voluntad. Ha faltado previsión. Puedo suponer los motivos, pero no lo sé a ciencia cierta. Cualquiera que haya trabajado en nuestros hospitales conoce perfectamente la situación de precariedad pertinaz de recursos en la que vivimos. Si en época de "bonanza" ya nos faltaba el pan ¿podríamos esperar chocolate en esta avalancha que nos ha sobrevenido?
Bueno, dejémoslo ahí. No, no creáis que con esto os libráis de mí. No seré tan cansino del diario como hasta ahora, pero sí seguiremos con nuestros encuentros periódicos como antes. Mi obligación de escribir me ha hecho sentirme muy cerca de vosotros. Entre esto, las llamadas telefónicas y el tiroteo de wassapts con tanta recomendación de películas, canciones y libros, apenas he tenido libre el rato de Netflix por las noches. Así, ¿quién coño va a poder hablar de sexo?
¡Enga, pal balcón!
¡Enga, pal balcón!
Amigo José María, gracias por tu columna diaria. Seguramente te has podido sentir en algunos momentos muy expuesto a las críticas fáciles ... pero tú tienes saber y cintura para salir airoso de todas ellas.
ResponderEliminarTe echaremos mucho de menos...Recibe un fuerte abrazo.
En primer lugar, al igual que el amigo Manolo Jurado, te quiero agradecer tu crónica un día más, has ido tocando temas para todos los gustos, has homenajeado a sanitarios, maestros, familia y sobretodo a la compañera a la que muchos de nosotros, la mayoría de las veces, no tenemos en cuenta. Como tu dijiste, yo también al jubilarme hice propósito de dedicarle a ella más tiempo, poco a poco, lo voy logrando aunque ello suponga que algunas veces me mande a pasear (literalmente). Con respecto a la gestión del gobierno soy de la opinión que les ha tocado una "patata caliente" y cualquier otro no sabemos como lo habría podido gestionar, así que hay que darles todo el apoyo y cuando pase esto es el momento de analizar y cuando lleguen las elecciones, si se considera, criticarles en las urnas.
ResponderEliminarEsperaremos para leer tus artículos cuando lo consideres oportuno.
GRACIAS de nuevo un fuerte abrazo
Muy amenos y acertados tus escritos, para mi. No lo dejes. Me enriquece su lectura, aunque sea semanal
ResponderEliminarGracias, chicos. No os abandono. Solo me tomo un respiro.
ResponderEliminarMe cagüen diez!
ResponderEliminarYa estáis los abuelos con los nietos, y claro, tus fans somos los primeros que echaremos en falta tu columna diaria.
Bueno, vale. Perdonado. Pero no te olvides de que nos quedamos un poco "faltos" de tu verbo (se dice así?).
Tú lo entenderás.
Gracias por todos los escritos que has publicado. Con más o menos acierto y apego has dado mandobles, críticas, aplausos, etc., Considero que a casi todo y a todos.
ResponderEliminar¿Acaso sólo tienen que pedir perdón o disculpas los que tienen un sesgo izquierdoso? ¿Dejamos entonces las críticas sólo a la derecha.
Como decía un payaso que nos hacía reír a casi todos ¡No, hombre, no!
No pares, sigue en tu línea.
Saludos desde mi rincón, que es donde yo escribo.
Vala, vale. Responderé solo al Paco Nieto: Paco, mi espíritu me pide conciliación, nunca confrontación. Después de "Te quiero", la palabra que más me gusta es "Perdóname". Me da igual derecha que izquierda que oblícuo lateral. Y te lo dice un médico, con lo difícil que es para mi colectivo admitir errores y pedir perdón. Me da pena del fanatismo ¡Seamos personas antes que políticos! ¡Sursum corda, coño ya! Un fuerte abrazo.
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