viernes, 10 de abril de 2020

Día 29. Domingo de Pascua. Veo la luz.

Reconozco que padezco un poco del síndrome del entrenador de fútbol, ese afán que tenemos los futboleros de entender más que nadie de lo referente a la pelota. Un poco, tampoco soy aferrado. En los demás temas del debate corriente en la calle o entre amigos suelo comportarme con moderación, y siempre con un ánimo conciliador. Sólo creo mostrarme rotundo en aquellos asuntos que conozco y domino, naturalmente los relacionados con la enfermedad.

Y sin embargo, hoy me voy a aventurar con vosotros a pronosticar el futuro que nos aguarda. ¡Toma ya! He de deciros que en medicina el pronóstico es la tarea más compleja a que nos enfrentamos. El diagnóstico y tratamiento afectan al presente, y disponemos de herramientas para manejarlo de manera protocolizada, pero el pronóstico supone adivinar el futuro. Y hoy, Domingo de Pascua, que ni Cristo puede salir de la cueva, empiezo a ver la luz.
La imagen puede contener: texto que dice "Ni se te ocurra!!"

Así como en mi vida particular soy persona miedosa y corta de espíritu, en lo profesional siempre me he comportado de una manera enteramente positiva. Mis dos amigas Pilar, la de Córdoba y la de Bubión, me reprochan que sea tan buen médico para la gente y tan malo para mí mismo. El vaso medio lleno cuando trato con mis pacientes, y medio vacío cuando el afectado soy yo. Y como ahora me dirijo a vosotros, me sale el ser valiente y optimista. La verdad, estoy hastiado de tanto profeta que saca la pluma para amenazarnos con el sombrío futuro que nos espera... Cuando todo esto pase, la vida ya no será la misma. Espero que esta crisis terrible nos sirva para algo, tendremos que aprender a cambiar nuestros hábitos... Ya nunca seremos los mismos... El FMI pronostica para este año la mayor recesión desde la Gran Depresión de 1929... Asistimos a un punto de inflexión histórico... Quizá me pase de escéptico, lo asumo, pero me resisto a tanto alarmismo. El presente es malo, malvado, perverso. Ciertamente. Diecisiete mil fallecidos en tres meses es para llorar y aceptar con humildad  que no dominamos la naturaleza tanto como creemos, que seguimos siendo homo sapiens y no homo Deus. De acuerdo. ¿Pero, y el futuro?

Desde 1981 hemos tenido en España once periodos de sequía alarmantes. El peor, sin duda, aquel ya casi olvidado que duró cuatro eternos años, desde finales de 1991 a diciembre de 1995. Haced memoria y recordad aquellos titulares estremecedores que clamaban porque ya nuestra vida en el planeta había cambiado de manera irreversible. Lo decían así: irreversible. Los daños causados por aquella sequía en la agricultura, en la economía, en los distintos ecosistemas y ecotonos... irreversibles. Nunca volveríamos a ser como antes... Bueno, pues le dio al tiempo por llover, y estuvo diluviando, día sí, día también, desde diciembre a marzo. Para mi suegro, a la sazón con nosotros en Valencina con motivo de una intervención quirúrgica, era un espectáculo deslumbrante que yo lo sacara a pasear en coche por los campos anegados de Santiponce y de Camas bajo la lluvia incesante y monótona de un agradecido Aljarafe. Desde Sevilla a Antequera no había solución de continuidad en el agua: todo una enorme laguna. Y todo volvió a como antes. Nada hubo irreversible. No sé... Aquello hizo mella en mi credibilidad con los alarmismos desmedidos. Es curioso, también en 1981 arrancó el SIDA su terrible andadura por nuestro mundo. 30 millones de muertos se ha cobrado esta enfermedad, que se dice pronto. Esa sí que me pilló en todo el meollo. Y aquí seguimos.

La solución sanitaria al coronavirus llegará con la inmunización de la mayor parte de la población, bien de manera natural, por infección, bien por medio de la vacuna cuando llegue. Y llegará. Me consta que la maquinaria científica echa humo. Y mientras tanto, a aguantar el chaparrón, mejor con prórrogas que con penaltis, desde luego. La prórroga te da un respiro, puedes recuperarte; el penalty es un penal capital. Esto, creo, es lo realmente importante: erradicar al virus. Lo otro, la recuperación económica, industrial, empresarial... solo requiere voluntad. No solo voluntad política, que, desde luego, sino voluntad humana. Volvemos a aquello de la riqueza del país que debe quedar subordinada al interés general. Pues claro que sí. Hay riqueza, hay recursos, hay dinero. Hay que apechugar cada cual con lo que pueda, pues claro que sí. Si realmente hubiera voluntad ciudadana, patriotismo, ahora sí, en menos de un año saldríamos de la crisis económica. ¿Lo haremos? To be or no to be...  ¿Por qué entonces hemos tardado tanto en salir de la crisis económica del 2008? Porque ésa no ha sido una crisis para el poder financiero ni para la Banca, que han salido fortalecidos, sino una crisis de pobres. Pero ésta de ahora es una crisis global, de manera que las grandes empresas y las grandes fortunas también se van a ver amenazadas. Hay que apechugar. 

En lo referente a lo que esta crisis nos enseñará a cambiar nuestra forma de ser y de comportarnos también soy incrédulo. En lo bueno y en lo malo, dentro de un año nos habremos olvidado, el muerto al hoyo y el vivo al bollo, todo será igual: seguirán los recortes sanitarios, la sanidad pública en precario, subsistiendo; los héroes sin capa de hoy se volverán de nuevo invisibles por muy impoluta que lleven la bata, y por muchas "mareas" que convoquen; me da pena que haya tenido que sobrevenirnos esta terrible calamidad para que la ciudadanía de a pie, los peces gordos y los de medio pelo y la clase política, en general, hayan podido apreciar la grandeza de nuestro personal sanitario y la cortedad de miras de nuestros políticos en los esfuerzos para alimentar nuestro sistema sanitario. Se nos ha caído el santo, ya no nos ven como los mejores. Lástima. La investigación y la tecnología serán importadas de fuera, y nuestros jóvenes talentos tendrán que salir a la intemperie del mundo. El campo continuará abandonado a la suerte que el cielo le quiera llover, y al precio que Mercadona le quiera poner. Seguiremos pagando en negro cuando nos dejen. La banca y las grandes empresas seguirán engullendo a mansalva, mientras nosotros agradecemos sus donativos... Los niños regresarán, contentos, a la escuela y a jugar en los parques. Los viejos, a Mallorca con el Imserso. Y todos, abarrotando los bares y las terrazas, hablando a voces, sacándonos los mocos con los dedos y abrazándonos en las calles, socializando, que es lo nuestro; y consumiendo fútbol y Neflixt, si pirateados, tanto mejor. Mi reto con vosotros va a ser quedar el domingo de pascua del año que viene a ver si se cumplen o no mis pronósticos. 

Con todo, me gustaría mucho poder hacer verdaderos los hermosos y esperanzadores versos de Mario Benedetti, ésos que hoy vuelan por los wassanes: 

Cuando la tormenta pase 
le pido a Dios, apenado,
que nos devuelva mejores
como nos había soñado...


¡Ajolá ajolá fuera así! 


¡Pal balcón ahora mismo!

2 comentarios:

  1. Lo dicho te estas convirtiendo en un magnífico analista sociopolitico. Desgraciadamente Comparto tu pronóstico totalmente.
    Un abrazo

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  2. En medio del desastre, son especialmente de agradecer reflexiones tan positivas, amenas y bien escritas. Enhorabuena.

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